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abril 2014 – Cuaresma 5º A – Resurrección y vida – Resonancias de la Palabra
Madre de cinco niños
Es muy aleccionadora la anécdota que le ocurrió al padre Larrañaga: En
una ciudad de México me pidieron que fuera al hospital a visitar a una mujer de
35 años, madre de cinco niños entre dos y doce años, que por una intervención
quirúrgica mal hecha estaba agonizando y estaba en coma. Fui a su habitación en
la clínica. La joven madre tenía todos los síntomas del estado de coma:
inmovilidad absoluta, no oía ni miraba, respiración dificultosa con aparatos
especiales. Al lado, el marido lloraba. En medio de una pena difícil de medir,
comencé a improvisar en voz alta, con fervor, una oración de abandono,
expresándome con toda el alma, poniéndome en el lugar de la agonizante.
Al terminar la oración, la joven madre no dio la más pequeña señal de
reacción. Efectivamente, estaba en coma profundo. Al mes y medio, estando yo en
otra ciudad, me comunicaron que la señora estaba en casa con sus cinco hijos
completamente restablecida y feliz. Manifesté mi deseo de saber qué había
pasado y la señora me hizo llegar las siguientes informaciones: Ella había oído
todo cuanto había dicho. Y había asumido con emoción y fervor la actitud de
abandono que le dio una completa tranquilidad y paz. Como consecuencia de tanta
paz, según los médicos, pudo comenzar un ascenso en el proceso de su
restablecimiento hasta llegar a sanarse completamente.
Vida después de la vida
En la revista
italiana Luce e ombra se
refería el testimonio de un oficial norteamericano, que incluso dio su
testimonio en televisión italiana, el 1 de marzo de 1982, en el programa Italia Sera. He aquí el
testimonio: El 20 de mayo de
1969 tomé parte en un combate en Vietnam. Durante la batalla, los proyectiles
volaban por todas partes. Fui herido gravemente y perdí, como pueden ver, las
dos piernas y un brazo. Me di cuenta de que me moría, pues estaba perdiendo
mucha sangre. Salí de mi cuerpo y vi a los compañeros de mi batallón, que
también habían muerto antes que yo. Todos estaban inmersos en una luz y se
comunicaban entre ellos como leyendo el pensamiento. Después vino el
helicóptero y me llevaron al hospital. Vi que me cubrían el rostro con una
sábana como se hace siempre con los muertos. No sentía nada, pero creía que
estaba muerto. También los médicos creían que estaba muerto e iban a comenzar a
embalsamarme, cuando uno de ellos levantó la sábana y me hizo llevar de
inmediato a la sala de operaciones. Recuerdo haber querido detener al doctor,
pues no quería que me operase. Me desperté diez días después de haber sido
herido. He estado en coma diez días y, durante todo ese tiempo, me comunicaba
con mis compañeros muertos y tenía una sensación de bienestar, no queriendo
regresar a la vida. Cuando me desperté, conté a los doctores muchos detalles de
lo que había sucedido en la sala de operaciones. Ellos quedaron asombrados.
Pero lo importante es que hoy, a doce años de distancia, por efecto de esta
experiencia, creo en la existencia del más allá y creo sin duda que existe Dios.
“Tu trabajo no ha terminado”
La doctora
Elisabeth Kübler- Ross es famosa en el mundo entero por sus estudios sobre
enfermos terminales. Sus libros han sido traducidos a más de 25 idiomas y se
han vendido millones de ejemplares. Ella, con su seriedad científica, cuenta el
siguiente suceso, que a ella misma le ocurrió.
Después de diez
meses de que la señora Schwarz muriera y fuera enterrada, yo tenía problemas y
quería dejar de dar mis seminarios sobre la muerte y los moribundos. Yo quería
continuar, pero no podía en aquellas condiciones... Un día, estaba yo esperando
el ascensor, cuando ella apareció frente a mí. Yo la conocía muy bien y sabía
que había muerto. Ella era muy transparente, pero no tan transparente que se
pudiera ver a través de ella. Ella me dijo: “Doctora Ross, ¿le importa si vamos
a su oficina? Sólo será un par de minutos”. Ella conocía mi nombre y sabía
dónde estaba mi oficina... Yo soy siquiatra y trabajo con esquizofrénicos todo
el tiempo. Y yo me decía: “Elisabeth, tú ves a esta mujer, pero eso no puede
ser. Tú estas cansada y necesitas vacaciones, estás viendo visiones”. La toqué
para ver si era real. Yo era, a la vez, siquiatra y paciente. Me cuestionaba a
mí misma.
Cuando llegamos
a mi oficina, ella abrió la puerta con increíble amabilidad y ternura, y me
dijo: “Doctora Ross, yo tenía que regresar por dos razones: una para
agradecerte a ti y al ministro por todo lo que hicieron por mí. Pero la otra
razón es para decirte que tú no puedes dejar tu trabajo sobre la muerte y los
moribundos. Todavía no”.
Yo esperaba que desapareciera, pero no lo hacía. Ella
insistía: “Tu trabajo no ha terminado. ¿Me prometes continuar?”. Entonces, yo
le di un papel y un lápiz para que le escribiera al reverendo Gaines para
agradecerle, pues estaba en Urbana. Y ella, con la más amable sonrisa y
conociendo todos los pensamientos que yo tenía, tomó el papel y escribió una
nota. Me dijo: “¿Estás satisfecha?”. Después se levantó, repitiendo: “Doctora
Ross, me lo has prometido”. Y en el momento en que yo le dije: “Te lo prometo”,
desapareció. Todavía tengo la nota que escribió.
“Dios
tiene un plan para mí”
Antonio trabajaba
en tareas de rescate en toda clase de emergencias. Una vez se contagió de sida
a sus 36 años por haberse hincado accidentalmente con una aguja durante la
tarea de resucitación de una víctima. Y decidió suicidarse. Dice:
Yo tomé muchas
píldoras y me llevaron al hospital. Allí vi que mi cuerpo flotaba en una
oscuridad. No podía ver nada, no podía moverme ni hacer nada por mí mismo. Era
terrible. Oía sonidos horrorosos en mis oídos. Yo pensé: “Estoy en el infierno
y no puedo salir. Estoy atrapado”. Entonces, oí una voz y supe que era Dios.
Era una voz tranquila y calmada, que me dijo: “Si esto es lo que tú quieres
hacer, aquí es donde vas a venir”. Yo pensé: “Es demasiado tarde, ya estoy
muerto”. De pronto, todo desapareció y estaba de nuevo en mi cuerpo. Fue como
si me hubieran vuelto de nuevo las ganas de vivir. Es como si Dios me hubiera
dicho: “Si quieres suicidarte, irás al infierno”. Ahora sé que Dios tiene un
plan para mí, que es ayudar a otra gente con sida
“¿Qué
hice por los demás?”
Olga Bejarano tuvo
en 1987 un paro cardíaco por asfixia y se le paralizó la glotis. Estuvo en coma
profundo y clínicamente muerta. Entonces, tenía 23 años. Actualmente, no ve, no
habla y no se mueve ni puede comer, pero se siente feliz. Vive gracias a un
respirador artificial, pero siente, piensa y tiene una afabilidad
extraordinaria. Ella cuenta el cambio extraordinario de vida después de sentir
la presencia amorosa de la luz en su experiencia cercana a la muerte. Dice:
Esta experiencia
transformó mi vida, dándole un giro de 180 grados. Le daba gracias a Dios por
lo que me había sucedido y por darme una segunda oportunidad de ser mejor... Si
hubiese muerto y no hubiese regresado, no tendría nada de qué sentirme
orgullosa. Mi vida hasta entonces, había estado centrada fundamentalmente en
vivir para tener y no para ser. Desde que nacemos, nos educan para ir al
colegio y estudiar mucho con el fin de obtener un buen trabajo y mucho dinero
para hacer muchas cosas. Pero ante la muerte, lo material de nada sirve. Sólo
éstas son las preguntas importantes: ¿Qué he hecho yo en la vida por los demás?
¿Qué dejo de positivo en la vida? En este mundo todos tenemos una misión y yo
todavía no la había cumplido. Afortunadamente estaba con los ojos abiertos a un
nuevo modo de vida en el que cambié el tener por el ser.
Todavía estás a tiempo
Carolina era una
mujer alta y atractiva de cuarenta y tantos años. Tenía la sonrisa más
espontánea que yo he conocido. Estar a su lado era una experiencia
extraordinaria. Ella era cordial y entrañable con todo el mundo: con el
recepcionista, el camarero... Una noche, durante una cena con ella, me relató
su historia. Seis años antes se había descubierto un bulto en el pecho. Cuando
se lo extirparon, el médico le dijo que tenía un aspecto extraño, pero que
hasta tres días después no le podría decir si era canceroso y se había
extendido. Ella me dijo: “Creí que era el fin para mí. Toda mi infelicidad
salió a flote. Aquellos tres días fueron los más largos de mi vida. Sentí como
una auténtica bendición, cuando me comunicaron que no era cáncer. Pero decidí
no echar por la borda lo que aquellos tres días habían significado para mí: No
seguiría viviendo como lo había hecho hasta entonces”.
Ella, como tantos
otros, no había estado preparada para enfrentar la muerte. ¿Estás tú preparado
para morir? ¿Necesitas cambiar tu modo de vivir y de pensar? Todavía estás a
tiempo. Mientras hay vida hay esperanza. No dejes para mañana lo que debes
hacer hoy. ¡Vive para la eternidad!
Especialista en experiencias del
más allá
El siquiatra y
doctor en medicina y filosofía Raymond Moody es famoso en todo el mundo a raíz
de que, en los años 1970, sacó a luz un libro Vida después de la vida,
en el que narraba muchas de las experiencias que le habían contado sus
pacientes sobre el más allá, cuando habían sido dados clínicamente por muertos.
En la actualidad, este tema ha sido estudiado por numerosos investigadores de
todo el mundo, cardiólogos, siquiatras, pediatras, anestesistas, sicólogos,
teólogos, sociólogos y otros muchos especialistas médicos o estudiosos de otras
disciplinas. Todos están de acuerdo en que estas experiencias son reales y que
no son fruto de alucinaciones o de imaginaciones arbitrarias. Casi todas estas
experiencias tienen muchos puntos en común, lo que les da cierta garantía de
autenticidad.
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