domingo, 31 de julio de 2011

Semanario Nº 218


Más valioso que el Circo
Cuando yo era niña un día de fiesta estaba con mi padre haciendo fila
para comprar las entradas del circo. Delante de nosotros en la fila
había un matrimonio con ocho chicos, todos probablemente menores de
doce años. Se veía que eran muy humildes. Los niños estaban
entusiasmados hablando de los payasos, los elefantes y otros animales que verían esa noche.
Les escuché decir que era la primera vez que iban al circo. La esposa
miraba al marido con mucha satisfacción. Se ve que él había hecho un
gran esfuerzo para poder llevarlos a todos al espectáculo
extraordinario de ese día.
Cuando llegaron a la ventanilla de ventas, la empleada preguntó al
padre cuántas entradas quería. Él respondió con orgullo: "Por favor,
déme ocho entradas para menores y dos para adultos".
La empleada le indicó el precio. El matrimonio se paralizó y quedó
mudo mirándose. Era más de lo que esperaban y podían pagar. ¿Cómo iban
a explicar a sus ocho hijos que no tenían suficiente dinero para
entrar a ver la ansiada exhibición del circo?
Viendo lo que ocurría, mi papá dejó caer de su bolsillo un billete de
veinte dólares (nosotros no éramos ricos en absoluto). Mi padre se
agachó, recogió el billete, palmeó al hombre en el hombro y le dijo:
"Disculpe, señor, se le cayó esto del bolsillo."
El hombre se dio perfectamente cuenta de lo que pasaba. No había
pedido limosna, pero sin duda apreciaba la ayuda en esa situación
desesperada, angustiosa e incómoda. Miró a mi padre directamente a los
ojos, con sus dos manos le tomó la suya, apretó el billete de veinte
dólares y con labios trémulos y una lágrima rodándole por la mejilla,
replicó: "Gracias, gracias señor. Esto significa realmente mucho para
mi familia y para mí."
Papá y yo volvimos a nuestro auto y regresamos a casa. No fuimos al
circo. Pero no nos fuimos sin nada... Jamás olvidaré aquel acto de mi
padre. Sé que me hubiese divertido en el circo. Pero aquella noche
obtuve una enseñanza que me ha enriquecido para toda mi vida.

Como la arena de la playa
Sucedió en la Polinesia, en una de las islas del Pacífico. En cierta
ocasión un misionero se encontró con una mujer que entraba en su
cabaña llevando un puñado de arena, que aún iba chorreando agua. -
¿Sabe, padre, qué es esto? - Parece arena, ¿no es así? - respondió el
misionero. - ¿Y sabe para qué la traigo? - No me puedo imaginar para
qué. - Pues la traigo para que me recuerde mis pecados, que son
incontables como la arena de las playas del mar. ¿Cómo será posible
que yo obtenga el perdón de Dios por tantos pecados? - Naturalmente
que sí - replicó el misionero -. Mira, vuelve a la playa, apila un
montoncito de arena; luego retírate, siéntate y espera a que suba la
marea. Verás cómo las olas poco a poco se llevan todo el montoncito,
de manera que no lo podrás hallar más. Así es como obra la
misericordia divina, más grande aún que el océano. Arrepiéntete de
veras, y Dios te perdonará.

Dame serenidad, Señor...
Suaviza los latidos de mi corazón, apacigua mi mente. Tranquiliza mi
paso apresurado dándome una visión de la eterna trascendencia de mi
tiempo.
Dame, en medio de la confusión del día, la calma de las colinas
eternas. Afloja las tensiones de mis nervios y músculos con la música
del canto de los arroyos que viven en mi memoria. Ayúdame a conocer el
poder mágico y restaurador del sueño. Enséñame el arte de tomarme
vacaciones instantáneas, deteniéndome a mirar una flor, charlar con un
amigo, leer unas líneas de un buen libro.
Dame calma, Señor, e inspírame para hacer que mis raíces penetren
profundamente en el suelo de los valores perdurables de la vida y así
pueda crecer hacia las estrellas de mis más altas aspiraciones.

Personajes con humor
Juan Molière, autor cómico francés (1622-1673), era enemigo de todos
los médicos. Un día que estaba enfermo de cierto cuidado, llamaron un
médico sin que él lo supiera.
— Está el médico, — le avisaron con el consiguiente asombro de Molière.
— Díganle que hoy no puedo recibirlo, — replicó éste—. Estoy enfermo.

Pensamientos
- Estar contentos con lo que poseemos es la más segura y mejor de las
riquezas. Marco Tulio Cicerón.
- Nadie se desembaraza de un hábito o de un vicio tirándolo de una vez
por la ventana; hay que sacarlo por la escalera, peldaño a peldaño.
Mark Twain.
- Sólo son fuente de paz quienes están en paz consigo mismo. Los que
no se aceptan no pueden aceptar a los demás. Los que tienen conflictos
provocan conflictos a su alrededor. Ignacio Larrañaga.
- El hombre que ha empezado a vivir más seriamente por dentro, empieza
a vivir más sencillamente por fuera. Ernest Emingway.
- No importa cuánto se viva sino cómo se vive, si se vive bien y se
muere joven, se puede haber contribuido más que una persona hasta los
ochenta años preocupada sólo de sí misma. Martin L. King.
- La felicidad consiste, principalmente, en conformarse con la suerte;
es querer ser lo que uno es. Erasmo de Rótterdam.

domingo, 24 de julio de 2011

Semanario Nº 217

«Aquel hombre ciego nos salvó»
Dos jóvenes estudiantes rusos, Iván y Mijaíl, una fría mañana de
invierno, más que caminar corrían hacia la estación en Kislovodsk. Un
viaje largamente esperado, que ahora parecía frustrarse simplemente
porque se les había hecho tarde y estaban a punto de perder el tren.
Para mayor angustia, sucedió que cuando se disponían a cruzar una
transitada calle, ya cerca de la estación, se encontraron con un pobre
hombre, anciano y ciego, que se debatía entre el frío terrible de esa
hora y su urgencia de llegar al otro lado. Nadie parecía hacerle caso.
Al ver la necesidad del ciego, Mijaíl tuvo una lucha interna. Sabía
que cruzar la calle al paso del anciano implicaba perder esos
preciosos segundos que seguramente significarían luego horas de espera
hasta el siguiente tren. Pero pudo más un sentimiento de caridad
cristiana aprendido de su madre, que muchas veces en invierno
preparaba sopas para los pobres. Ahora la madre ya no estaba, pues
había fallecido ese mismo año, y Mijaíl sentía que tenía que hacer
algo. Así que, a pesar de las protestas y gruñidos de su joven amigo,
se detuvo y ayudó al anciano ciego. Su único pago, desde luego, fue la
sonrisa agradecida del buen hombre, que al final les dijo: «La Señora
[es decir, la Virgen María] los proteja con su oración.» Y podemos
decir que la oración de María los protegió.
Al llegar a la estación de Kislovodsk, agitados y sudorosos a pesar
del frío, se encontraron con la mala noticia: el tren había salido
hacía pocos instantes. Con desilusión le vieron alejarse a paso
sosegado y sostenido.
Como era de esperarse, Iván colmó de reproches a su amigo por su
«inoportuna» caridad. Entre otras cosas le dijo: «¿Es que no quedaba
más gente en Kislovodsk para ayudar a ese viejo?». Mijaíl lo escuchó
con paciencia y simplemente se sumió en el recuerdo de su caritativa
madre, siempre dispuesta a dar sonrisa, paz y amor a quien lo
necesitara.
Pero esa noche Iván había cambiado completamente de opinión. Aquel
tren fue víctima de un atentado terrorista, cerca de Yessentuki,
dejando cerca de cuarenta víctimas mortales y centenares de heridos.
«Disculpa mi lenguaje --dijo entonces Iván a Mijaíl-- ahora entiendo
que no estábamos haciéndole un favor a ese anciano; sino que aquel
hombre ciego fue quien nos salvó a nosotros».

Por la cruz a la luz
Un golpe inesperado nos duele, un revés de fortuna nos abate, una
enfermedad grave nos desconcierta, y nosotros nos quejamos amargamente
a Dios. Si prestásemos atención entonces a una voz que percibimos en
el fondo de nuestro corazón, oiríamos: “¿Y tú, hijo mío, por qué me
has olvidado? ¿Por qué estabas adormecido en el bienestar de una vida
mundana y placentera? ¿No he dicho yo que el que quiera seguirme debe
llevar su cruz todos los días? Pero tú no conoces sino los frívolos
placeres de la tierra, en donde seguramente habrías fijado para
siempre tu morada. Y porque yo, dice el Señor, amaba tu alma, por eso
te he mandado esta prueba. He querido sacarte de tu adormecimiento y
hacerte expiar las satisfacciones que al margen de mis Mandamientos te
permitías con las criaturas. Y por esto te abruma el dolor”. ¡Feliz el
cristiano que comprende este lenguaje e inclina la cabeza bajo la mano
divina que lo hiere para sanarlo y para que aumente su tesoro del
Cielo!
“Dichoso el hombre a quien Dios corrige, porque él hiere, y venda la
herida; golpea y sana con su mano” (Job 5, 17-18).

Pocas palabras, pero de corazón
La oración es la llave que abre los tesoros del cielo. Es el puente
siempre accesible por el que llegamos a Dios. El arte de orar es el
arte de amar al Señor. Pero orar bien es un regalo del Señor. Como los
apóstoles implorémoslo con frecuencia. Pidamos al Padre, por Jesús,
que derrame sobre nosotros un Espíritu de oración y de alabanza, (Zac.
12, 10).
Al leer el Evangelio, aprendemos que no hacen falta muchas palabras
para orar, sino que bastan pocas, pero que salgan del corazón. El
leproso dijo: “Señor, si quieres, puedes limpiarme”, (Lucas 5, 12). El
ciego de Jericó dijo: “Señor, haz que pueda ver”, (Lucas 18, 41). Los
apóstoles a punto de zozobrar gritaron: “Sálvanos, Señor, que
perecemos”, (Mateo 8, 25). El publicano en el templó oraba: “Ten
piedad de mí, Señor, que soy un pecador”, (Lucas 18, 13). Pedro dijo a
Jesús: “Señor, tú lo sabes todo, tu sabes que te amo”, (Juan 21, 17).
La samaritana pidió a Jesús: “Señor, dame de esa agua, para que no
tenga más sed”, (Juan 4, 15). Haz esto y vivirás…

Humor para la semana
- El cerebro es un órgano extraordinario. Empieza a funcionar cuando
uno se levanta por la mañana y no para… hasta llegar a la oficina.
- Más allá de cualquier duda, está comprobado que el hábito de fumar
es una de las principales causas de las estadísticas.
- Es difícil aceptar la crítica franca, especialmente cuando proviene
de un familiar, un amigo, un conocido… o un extraño.
- No tengo miedo a morir… simplemente no quiero estar allí cuando ocurra.
- No digas “bocón” al cocodrilo… hasta que estés bien lejos.

Pensamientos
- La falta de voluntad ha causado más fracasos que la falta de
inteligencia o habilidad. Anónimo
- La soberbia no es grandeza, sino hinchazón; y lo que está hinchado
parece grande, pero no está sano. San Agustín.
- Han sido los griegos los que nos han legado la palabra más bella de
nuestro idioma: la palabra «entusiasmo», del griego «theos», un dios
interior. Pasteur.
- Es el amor lo que da valor a todas nuestras obras; no es por la
grandeza y multiplicidad de nuestras obras por lo que agradamos a
Dios, sino por el amor con que las hacemos. San Francisco de Sales.
- Todo poder humano se forma de paciencia y de tiempo. Ralph Waldo Emerson
- No dejes que termine el día sin haber crecido un poco, sin haber
sido feliz, sin haber aumentado tus sueños. Walt Whitman.
- En la vida hay algo peor que el fracaso: el no haber intentado nada.
Franklin Rooselvet
- Entiende que en el dolor se te prueba, para que no te abatas;
entiende que se te prueba en la prosperidad, para que no te exaltes.
San Isidoro de Sevilla.

lunes, 18 de julio de 2011

Semanario Nº 216

Rejuvenecimiento del águila
El águila, es el ave que posee la mayor longevidad de su especie.
Llega a vivir 70 años. Pero para llegar a esa edad, a los 40 años de
vida tiene que tomar una seria decisión. A los 40 años sus uñas curvas
y flexibles no consiguen agarrar a las presas de las que se alimenta.
Su pico alargado y puntiagudo también se curva. Apuntando contra el
pecho están las alas, envejecidas y pesadas por las gruesas plumas.
¡Volar es ahora muy difícil! Entonces el águila tiene sólo dos
alternativas: morir o enfrentar un doloroso proceso de renovación que
durará 150 días.
Ese proceso consiste en volar hacia lo alto de una montaña y
refugiarse en un nido, próximo a una pared, donde no necesite volar.
Entonces, no bien encuentra ese lugar, el águila comienza a golpear
con su pico la pared, hasta conseguir arrancárselo. Cuando se lo
arranca, debe esperar a que nazca un nuevo pico con el cual después,
va a arrancarse sus viejas uñas. Cuando las nuevas uñas comienzan a
nacer, prosigue arrancando sus viejas plumas. Y después de cinco
meses, sale victorioso para su famoso vuelo de renovación y de vida
nueva, y entonces dispone de 30 años más.
Solamente siendo libres del peso del pasado, podremos aprovechar el
valioso resultado que una renovación siempre nos trae.

Un regalo de Dios
Un niño es el regalo de Dios para tus días tristes. Es el movimiento y
el torbellino de la vida que se agita, que salta, que corre, que
sueña, que sonríe y se duerme. Un niño es siempre una esperanza, un
por qué vivimos y trabajamos sin dar lugar a la fatiga. Un niño es un
misterio impenetrable; ¿qué será de él en el futuro? Un niño es el
interrogante permanente sobre el mundo que hemos construido, sobre los
valores que nos movilizan, sobre el destino de nuestra humanidad...
¿Saldría el sol cada mañana si ellos no iluminaran nuestras noches?
¿Podríamos vivir sin su bullicio, sin sus sonrisas, sin la abismante
profundidad de sus preguntas? Sí, un niño es un hermoso regalo de Dios
para tus días tristes.

Oración de santa Faustina Kowalska
Oh Señor, deseo transformarme toda en tu misericordia y ser un vivo
reflejo de ti. Que tu insondable misericordia, pase a través de mi
corazón al prójimo.
Ayúdame, oh Señor, a que mis ojos sean misericordiosos, para que yo
jamás recele o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello
en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarla.
Ayúdame, oh Señor, a que mis oídos sean misericordiosos, para que tome
en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus
penas y gemidos.
Ayúdame, oh Señor, a que mi lengua sea misericordiosa, para que jamás
hable negativamente de mi prójimo, sino que tenga una palabra de
consuelo y de perdón para todos.
Ayúdame, oh Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas de
buenas obras, para que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y cargue
sobre mí las tareas más difíciles y más penosas.
Ayúdame, oh Señor, a que mis pies sean misericordiosos, para que
siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia
fatiga y cansancio.
Ayúdame, oh Señor, a que mi corazón sea misericordioso, para que yo
sienta todos los sufrimientos de mi prójimo. A nadie le rehusaré mi
corazón. Seré sincera incluso con aquellos de los cuales sé que
abusarán de mi bondad. Y yo misma me encerraré en el
misericordiosísimo Corazón de Jesús. Soportaré mis propios
sufrimientos en silencio. Que tu misericordia, oh Señor mío, repose
dentro de mí. Amén.

Humor para la semana
 El asma ya no me molesta tanto, a menos que haya perros o cigarros
cerca. Lo que más me molestaría sería un perro fumando un cigarro.
 Aristóteles fue famoso porque lo sabía todo. Enseñaba que el cerebro
existe solamente para enfriar la sangre y que no participaba en el
proceso del pensamiento. Esto es verdad, pero solamente en algunas
personas.
 Escribir es fácil. Todo lo que hay que hacer es mirar fijamente la
hoja de papel en blanco hasta que empiecen a formarse gotas de sangre
en la frente.
 Hay tres cosas que siempre se me olvidan: los nombres, las caras
y…no me acuerdo de lo otro.

Pensamientos
- Perdonar no es olvidar, es recordar sin dolor, sin amargura, sin la
herida abierta; perdonar es recordar sin andar cargando eso, sin
respirar por la herida, entonces te darás cuenta que has perdonado.
Anónimo
- Nunca hagas aquello por lo que no quieres que se te conozca. Ralph
Waldo Emerson
- La cortesía es hermana de la caridad: apaga el odio y fomenta el
amor. San Francisco de Asís.
- No intentéis evitar a vuestros hijos las dificultades de la vida;
enseñadles más bien a superarlas. Pasteur.
- No entones las alabanzas divinas solo con la voz, acompaña también
la voz con las obras. Si cantas solo con la voz, por fuerza tendrás al
fin que callar; canta con la vida para no callar jamás. San Agustín.
- No te dejes vencer por el desaliento. No permitas que nadie te quite
el derecho a expresarte, que es casi un deber. Walt Whitman.

domingo, 10 de julio de 2011

Semanario Nº 215

Los dos caballos
En la calle de mi casa hay un terreno de pastura. Dos caballos viven
allá. De lejos, parecen caballos como los otros caballos, pero cuando
se mira bien, se percibe que uno de ellos es ciego. Aún así, el dueño
no se deshizo de él y le consiguió un amigo: un caballo más joven.
Eso ya es de admirar. Si prestas atención, oirás una campana. Buscando
de dónde viene el sonido, verás que hay una pequeña campana en el
cuello del caballo menor. Así, el caballo ciego sabe dónde está su
compañero y va hasta él. Ambos pasan los días comiendo y al final del
día el caballo ciego sigue al compañero hasta el establo, Y tú
percibes que el caballo con la campana está siempre mirando si el otro
caballo lo acompaña y, algunas veces, se detiene así el otro puede
alcanzarlo.
Y el caballo ciego se guía por el sonido de la campana confiando que
el otro lo está llevando por el camino cierto.

Como el dueño de esos dos caballos, Dios no se deshace de nosotros
solo porque no somos perfectos, o porque tenemos problemas o desafíos.
El cuida de nosotros y hace que otras personas vengan en nuestro
auxilio cuando precisamos.
Algunas veces somos el caballo ciego guiado por sonidos de campanas de
aquellos que Dios coloca en nuestras vidas. Otras veces, somos el
caballo que guía, ayudando a otros a encontrar su camino. Y así son
los buenos amigos. Tú no necesitas verlos, pero ellos están allí. Por
favor, oye mí campana. Yo oiré la tuya.

La gran cosecha: madurez
De la vehemencia y el entusiasmo, deben surgir la paz y la serenidad.
De la ilusión, debe brotar la lucidez. Del optimismo, la esperanza. De
la risa fácil y de la alegría ruidosa, el apacible y agudo sentido del
humor. De la capacidad de asimilación, ha de nacer la riqueza
interior. Del interés abierto a todo, tiene que llegarse a la
experiencia abierta a todo. El ímpetu y el vigor deben producir la
paciencia y la dulzura. La búsqueda inquieta de la felicidad ha de
concluir en el aprecio y la armonía con todo lo que nos rodea. De la
fe en los demás, hemos de llegar a la indulgencia y la comprensión de
todos. De la alegría de vivir, hay que sacar el gozo de haber vivido.
De la necesidad de amar y ser amado, tiene que surgir la derrota de
todos los egoísmos y un amor, al fin, plenamente desprendido. José
Luis Martín D.

Contigo, Jesús…
Querido Jesús, quiero seguirte con sincero corazón sin mezquindad. Ser
de los tuyos, para siempre. Envía tu Espíritu para darme la fortaleza
que necesito para no aflojar, sino para dar más y seguir avanzando
contigo. Que sepa vivir en el amor, sin mediocridad, avivar mi
esperanza, sin conformismos, y dar una mirada de fe, iluminada de
sabiduría, a todas las situaciones cotidianas. Amén.

Personajes con humor
El novelista francés Alejandro Dumas había empleado en una de sus
novelas la expresión “doloroso vacío”. Un crítico, que nada entendía
de novelas y por eso criticaba sin acierto alguno, dijo a Dumas: —
¿Cómo una cosa que es vacía puede doler?
— ¡Cómo! —Le replicó Dumas—, ¿Ud. nunca ha tenido un dolor de cabeza?

En otra oportunidad, hallándose enfermo, Alejandro Dumas fue examinado
minuciosamente por un médico, quien al final le dijo: —Yo le he
prometido decirle toda la verdad. Usted no está bien. ¿Tiene deseos
aún de ver alguna persona?
— Sí, —contestó Dumas—, a otro médico.

Pensamientos
- “Has de saber, hija mía, que mis caudales y tesoros están cercados
de espinas, basta determinarse a soportar las primeras punzadas, para
que todo se trueque en dulzuras”. Jesús a santa Brígida.
- Lo que más necesitamos es una persona que nos obligue a hacer lo que
sabemos. Ralph Waldo Emerson
- Tu vida puede ser la única Biblia que muchos lean. Anónimo
- Lo ideal no es una vida confortable; nuestra entrega a los demás es
lo único por lo que vale la pena vivir. Pasteur.
- Dios no manda cosas imposibles, sino que, al mandar, te enseña a que
hagas cuanto puedes, y a que pidas lo que no puedes. San Agustín.
- Quien quiera algo que no sea Cristo, no sabe lo que quiere; quien
pida algo que no sea Cristo, no sabe lo que pide; quien no trabaje
por Cristo, no sabe lo que hace". San Felipe Neri.
- No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
Walt Whitman.
- Estar contentos con lo que poseemos es la más segura y mejor de las
riquezas. Marco Tulio Cicerón.

domingo, 3 de julio de 2011

Semanario Nº 214

El arte de comunicar
Un Sultán soñó que había perdido todos los dientes. Después de
despertar, mandó llamar a un sabio para que interpretase su sueño.
¡Qué desgracia, mi Señor!, exclamó el sabio. Cada diente caído
representa la pérdida de un pariente de su Majestad. ¡Qué insolencia!,
gritó el Sultán enfurecido. ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa?
¡Fuera de aquí! Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien
latigazos.
Más tarde ordenó que le trajesen a otro sabio y le contó lo que había
soñado. Este, después de escuchar al Sultán con atención, le dijo:
¡Excelso Señor! Gran felicidad te ha sido reservada. El sueño
significa que sobrevivirás a todos tus parientes. Se iluminó el
semblante del Sultán con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien
monedas de oro.
Cuando éste salía del palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado:
¡No es posible! La interpretación que has hecho del sueño es la misma
que el primer sabio. No entiendo por qué al primero le pagó con cien
latigazos y a ti con cien monedas de oro. Recuerda bien, amigo mío,
respondió el segundo sabio, que todo depende de la forma cómo se dice.
De la comunicación depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia,
la paz o la guerra. Que la verdad debe ser dicha en cualquier
situación, de esto no cabe duda, mas la forma con que debe ser
comunicada es lo que provoca en algunos casos, grandes problemas.

¡Me gusta la gente!
Me gusta la gente con la cabeza en su lugar, que sea espiritual, con
idealismo en los ojos y los pies en la realidad... Me gusta la gente
que ríe, llora, se emociona con una simple carta, un llamado, una
canción suave, una buena película, un buen libro, un gesto de cariño,
un abrazo. Gente que ama y tiene nostalgias; le gustan los amigos,
cultiva flores, ama los animales, admira paisajes, la poesía y sabe
escuchar.

Gente que tiene tiempo para sonreír, pedir perdón, repartir ternuras,
compartir vivencias y tiene espacio para las emociones dentro de sí,
emociones que fluyen naturalmente de adentro de su ser. Gente que le
gusta hacer las cosas que le gustan, sin huir de compromisos
difíciles, por más desgastantes que sean. Gente que ayuda, orienta,
entiende, aconseja, busca la verdad y siempre quiere aprender, aunque
sea de un niño, de un pobre, de un analfabeto...

Gente de corazón desarmado, sin odio y preconceptos baratos, con mucho
amor dentro de sí. Gente que se equivoca y lo reconoce, cae y se
levanta, asimila los golpes, tomando lecciones de los errores, y
haciendo redimir sus lágrimas y sufrimientos... ¡Sí! Me gusta mucho la
gente así. ¡Como tú!

Por los que me critican
“Te adoro, Señor, por todos los seres humanos, porque son tus
criaturas amadas y porque en ellos también hay reflejos de tu
hermosura. Quiero bendecir también a los que me envidian, me critican
o me miran mal. Quiero desearles que les vaya bien y que sean felices,
que te conozcan, te amen, y aprendan a vivir tu Palabra, que sean
santos y buenos. Yo los bendigo, Señor, con los mejores deseos de mi
corazón, porque así, tarde o temprano, podré estar en paz con ellos.
Cólmalos de alegría, de paz, de esperanza. Regálales el gozo de vivir
y de amar. Y ayúdame, Señor, para ser un instrumento de unidad y de
paz a mi alrededor, para que reine tu amor divino. Amén.” (Víctor
Fernández).

En el colegio me llaman…
- Mamá, mamá, en el colegio me llaman detective.
- Y eso, ¿por qué, hijo?
- Cállate, mamá, ¡aquí las preguntas las hago yo!

- Mamá, mamá, en el colegio me llaman disco rayado.
- ¿Por qué, hijo?
- No lo sé... No lo sé... No lo sé...

Pensamientos
- Querer pocas cosas a la vez pero quererlas a todo precio: ahí está
el secreto de la victoria. General Foch.
- Las tres cosas más difíciles de esta vida son: guardar un secreto,
perdonar un agravio y aprovechar el tiempo. Benjamín Franklin.
- La santidad no consiste en saber mucho ni en mucho meditar; la
santidad es un secreto: el secreto de mucho amar. Santo Tomás de
Aquino.
- Me he encontrado con muchas personas, en los ambientes y países más
diversos, que viven su castidad con alegría. Tienen en común un
secreto: una vida de oración. Nguyen Van Thuan.
- ¿Cómo pretendes que otro guarde tu secreto si tú mismo, al
confiárselo, no los has sabido guardar? Rochefoucauld.
- La confianza en sí mismo es el primer secreto del éxito." Ralph
Waldo Emerson.
- Ser veraz es la más alta máxima del arte y de la vida, el secreto de
la elocuencia, de la virtud y de toda autoridad moral. Henri Amiel.

Gracias por tu visita!!!