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noviembre 2014 –1° Adviento B – Estén prevenidos – Resonancias
Marcos
13, 33–37
Invitación especial
La experiencia y la Palabra de Dios nos
aseguran que vivimos en medio de influencias tanto negativas como positivas.
Existe el instigador al mal, existen los que se dejan poseer por el odio y la
perversidad. Y estas malas ondas vibran a nuestro alrededor y nos quieren
envolver en sus redes. Pero hay una fuerza poderosa que te protege: la oración
humilde y el sacrificio.
“¡Queridos hijos! Hoy, de una manera especial, los
invito a la oración y a la renuncia. Porque ahora, como nunca antes,
Satanás quiere seducir a la mayor cantidad posible de personas y llevarlas por
el camino de la muerte y el pecado. Por tanto, queridos hijos, ayuden a mi
Corazón Inmaculado a triunfar en este mundo tan pecador. Yo les imploro a todos
ustedes que ofrezcan oraciones y sacrificios por mis intenciones, para que
pueda presentárselos a Dios por lo que sea más necesario. Olviden sus deseos,
queridos hijos, y oren por lo que Dios desea, no por lo que ustedes desean.
¡Gracias por haber respondido a mi llamado! ”
Suavemente la Reina de la Paz nos pide hoy llevemos a
nuestra vida lo que dijo Jesús: “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie
a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga”. La vida de cada día con sus
exigencias y responsabilidades te ofrece ocasiones de ofrecer sacrificios y
renuncias por las intenciones de nuestra querida Madre del Cielo. Ayúdala. P.
Natalio.
El cuervo y la víbora
Hay en ti dos
facultades que te ayudan a tomar buenas decisiones. Son la inteligencia
y la voluntad. La inteligencia evalúa las razones a favor o en contra, y ve
claro lo más conveniente. Entonces tu voluntad se lanza a la acción. A este proceso
se lo llama discernimiento, que debes hacer después de pedir luces al Espíritu
Santo. Es un grave error decidirse arrastrado por una emoción violenta porque
oscurece la razón.
Andaba un cuervo muy hambriento y preocupado porque no
encontraba comida. Cuando de pronto vio junto a un pajonal, calentándose al sol,
a una suculenta víbora. Sin pensarlo dos veces cayó sobre la dormilona, la
aferró con sus garras y emprendió el vuelo. Pero la víbora despertando de su
sueño, se volvió rápidamente contra el voraz pajarraco y lo mordió. El cuervo
sintió un terrible ardor en su sangre y ya a punto de morir dijo: — ¡Desdichado de mí, que encontré un tesoro,
pero a costa de mi vida!
Cuántas veces,
ansioso por liberarte y zafarte cuanto antes de un problema desagradable, tomas
una mala decisión, que al poco tiempo lamentas. Recupera primero la calma y
estudia luego con objetividad el asunto. Puedes también escuchar
el parecer de alguna persona competente que te aclare aspectos desapercibidos
del tema. P. Natalio.
Santa Faustina y Satanás
Aprecia la virtud
de la laboriosidad. Laboriosa es la persona que ama el trabajo y trata
de hacerlo bien. La laboriosidad lleva consigo la decisión de aprovechar el
tiempo, de concentrarte en el trabajo y de no abandonar actividades a medio
hacer. Haz hoy tu trabajo con entusiasmo, de buena gana, con empeño, y así
crecerás en esta virtud que lleva traje de faena.
Santa Faustina Kowalska una vez vio a Satanás que tenía
prisa y buscaba a alguien entre las hermanas, pero no la encontraba. Sintió la
inspiración de ordenarle en nombre de Dios que le dijera a quién buscaba en el
convento. Y confesó de mala gana:
"Busco las almas perezosas". Cuando volvió a
ordenarle que le dijera a qué almas del convento tenía el acceso más fácil, le dijo
otra vez con rabia que:
"Son las
almas perezosas y ociosas". Noté –dice Faustina- que hoy por hoy no hay
tales almas en el convento. Que se alegren las almas fatigadas y abrumadas por
el trabajo.
El trabajo honrado
y responsable nos libera del aburrimiento, de entregarnos a los vicios, y nos
proporciona los recursos para remediar nuestras necesidades fundamentales. Es
una bendición de Dios. Trabaja con gusto y acabarás sintiendo gusto por el
trabajo. “El que no quiera trabajar, que no coma”, escribió san Pablo a los de
Tesalónica. Que tengas un día de acción. P. Natalio.
Alegría y buen
humor
Esta mañana te
sugiero medir el nivel de tu alegría y, si lo encuentras algún tanto más bajo
de lo conveniente, esboza una sonrisa frente al espejo y mantenla por un
minuto, mientras te repites “así quiero estar hoy, y así estaré con tu ayuda,
Señor”. Esto es tan efectivo como tomar una aspirina para sacarse el dolor de
cabeza. La alegría es también una opción.
Don Bosco a los jóvenes de sus
oratorios y colegios les recomendaba: “Estén siempre alegres”. Y les
organizaba el tiempo con valiosos elementos de recreación y alegría: teatro,
música, paseos, campeonatos, juegos variados, y alegres celebraciones
religiosas. Un salesiano, amigo mío, en los largos viajes de estudio de los
alumnos de séptimo, pasaba casetes con los cuentos de Landriscina. Es tan
importante hacer del buen humor un modo de vida que un obispo, Mons. Benson,
expresó en cierta ocasión: “He aquí las cuatro
virtudes cristianas: la fe, la esperanza, la caridad… y el buen humor”.
Un
autor espiritual dice: “Si sucede alguna vez que no te dan la sonrisa esperada,
sé generoso y da la tuya. Porque nadie tiene tanta necesidad de una sonrisa,
como aquel que no sabe sonreír a los demás”. Pide al Espíritu Santo el don de
la alegría cada día y, si no te sientes alegre, empieza a sonreír y una fresca
alegría surgirá de tu alma. P. Natalio.
Santa Isabel de Hungría
Un buen consejo: lee al menos una vida de
santos al año. Si no tienes afición a la lectura, puedes ver cada año una buena
película de santos. ¿Por qué? El testimonio de una vida santa mueve a la
admiración. Son obras maestras de Dios, el artista perfecto. Nos revelan la
presencia de Dios, su amor y su poder en personas como nosotros que se abrieron
a la gracia del Señor. Nos movilizan a imitar sus ejemplos.
Un día se presentó una miserable leprosa. La reina
Isabel, movida a compasión, la introdujo en su palacio, y siendo necesario
recostarla para curarla, la hizo colocar en el mismo lecho real. Llega entonces
su esposo y, sin poder contenerse de indignación, quiere arrojarla; se acerca y
encuentra a Jesucristo recostado sobre la cruz. En otra ocasión, un día de
invierno, llevaba en su manto panes para sus pobres. El príncipe Luis, su
esposo, junto con una gran comitiva la encuentra: “¿Qué es lo que llevas, amiga
mía?”, le pregunta, y desplegado el manto aparece una cantidad de perfumadas
rosas. Quedan todos estupefactos. “No temas; sigue tu camino”, dice Luis a su
esposa; y luego añadió: “Debería levantarse aquí una columna en recuerdo del milagro
que acabamos de ver”.
Ayudar y servir
son dos expresiones concretas de un amor que se brinda con generosidad a los demás. De este olvido de ti mismo, surgirá como por magia, tu
propia felicidad, tu auténtica realización. “Dormí y soñé que la vida era
alegría. Desperté y vi que la vida era
servicio. Y, en el servicio, encontré la
alegría” (Tagore). A servir, pues, como S. Isabel de Hungría. P. Natalio.
Amor y entrega
Vivir la caridad
cristiana no es fácil. En verdad está por encima de nuestra capacidad humana.
Por eso es indispensable suplicar con humildad y constancia al Señor el don
de la fraternidad para poder elevarnos sobre nuestros egoísmos,
retraimientos, susceptibilidades… Pero cuando el amor de Dios nos invade
podemos “disculpar, soportar y esperar sin límites”…
“¡Queridos hijos! Mi deseo es acercarlos cada vez más a
Jesús y a su corazón traspasado, para que ustedes sean capaces de comprender el
inmenso amor con el que él se ha entregado por cada uno de ustedes. Por eso,
queridos hijos, oren para que de sus corazones pueda brotar una fuente de amor
hacia cada persona, incluso hacia quienes los odian y los desprecian. Así
ustedes serán capaces de vencer, con el amor de Jesús, todas las miserias de
este mundo lleno de sufrimientos, que está sin esperanza para aquellos que no
conocen a Jesús. Yo estoy con ustedes y los amo con el amor inmenso de Jesús.
¡Gracias por haber respondido a mi llamado! ”
Hijos de un Dios
que es amor, sólo podremos realizar y dignificar nuestra vida ejercitándonos en
el amor, porque el examen final será precisamente sobre el amor, y nuestra
eternidad feliz consistirá en vivir con plenitud el amor a Dios y a los
hermanos. Que el mensaje de la
Reina de la Paz
te ayude a crecer en esta dimensión básica del Evangelio de Jesús. P. Natalio.