domingo, 25 de mayo de 2014

25 mayo 2014 – Dgo. 6º de Pascua A – Amas, si cumples… – Resonancias de la Palabra

Jueguen este número
Iba Don Bosco caminando por el centro de Turín, cuando tres conocidos suyos le salieron al paso y le pidieron ansiosamente que les dijera qué número deberían jugar cada uno para salir premiados en una lotería. Sin inmutarse el santo les respondió de inmediato: Jueguen estos tres números: el diez, el cinco y el catorce. ¡La suerte es segura! Cuando, satisfechos por la indicación de quien sabían tenía el don de clarividencia, ya se iban a despedir, Don Bosco añadió: Voy a explicarles mi adivinación: el número diez son los mandamientos de la ley de Dios, el cinco, los preceptos de la Iglesia, y el catorce, las obras de misericordia. Jueguen siempre estos números y serán afortunados en esta vida y en la otra.

Frente a la vida eterna que nos espera, es de tremenda importancia no perder el camino que conduce a la dicha sin fin con Dios. Jesús dijo claramente: “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero ––¡la lotería!–– si pierde su vida (eternamente)?” Es una verdad simple de nuestra fe, pero hay vivirla en día a día. Que esta luz oriente tus tareas de esta semana.

La alegría de ser bueno
Jenofonte, siglos antes de Cristo, cuenta en sus Memorias esta leyenda sobre Hércules: Un día, cuando Hércules era jovencito, se le presentaron dos mujeres. Una de ellas le dijo: Sígueme y te llevaré por un camino agradable y, mientras vivas, no tendrás sino placeres. Yo conozco el camino del placer sin el dolor. Al preguntarle cuál era su nombre, ella respondió: Mis amigos me llaman felicidad; mis enemigos, vicio.

La segunda mujer le dijo: No le creas, no existe la felicidad sin trabajo y sin esfuerzo. Si me sigues, tendrás dolores, trabajos y sacrificios, pero serás feliz. Pero el vicio respondió: Ya ves lo que ella te ofrece, yo en cambio te llevaré fácilmente a la felicidad sin tanto sacrificio.

Mentira, dijo la virtud, ¿qué felicidad puedes dar tú? Comes antes de tener hambre y bebes antes de tener sed. Empujas a tus seguidores al amor antes de la edad determinada por la naturaleza. Les acostumbras a divertirse por la noche y a dormir durante el día... Los dioses te arrojan de su compañía y los hombres de bien te desprecian... Por eso, los que me siguen, sólo comen cuando tienen hambre y beben solamente cuando tienen sed. Así el pan y el vino tienen un gusto agradable. El sueño les es más dulce, porque no sacrifican ninguno de sus deberes y, cuando les llega el último momento, no caen en el olvido, sino que su recuerdo les sobrevive.

Elige bien tu camino
Recuerda lo que le pasó a Leonardo da Vinci, el famoso pintor italiano. Un día quiso encontrar un modelo para el Cristo de su Última Cena y fue recorriendo las calles de la ciudad. Por fin, encontró a un joven hermoso, cantando en el coro de una iglesia y lo llevó a su estudio para que representara a Cristo. El joven se llamaba Pietro Bandinelli.

Dos años más tarde, queriendo encontrar un modelo para Judas, se fue por las calles de mala fama de Milán y, al fin, encontró un joven cuyos rasgos revelaban maldad y corrupción. Cuando el artista lo llevó a su estudio, el joven se echó a llorar amargamente. Entonces, Leonardo se dio cuenta de que era el mismo Pietro Bandinelli, que había sido su modelo para el Cristo de su Última Cena. ¿A quién sigues tú? ¿Al vicio o a la virtud?

“El camino del mal me arruinó”
Alejandro Serenelli. A los 20 años, mató de catorce puñaladas a María Goretti, porque no quiso ceder a sus deseos insaciables de impureza. Él estuvo muchos años en prisión, pero su vida se transformó a raíz de un sueño, en el que vio a María Goretti en un bellísimo jardín con hermosísimas flores, animándolo a ser bueno. A partir de ese día, fue un hombre nuevo y pasó los  últimos años de su vida, haciendo penitencia y trabajando de hortelano en un convento de padres capuchinos. Y él, por propia experiencia, les dice a los jóvenes:

Soy viejo, con casi 80 años. Dando una mirada al pasado, reconozco que en mi juventud me fui por un camino equivocado. El camino del mal me condujo a la ruina. A través de revistas, periódicos y espectáculos, veía que los jóvenes iban en pos del placer, y yo seguí ese camino. Tenía a mi lado personas creyentes, que me daban buen ejemplo, pero estaba como ciego por la fuerza de la pasión, que me llevaba por malos caminos. A mis veinte años cometí el delito del que hoy me horrorizo sólo de pensarlo. Maté a María Goretti, llevado de la pasión carnal, porque ella no aceptó mis propuestas. María Goretti ahora es una santa de la pureza y ha sido un ángel bueno que la Providencia de Dios ha puesto en mi camino. Rezó por mí y me perdonó.

Estuve 29 años en prisión. Acepté la sentencia resignado, espié mi culpa. Durante esos años, María fue mi luz y mi protectora, y con su ayuda me convertí y he tratado de vivir honestamente. Los religiosos capuchinos me recibieron como hortelano en su convento desde el año 1936 y con ellos vivo. Ahora espero sereno el momento de llegar al paraíso, de abrazar a mis seres queridos y de estar cerca de mi ángel protector María Goretti.

Ojalá que aquellos que lean esta carta aprendan a huir del mal y de seguir el bien siempre, desde niños. Piensen en la religión, vivan según sus mandamientos, que es el camino seguro, incluso en los momentos más dolorosos de la vida

Con Jesús saldremos victoriosos
El padre Roberto DeGrandis cuenta la siguiente historia: Había una muchacha de 18 años, que fue a un retiro. Oramos por ella. No usamos ninguna oración de exorcismo, ni agua bendita ni óleo santo, sino mucha alabanza y amor a la Virgen María para que intercediera ante Jesucristo, nuestro liberador.
Después de media hora de oración, la habitación se iluminó con la presencia del Espíritu Santo. Todos sentimos la fuerte presencia de Jesús y, el espíritu maligno, que no la dejaba ser feliz, la dejó libre. Ella se levantó con una sonrisa y pudo unirse a nuestra alabanza, por primera vez, quizás en su vida. El aspecto de su cara era distinto, estaba libre, libre en el Señor.

Para ella, ese día fue un gran regalo del Señor y para nosotros un día de agradecimiento y gozo, porque el Señor nos enseñó que la oración de liberación no tiene que ser tan desagradable, aunque siempre es difícil. Él quiso mostrarnos que nadie tiene que vivir bajo la tiranía de Satanás, porque su victoria sobre la muerte es nuestra victoria.

¿Cuál es el sentido de tu vida?
El famoso escritor y médico inglés A.J. Cronin estaba en una oportunidad visitando la ciudad de Roma. Un día se fue a dar un paseo por las afueras de la ciudad y se perdió. Buscaba quién le diera alguna información para volver al hotel, donde le esperaban sus amigos, cuando vio una capilla y entró en ella. Era la capilla que recuerda cómo Jesucristo le salió al paso a san Pedro durante la persecución de Nerón y Pedro le dijo: Quo vadis, Domine? (¿A dónde vas, Señor?). Este suceso está relatado en la famosa novela Quo vadis del novelista polaco Sienkievicz, premio nóbel de literatura de 1905. También se hizo famosa la película que hicieron sobre esta novela y que también se llama Quo vadis.

Pues bien, estando en aquella capilla, Cronin sintió que Jesús le decía: ¿A dónde vas? Como si le preguntara: ¿Cuál es el sentido de tu vida? Cronin se hizo católico y desde aquel día, en que oyó la voz de Jesús en su corazón, procuró vivir como un verdadero discípulo de Jesús hasta las últimas consecuencias.

Se encontró con Jesús
Narciso Yepes, el gran guitarrista español, se encontró un día con Jesús. Tenía 24 años y estaba en París. Dice: Era por la mañana. Exactamente el 18 de mayo de 1951... Y me hizo una pregunta interior. Fue una pregunta en apariencia muy simple: ¿Qué estás haciendo? En ese instante, todo cambió para mí. Mi respuesta fue inmediata. Entré en la iglesia más próxima. Se convirtió y era tal su amor por Dios que todos sus conciertos se los ofrecía a Él. Dice: A Él le encanta mi música. Pero más que mi música lo que le gusta es que yo le dedique mi atención, mi sensibilidad, mi esfuerzo, mi arte, mi trabajo. Ser consciente de la presencia de Dios, es una forma maravillosa de rezar, de orar. Lo tengo bien experimentado. Él se enamoró de Jesús por haber sentido su voz. ¿Y tú? ¿Serás capaz de seguirle a tiempo completo y para siempre?

NB. Casi todas las notas referidas las puedes leer en “¿Eres realmente libre?” del P. Ángel Peña

domingo, 18 de mayo de 2014



18 mayo 2014 – Dgo. 5º de Pascua A – Camino, Verdad, Vida – Resonancias de la Palabra

“Yo soy el camino”
Jesús dijo: “Yo soy el camino”. ¿Qué quiso decir con esas palabras? Supongamos que estamos en una ciudad extraña y pedimos indicaciones a uno en la calle. Supongamos que un señor nos responde: “Tome la primera calle a la derecha y la segunda a la izquierda. Pase delante de la iglesia y doble en la tercera cuadra a la derecha; el camino que usted busca es el cuarto a la izquierda”. Si nos dice eso, lo más probable es que nos perdamos a la segunda cuadra.
Pero supongamos que la persona a quien le hacemos la pregunta nos dice: “Señor, permítame subir a su coche. Yo lo guiaré hasta allí, pues yo voy en la misma dirección”. En ese caso, la persona que nos acompaña es el camino y no nos podemos perder.
Eso mismo es lo que hace Jesús por nosotros. No se limita a darnos consejos e indicaciones. Se pone junto a nosotros y nos guía, avanza con nosotros, nos fortalece, nos conduce y nos dirige todos los días de nuestra vida. No nos había sobre el camino, es el camino. (W. Barclay).

Ángeles albañiles
En 1973 en Luján de Cuyo hubo una celebración memorable. Salesianos de las comunidades de Mendoza y familiares del  P. Guillermo Cabrini, fuimos invitados a una Misa y cena en el Colegio de las Hijas de María Auxiliadora para agradecer a Dios los 80 años que cumplía nuestro antiguo Padre Inspector. En esa ocasión me impresionó una  bonita parábola que dijo el festejado en la homilía.
“Queridos hermanos: desde hace unos años mi preocupación principal es prepararme un lugarcito allá arriba, junto a Don Bosco y María Auxiliadora. Por eso cada día no pierdo oportunidad de enviar para allá buen material para que los ángeles albañiles me vayan fabricando un confortable chalecito: ladrillos de sacrificios, baldosas de oraciones, tejas de buenas obras, hierro de meditación de la Palabra de Dios, cemento de Eucaristías bien celebradas. Por favor, hermanos, ayúdenme con sus oraciones para que nada falte al chalecito que espero habitar, gracias a la misericordia y fidelidad de Dios, por toda la eternidad cantando sus alabanzas y bendiciendo su nombre”.

En el campo de batalla
El capellán se acercó al soldado herido, en medio del fragor de la batalla, y le preguntó:
¿Quieres que te lea la Biblia?
Primero dame agua, que tengo sed, dijo el herido.  El capellán le convidó el último trago de su cantimplora, aún sabiendo que el agua distaba kilómetros.
¿Ahora?, preguntó de nuevo.
Antes dame de comer, suplicó el herido. El capellán le dio el último mendrugo de pan que guardaba en su mochila.
Tengo frío, fue el siguiente clamor; y el hombre de Dios se despojó de su abrigo de campaña, pese al frío que calaba, y cubrió al lesionado.  
Ahora sí, le dijo al capellán. Habla de ese Dios que te hizo darme tu última agua, tu mendrugo y tu único abrigo. Quiero conocerlo.

Predicación muy especial
En un día lleno de sol san Francisco de Asís invitó a un fraile joven a que lo acompañara a la ciudad para predicar. Se pusieron en camino y recorrieron las principales calle, devolviendo amistosamente el saludo a quienes se acercaban. De vez en cuando se detenían para acariciar a un niño o para hablar con alguno. Durante todo el paseo san Francisco y el fraile mantuvieron entre ellos una animada conversación. Después de haber camino durante un largo rato, el fraile joven pareció inquieto y le preguntó a san Francisco dónde y cuándo comenzarían su predicación.

— Hemos estado predicando desde que atravesamos las puertas del convento —le replicó el santo—, ¿no has visto cómo la gente observaba nuestra alegría y se sentía consolada con nuestros saludos y sonrisas? ¿No has advertido lo alegres que conversábamos entre nosotros, durante todo el paseo? Si estos no son unos pequeños sermones, ¿qué es lo que son?
Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo. (Mateo, 5, 17)

Don de conocimiento infuso
El P. Pío era un hombre duro contra todo tipo de pecado, pero tierno y amante de la vida. Velaba sobre la santidad de la familia y multiplicaba sus oraciones en favor de las mujeres encinta y los niños. Las señoras iban a pedir su bendición sobre las criaturas que iban a nacer. A veces hasta le pedían el nombre que convenía poner al niño.

Un día un oficial de la policía fue a ver al P. Pío y le dijo: Padre, mi esposa está encinta. ¿Qué nombre le daremos al niño? ¡Llámenlo Pío! -contestó el Padre. El oficial se llenó de alegría; pero le quedaba una dificultad: ¿Y si es niña? ¡Llámenlo Pío, he dicho!  Y en realidad fue un varoncito.

Dos años después, el mismo oficial fue otra vez a hacer la misma consulta al P. Pío.
¡Llámenlo Francisco! El oficial, un poco dudoso, contestó: Padre, si nos fue bien la primera vez, ahora puede ser una niña. Hombre de poca fe, ¡hazme caso! Y otra vez fue niño.

Este oficial anteriormente era un enemigo del P. Pío, contando historias y difamando su apostolado. Luego, como tantos otros, fue a verlo por curiosidad. Entonces el P. Pío lo enfrentó con energía diciéndole: ¿Por qué vas contando todas esas tonterías, si no me has visto nunca? ¡Primero fíjate y luego habla!

Sabiduría de un ciego
Acompañado por un terciario franciscano, Pietruccio, ciego desde niño, fue a visitar al P. Pío. Al llegar, el padre le dirigió la palabra, animándole: Dichoso tú, Pietruccio, que no ves el fango y la podredumbre de este mundo. Tú tienes menos ocasiones de ofender al Señor. Dime la verdad: ¿Has deseado alguna vez volver a tener la vista?
No lo he pensado nunca. ¿No te gustaría tenerla? No sé qué contestar...  ¡Cómo no sabes! ¿Quieres o no quieres volver a ver? Padre, lo tengo qué pensar.

Si lo quieres, rezamos a la Virgen, que es tan buena y poderosa sobre el corazón de su hijo Jesús... Padre, yo nací con la vista. A la edad de doce años el Señor me la quitó. Si el Señor me ha quitado la vista habrá tenido sus motivos. Ahora, ¿para qué orar en contra de la voluntad de Dios? ¿Por qué pedir lo que antes me dio y luego me quitó? ¿Quieres o no quieres la vista?
Padre, el Señor sabe lo que hace. Yo quiero hacer siempre la voluntad de Dios. Si el Señor quisiera devolverme la vista, y ésta fuera ocasión de pecado, yo renunciaría a ella.

Al escuchar esto, el P. Pío se sintió lleno de alegría. Lo bendijo y lo abrazó. ¡Pietruccio se manifestó un digno alumno de tan grande maestro!

Experiencia del Cielo
Rafael Aita –amigo del P. Ángel Peña- tuvo una experiencia especial el 20 de enero de 1996. Dice así: Me sentí muy mal y perdí el conocimiento durante quince minutos. Comencé a desplazarme veloz por un túnel negro, oscuro y, al fondo del túnel, vi una luz. Una luz inmensa, majestuosa, muy fuerte, cuyos rayos caían sobre mí. La luz resplandeciente me cegaba y sus rayos parecían llegar a lo más profundo de mi ser. Cuando me acerqué más a la luz, la luz me recibió, me abrazó y sentí un amor infinito, una paz infinita, una felicidad infinita. ¡Cuánta ternura! ¡Nunca me imaginé que podría existir tanta felicidad! En ese mismo instante, pensé por fracciones de segundo en mi vida terrenal... y no quería volver, quería seguir ahí para siempre.
Era la ausencia total del temor y la protección total del Amor. Sentía que era Dios, que me abrazaba con su ternura infinita, y luego sentí que me decía: “Regresa, tu misión no ha terminado” y regresé y desperté. A partir de ese día, mi punto de vista sobre la vida ha cambiado. Siento gran necesidad de amar a Dios y al prójimo. Sé que Jesús está vivo y que nos espera y nos ama con una intensidad infinita. Ya no tengo miedo a la muerte. Y, ahora, la meta de mi vida es ser mejor de lo que he sido, cuando vuelva a encontrarme nuevamente con Jesús.

NB. Recomiendo leer “Experiencias del más allá”, del P.  A. Peña. Está en www.autorescatolicos.org

domingo, 11 de mayo de 2014



11 mayo 2014 – Dgo. 4º de Pascua A – El Buen Pastor – Resonancias de la Palabra

Yo soy el buen pastor
Alrededor de Jesús la gente se preguntaba y discutía sobre quién era este profeta asombroso. Al leer el Evangelio, pon atención especial cuando Jesús empieza por un “Yo soy”, pues va a dar una definición de sí mismo. Podrás apreciar la riqueza de la persona de Jesús, cuando medites en esas como pinceladas que describen su identidad.

Juan 10, 11   Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas.
Juan 6, 48-51: Yo soy el pan de Vida. Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron. Pero este es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no muera.  Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo».
Juan 8, 12: Jesús les dirigió una vez más la palabra, diciendo: «Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la Vida».
Juan 10, 25-26: Jesús le dijo: «Yo soy la Resurrección y la Vida.  El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?».

Huellas en la playa…

Una noche soñé que caminaba a lo largo de una playa, acompañado por Dios. Durante la caminata muchas escenas de mi vida se fueron proyectando como en una pantalla en el cielo. Según iban pasando las escenas, notaba que unas huellas se formaban en la arena. A veces aparecían dos pares de huellas, otras veces solamente aparecía un par de ellas. Esto me preocupó grandemente, porque pude notar que durante las escenas que reflejaban etapas tristes en mi vida, cuando me hallaba sufriendo de angustias, penas o derrotas, solamente podía ver un par de huellas en la arena. Entonces le dije a Dios: “Señor, tú me prometiste que si te seguía, caminarías siempre a mi lado. Sin embargo, he notado que durante los momentos más difíciles de mi vida, sólo había un par de huellas en la arena. ¿Por qué cuando más te necesitaba, no estuviste caminando a mi lado?” El Señor me respondió: “Las veces que has visto sólo un par de huellas en la arena, hijo mío, ha sido cuando te he llevado en mis brazos”.

Dios nos supera de manera insospechada en amor, bondad, delicadeza. Todo esto lo comprenderás en plenitud en la vida futura. Entretanto él valora tu fe, tu abandono incondicional en sus brazos, el haber llegado a lo que Jesús dijo: “Si no te haces como un niño no entrarás en el Reino de lo Cielos”. Te deseo un gran crecimiento en confianza.

Una rara flor en el precipicio
Unos  científicos exploraban un rincón desconocido de los Alpes, en busca de nuevas especies de flores. Un día notaron con sus binoculares una flor muy rara y bella, de gran valor para la ciencia. Pero la flor se hallaba en un profundo precipicio. Sólo sostenido de una cuerda se podía bajar por el despeñadero. Un muchacho curioso observaba la escena. Los científicos le propusieron pagarle bien si se dejaba bajar por el despeñadero, para cortar la flor que había en el fondo. El muchacho miró el peligroso precipicio, y luego dijo:
— Regreso en un minuto. Al poco rato volvió seguido de un hombre de pelo canoso, se acercó al botánico y le dijo: — Bajaré por el despeñadero, y les traeré la flor, si este hombre sostiene la cuerda. Es mi papá. Si alguna otra persona sostiene la cuerda, no me atreveré.

“No temas, yo estoy contigo”, es un maravilloso tema bíblico que puedes profundizar en el libro de Josué, capítulo 1, 1-10. Allí Dios una y otra vez repite al héroe, antes de su gesta guerrera en la tierra que mana leche y miel: “Sé valiente, no temas, porque yo estaré siempre contigo, adonde quiera que vayas”. Que estas palabras fortalezcan tu confianza.

El barco en peligro

En cierta ocasión se desató una tempestad en alta mar. Parecía que la nave iba a naufragar. Toda la tripulación y los pasajeros aterrorizados corrían de un lugar a otro sin saber qué hacer. Mientras tanto, en uno de los camarotes dormía un niño de siete años, hijo del capitán.  Uno de los tripulantes lo fue a despertar inmediatamente. Cuando el chico se dio cuenta de lo que sucedía, preguntó: — ¿Y en manos de quién está ahora el  timón? — El barco está en manos de tu padre, respondió el marinero. — Entonces, no tengo por qué preocuparme, el sabe bien qué hacer, dijo confiadamente el niño y siguió durmiendo.

“Descarguen en el Señor sus inquietudes, ya que él se ocupa de ustedes”. Si lees y meditas la Biblia, encontrarás esta exhortación y otras semejantes. Te ayudarán a fortalecer tu confianza en Dios que te ofrece refugio “a la sombra de sus alas mientras vienen calamidades” de cualquier clase y magnitud. “No temas, contigo estoy. Yo te amo”,  te asegura Dios.

“Confiaré, no temeré”
Un joven, ya no daba más con sus problemas. Cayó de rodillas, rezando, "Señor, no puedo seguir. Mi cruz es demasiado pesada". El Señor, como siempre, acudió y le contestó, "Hijo mío, si no puedes llevar el peso de tu cruz, guárdala dentro de esa habitación. Después, abre esa otra puerta y escoge la cruz que tú quieras". El joven suspiró aliviado. "Gracias, Señor" dijo, e hizo lo que le había dicho. Al entrar, vio muchas cruces, algunas tan grandes que no les podía ver la parte de arriba. Después, vio una pequeña cruz apoyada en un extremo de la pared. "Señor", susurró, "quisiera ésa que está allá". Y el Señor contestó, "Hijo mío, ésa es la cruz que acabas de dejar".
Está alerta porque vendrán tentaciones de cobardía, desanimación y desesperanza. El enemigo entrará en tu imaginación para levantar en el aire castillos de dificultades insuperables. Déjale a Jesús el cuidado de todas tus cosas y verás que todo te irá mejor. Abandónate en él y todo se resolverá con tranquilidad según sus designios. La confianza en el Señor es la clave.

 

Mensaje de Jesús para ti

¿Por qué te confundes y te agitas ante los problemas de la vida? Déjame el cuidado de todas tus cosas y todo te irá mejor. Cuando te abandones en mí, todo se resolverá con tranquilidad según mis designios. No desesperes; no me dirijas una oración agitada, como si quisieras exigirme el cumplimiento de tus deseos. Déjame ser Dios y actuar con libertad. Abandónate confiadamente en mí. Reposa en mí y deja en mis manos tu futuro.
Dime frecuentemente: “Jesús, yo confío en ti”. Déjate llevar en mis brazos divinos, no tengas miedo. Yo te amo. Si crees que las cosas empeoran o se complican a pesar de tu oración, sigue confiando. Cierra los ojos del alma y confía. Continúa diciéndome a toda hora: “Jesús, yo confío en ti”. Y verás grandes milagros. Te lo prometo por mi amor. Jesús.

Da con generosidad
La generosidad es una virtud que te pone en la onda de Dios que es todo amor y donación de sí mismo. Cada día puedes empezar a ser generoso en gestos pequeños. Con la práctica se te irá abriendo el corazón, descubrirás la alegría de dar y comprobarás, maravillado, que recibes mucho más de lo que das. Una vez Don Bosco narró a los jóvenes este apólogo.

Un día Jesús se dirigió con Pedro y Juan a un monte. Ya en plena subida, les dijo:
 —Tomen cada uno una piedra y llévenla arriba. Juan tomó la primera piedra que halló al paso, era bastante pesada. Pedro con un gesto calculador recogió una piedra pequeña. La subida era fatigosa. Juan comenzó a sudar. Pedro le dijo en tono burlón:
—Ay, Juan, ¡qué cándido eres! ¿Quién te mandó tomar esa piedra tan grande? Jesús dijo que lleváramos una piedra, pero no una piedra grande. Mira, yo con este guijarro ni sudo ni me canso. Jesús oía y sonreía. Poco después se detuvo bajo un pino y los invitó a sentarse. La subida y el cansancio les había abierto el apetito. Juan inició un bostezo. Entonces Jesús bendijo las piedras y se convirtieron en panes. ¡Grande y sabroso era el de Juan, mientras el de Pedro apenas un bocado! Juan maravillado se alegró mucho. Pedro quedó avergonzado. Jesús sonrió con bondad.

También los jóvenes sonrieron, y Don Bosco sacó esta enseñanza: “No seamos mezquinos en servir a Dios. Quien mucho da al Señor, mucho recibirá, quien le da poco, poco recogerá. María Auxiliadora, interceda por nosotros para que seamos generosos en el servicio de Dios, y así nos aseguremos una bellísima corona de gloria en el Cielo”.

Gracias por tu visita!!!