domingo, 26 de enero de 2014



26 enero 2014 – Domingo 3º A  – Apareció un gran luz - Resonancias de la Palabra
Enciente tu vela
En Norteamérica existe un movimiento que se llama "Los Cristóforos", es decir "Portadores de Cristo". Una noche más de 100 000 de ellos estaban reunidos en un gigantesco estadio. De repente se apagaron to­das las luces y se hizo una oscuridad impenetrable. Todo el mundo se puso tenso. El fundador del movimiento, el P. James Keller, de pie en medio del estadio, encendió una velita. Era una luz pequeñísima pero to­dos pudieron verla. Levantó la vela y dijo: "Es mejor encender una luz que maldecir las tinieblas". Tomando lumbre de esta velita se encendieron todas las velas de los 100 000 presentes y se hizo una luz esplendorosa en el amplio recinto deportivo.

De este modo se demostró objetivamente que la acción y la palabra que irradian bondad y paz, por pequeñas que sean, no dejan de tener influencia real en el ambiente, tanto más si se unen a otros con el mismo ideal de solidaridad. Tú también, hermano, unido a Cristo, puedes aportar tu luz para que haya menos oscuridad.

¿Es Ud. Jesús?
Un grupo de vendedores fue a una convención de ventas. Todos le habían prometido a sus esposas que llegarían a tiempo para cenar el viernes por la noche. Sin embargo, la convención terminó un poco tarde, y llegaron retrasados al aeropuerto. Entraron todos con sus boletos y portafolios, corriendo por los pasillos.
De repente, y sin querer, uno de los vendedores tropezó con una mesa, que tenía una canasta de manzanas. Las manzanas salieron volando por todas partes. Sin detenerse, ni volverse para atrás, los vendedores siguieron corriendo, y apenas alcanzaron a subirse al avión. Todos menos uno.
Este se detuvo, respiró hondo, y experimentó un sentimiento de compasión por la dueña del puesto de manzanas. Les dijo a sus amigos que siguieran sin él, y le pidió a uno de ellos que al llegar llamara a su esposa y le explicara que iba a llegar en un vuelo más tarde. Luego, regresó a la terminal, y se encontró con todas las manzanas tiradas por el suelo.

Su sorpresa fue enorme, al darse cuenta de que la dueña del puesto era una niña ciega. La encontró llorando, con enormes lágrimas corriendo por sus mejillas. Tanteaba el piso, tratando en vano de recoger las manzanas, mientras la multitud pasaba, vertiginosa, sin detenerse; sin importarle su desdicha. 

El hombre se arrodilló junto con ella, recogió las manzanas, las metió en la canasta y le ayudó a arreglar nuevamente el puesto. Mientras lo hacía, se dio cuenta de que muchas se habían golpeado y estaban maltratadas. Las tomó y las puso en otra canasta. Cuando terminó, sacó su cartera y le dijo a la niña: - Toma, por favor, estos cien pesos por el daño que hicimos. ¿Estás bien? Ella, llorando, asintió con la cabeza.

El continuó, diciéndole: -Espero no haber arruinado tu día. Mientras se alejaba el vendedor, la niña le gritó: - Señor... Él se detuvo, y volvió a mirar esos ojos ciegos. Ella continuó: -¿Es usted Jesús? El se paró en seco y dio varias vueltas, antes de dirigirse a abordar otro vuelo, con esa pregunta quemándole y vibrando en su alma: "¿Es usted Jesús?"

Pescadores de hombres
Jesús invitó a Pedro y a su hermano Andrés, a Santiago y a Juan a seguirlo porque iba a hacer de ellos pescadores de hombres, apóstoles del Reino que venía a instaurar en el mundo.
En esta pesca de hombres, los apóstoles deberán poner a servicio del Evangelio, casi las mismas cualidades que tenían al trabajar en el lago:
- deberán ser pacientes y esperar que los hombres se abran al mensaje;
- tendrán necesidad de perseverancia, estando siempre dispuestos a volver a probar;
- elegirán el momento adecuado para arrojar la red de la Palabra de Dios;
- adaptarán el mensaje a cada corazón, como el pescador usa la carnada apropiada para cada pez; y
- permanecerán ocultos para que los hombres sólo fijen su mirada en Cristo, el Señor.
Cada bautizado está llamado a llevar el mensaje de Jesús a los demás: perfecciona tus habilidades de pescador de hombres para llevarlos a un encuentro personal con el Señor Resucitado.
Compartir la luz
Un maestro, contó a sus  discípulos la siguiente historia:
- Varios hombres habían  quedado encerrados por error en  una oscura caverna, donde no podían ver casi nada. Pasó algún  tiempo, y uno de ellos logró encender una pequeña antorcha. Pero la luz que daba era tan escasa que aun así no se podía ver nada. Al hombre, sin embargo, se le ocurrió que con su luz podía ayudar a que cada uno de los demás prendiera su propia antorcha, y así  compartiendo la llama con todos, la caverna se iluminó.

Uno de los discípulos preguntó al maestro: - ¿Qué nos enseña, maestro, este relato?  Y el maestro contestó: - Nos enseña que nuestra luz sigue siendo oscuridad si no la compartimos con el prójimo. Y también nos dice que el compartir nuestra luz no la desvanece, sino que por el contrario la hace crecer.
 El compartir nos enriquece en vez  de hacernos más pobres. Los momentos de más felicidad son aquellos que hemos podido compartir. Que Dios nos dé siempre la luz para iluminar a todos los que pasen a nuestro lado.

Poder del buen ejemplo
Un refrán dice “las palabras mueven, pero los ejemplos arrastran”. El poder del testimonio es enorme y decisivo. Las palabras están devaluadas. Nunca el mensaje de Jesús tuvo tanta fuerza como cuando pregonó el amor desde la cruz. Para construir a tu alrededor una civilización del amor aporta cada día gestos de servicio, de humildad y generosidad.

En una ciudad alemana bombardeada en la última Guerra Mundial, encontraron, entre las ruinas, un Cristo a quien le faltaban las manos y las piernas. Aquellos habitantes decidieron conservar así, sin manos y sin pies, a aquel Cristo, como recuerdo de la barbarie de la guerra, y de que somos nosotros los llamados a ser las manos y los pies de Cristo. Una excelente manera de describir nuestra misión de testigos: ser las manos y los pies de Cristo para llevar su mensaje de justicia, de fraternidad, de esperanza, de amor a cuantos nos rodean.

Tanto los buenos como los malos ejemplos moldean el ambiente en que vivimos. Ojalá que triunfen los que favorecen lo bueno, digno, noble. Porque si prevalece el egoísmo salvaje, llegaremos a una pérdida tal de los valores humanos que la vida será muy triste, pues faltará lo más hermoso: el respeto, la comprensión, el amor. Amigo/a, aporta hoy tu granito de arena.

La Eucaristía fuente de luz y sanación
La Eucaristía es fuente de luz y amor para los que se acercan a Jesús vivo. También es fuente de salud. La hermana Briege McKenna tiene un maravilloso ministerio de sanación de enfermos. Ella nos cuenta algunos de estos milagros en su libro “Los milagros sí ocurren”.  Un ejemplo:

Dice: Un día me telefoneó un sacerdote muy angustiado. Acababa de saber que tenía cáncer en las cuerdas vocales y que, dentro de tres semanas, le extirparían la laringe. Me dijo que estaba desesperado, había sido ordenado apenas hacía seis años. Al orar con él, sentí que el Señor quería que yo le hablara de la Eucaristía. Le dije: “Padre, yo puedo orar por usted ahora por teléfono y lo haré. Pero ¿esta mañana no tuvo un encuentro con Jesús? ¿No se encuentra con él cada día? Padre, cada día, cuando celebra la misa, cuando toma la hostia sagrada, usted se encuentra con Jesús. ¿Se da cuenta de que Jesús pasa a través de su garganta? No hay nadie mejor a quien ir sino a Jesús. Pídale a Jesús que lo sane”. Lo oí llorar por teléfono. Y se despidió dándome las gracias. Tres semanas después, fue al hospital para ser operado.

Me llamó más tarde para decirme que la cirugía no se realizó. Los médicos descubrieron que el cáncer había desaparecido y que sus cuerdas vocales estaban como nuevas. Nunca conocí su nombre. Pero un año después, supe que antes de su enfermedad, había dejado de celebrar la misa diaria, excepto los domingos. Él tomaba la misa muy a la ligera. Y Dios usó esta experiencia del cáncer para transformar su vida. En adelante la Misa fue su encuentro diario con Jesús vivo.

domingo, 19 de enero de 2014



19 de enero 2014 – Domingo 2º A  – Resonancias de la Palabra de Dios

El armiño acorralado
Un noble inglés iba de caza con un amigo, cuando vieron un armiño blanco que huía de una mata cercana. Lo persiguen hasta acorralarlo delante de una zanja llena de fango. El armiño cercado se echó al suelo gimiendo. Extrañado ante la actitud del animal, el noble preguntó a su compañero de caza: —¿Por qué el armiño no habrá cruzado la zanja para librarse? Éste le explicó: —El armiño prefiere morir antes que enlodar su blanca piel. Admirado por actitud tan delicada, el cazador se llevó el animalito a su mansión como mascota.

Santo Domingo Savio, en su primera comunión, prometió y pidió a Dios “morir antes que pecar”. Movido por el Espíritu Santo, tuvo una profunda intuición de la maldad y fealdad de ofender gravemente al Señor. Y prefirió morir antes que enlodar la blancura de su alma en gracia. Don Bosco lo propuso de modelo a niños y jóvenes.

Regalo especial en Medjugorje
Aquel 25 de agosto de 1981 la Virgen dijo a los jóvenes videntes que todo el que quisiera podría tocarla. Después de intercambiar algunas palabras, la celestial aparición les pidió: Vayan a buscarlos y tráiganmelos ustedes mismos. Entonces podrán tocarme. Esto es algo nuevo…Los videntes sorprendidos obedecen.
Explican a la gente reunida el regalo que les propone la Virgen María y los ayudan a acercarse porque ninguno la ve. Los aldeanos van pasando y la tocan quien en el hombro, quien en la cabeza, o en el velo o en los brazos. Y cada uno siente su presencia muy real, a pesar de no verla ni oírla. La emoción es intensa e inolvidable. Pero entretanto los videntes observan que aparecen unas manchas sobre el vestido de la Santísima Virgen. ¡Madre! Tu vestido se volvió todo sucio. Le dicen consternados los videntes.
¡Son los pecados de aquellos que me tocan! Respondió ella humildemente. ¡Dejen de tocar a la Virgen! Gritan ellos a la gente. ¡Paren! Entonces la Virgen les habló seriamente de la confesión. No hay nadie en el mundo que no necesite confesarse al menos una vez al mes. Aquella noche varios sacerdotes pasaron toda la noche confesando a una oleada de pecadores que pedían el sacramento.

Inesperado pedido…
San Jerónimo vivió durante 25 años en la gruta del nacimiento de Jesús, mientras se dedicaba a la traducción de la Biblia al latín, por encargo del Papa san Dámaso. Un día hizo esta oración al Divino Niño de Belén:

Querido Niño, ¿cómo podré compensarte, ya que para hacerme feliz, has bajado a esta pobre gruta y has padecido tanto por mí?
Alaba a Dios, –oyó que decía –,, y glorifícalo con las palabras: “Gloria a Dios en las alturas”.
Pero yo, querido Niño, quiero darte alguna cosa; quiero darte todo mi dinero.
Dalo a los pobres y será como si me lo hubieras dado a mí.
Sí, lo haré; pero, yo quiero darte alguna cosa también a ti; si no moriré de dolor.
Entonces dame tus pecados; los quiero para mí; para borrarlos.
¡Oh querido Niño, dijo el Santo llorando; toma todo lo que es mío y dame todo lo que es tuyo!

“Dame tus pecados”: ¡qué inesperado fue para Jerónimo el pedido del Divino Niño! Sin embargo nada busca tanto nuestro Salvador como liberarnos de la pesada carga de nuestras fragilidades y culpas. Un día Jesús le dijo a santa Faustina Kowalska: “Que no tema acercarse a mí el alma más débil y pecadora, aunque tuviera más pecados que granos de arena hay en la tierra. Dile a las almas pecadoras que no tengan miedo de acercarse a mí; habla de mi gran misericordia”. Alentador mensaje que nos invita a abrir el corazón a la confianza en el Señor.

Sabiduría indígena

Dios quiere que “evitemos el mal y hagamos el bien”. Cuando el capricho o la fragilidad nos llevan por otro camino, pecamos. Aunque esta palabra suene “anticuada” en esta sociedad de “liberados”, el pecado es inseparable de la voz de la conciencia y reclama arrepentimiento y perdón. Por eso, es absolutamente consolador recordar, una y otra vez, la firme voluntad de Dios en perdonar.

El viejo cacique de la tribu charlaba junto al fuego con sus nietos acerca de la vida, y en ese momento les dijo: ¡Una gran pelea está ocurriendo dentro de mí!... ¡es entre dos lobos! Uno de los lobos es maldad, cobardía, ira, envidia, falsedad, orgullo, vagancia. El otro es bondad, valor, paciencia, amistad, sinceridad, humildad, laboriosidad. Esta misma pelea está ocurriendo dentro de cada uno de ustedes y dentro de todos los seres de la tierra.
Los indiecitos se quedaron pensando por un rato, hasta que uno de los niños le preguntó a su abuelo: ¿Y cuál de los lobos crees que ganará? El viejo cacique respondió simplemente:
El que alimentes más, muchacho.

Excelente respuesta: ¡no hay que alimentar los vicios! De este modo nuestras malas inclinaciones no tomarán fuerza en nosotros. Y así será si evitamos mentir, criticar, quedar con algo del prójimo, etc., sencillamente no sabemos hacerlo porque no tenemos la facilidad de hacerlo, pero estemos alerta para no comenzar.

El caballo escondido
Hay en nuestras vidas hábitos que nos esclavizan e impiden ser la obra maestra que a veces soñamos. Todo es posible con la ayuda del Señor, a pesar de que no sea fácil. Procede con paciencia pues “nadie se desembaraza de un hábito o de un vicio tirándolo de una vez por la ventana; hay que sacarlo por la escalera, peldaño a peldaño”, (Mark Twain).

Cuentan de un niño que un día entró en el taller de escultura de un vecino, y allí encontró un gran bloque de piedra. A los pocos meses volvió a entrar, y en el mismo sitio encontró la escultura de un caballo. Entonces le preguntó al escultor: —¿Cómo sabías tú que dentro había un caballo? — Ésta es la especialidad del artista: encontrar el caballo (o lo que sea) que hay dentro. Ir quitando toda la piedra que sobra hasta encontrar el caballo.

Sin duda dentro de ti mismo hay una obra de arte que debes sacar a luz con persistente labor. Se trata de ir quitando lo que sobra, lo que impide ser un hombre cabal, un hijo de Dios tal como él lo soñó. “Si todos los años extirpáramos un solo vicio, pronto llegaríamos a ser hombres perfectos”, (Kempis). El Señor te asiste, pon manos a la obra.

Ermitaño muy atareado
Se cuenta que un ermitaño se quejaba muchas veces que tenía demasiado quehacer. La gente preguntó cómo era eso de que en la soledad estuviera con tanto trabajo. Les contestó: "Tengo que domar a dos halcones, entrenar a dos águilas, mantener quietos a dos conejos, vigilar una serpiente, cargar un asno y someter a un león". “No vemos ningún animal cerca de la cueva donde vives. ¿Dónde están todos estos animales?”

Entonces el ermitaño dio una explicación que todos comprendieron. “Porque estos animales los tienen todos los hombres, ustedes también. Los dos halcones, se lanzan sobre todo lo que se les presenta, bueno y malo. Tengo que domarlos para que sólo se lancen sobre una presa buena, son mis ojos. Las dos águilas con sus garras hieren y destrozan. Tengo que entrenarlas para que sólo se pongan al servicio y ayuden sin herir, son mis dos manos.

Y los conejos quieren ir adonde les plazca, huir de los demás y esquivar las cosas difíciles. Tengo que enseñarles a estar quietos aunque haya un sufrimiento, un problema o cualquier cosa que no me gusta, son mis dos pies.  Lo más difícil es vigilar la serpiente aunque se encuentra encerrada en una jaula de 32 varillas. Siempre está lista por morder y envenenar a los que la rodean apenas se abre la jaula, si no la vigilo de cerca, hace daño, es mi lengua.

El burro es muy obstinado, no quiere cumplir con su deber. Pretende estar cansado y no quiere llevar su carga de cada día, es mi cuerpo. Finalmente necesito domar al león, quiere ser el rey, quiere ser siempre el primero, es vanidoso y orgulloso, es mi corazón”.

La más grande, la más urgente de todas las liberaciones es liberarnos del pecado. El pecado es una parálisis y es una lepra. El sacramento de la Reconciliación es el milagro. Allí sentimos a Jesús, que nos dice: “Hijo, tus pecados, te son perdonados”.
Gracias por tu visita!!!