domingo, 29 de abril de 2012

Semanario  Nº 257º
Los juicios humanos
Había una vez un matrimonio con un hijo de doce años que tenían un
burro. Decidieron viajar, trabajar y conocer el mundo. Así, al pasar
por el primer pueblo, la gente comentaba: "¡Mira ese chico mal
educado! ¡Él arriba del burro y los pobres padres, ya grandes,
llevándolo de las riendas!".
Entonces, la mujer le dijo a su esposo: "No permitamos que la gente
hable mal del niño. "El esposo lo bajó y se subió él. Al llegar al
segundo pueblo, la gente murmuraba: "¡Mira qué sinvergüenza es ese
tipo! ¡Deja que la criatura y la pobre mujer tiren del burro, mientras
él va muy cómodo encima!".
Entonces, tomaron la decisión de subirla a ella al burro mientras
padre e hijo tiraban de las riendas. Al pasar por el tercer pueblo, la
gente comentaba: "¡Pobre hombre! Después de trabajar todo el día, debe
llevar a la mujer sobre el burro! ¿Y el pobre hijo? ¡Qué le espera con
esa madre!".
Se pusieron de acuerdo y decidieron subir al burro los tres para
comenzar nuevamente su peregrinaje. Al llegar al pueblo siguiente,
escucharon que los habitantes decían: "¡Son unas bestias, más bestias
que el burro que los lleva, van a partirle el espinazo!".
Por último, decidieron bajarse los tres y caminar junto al burro. Pero
al pasar por el pueblo siguiente no podían creer lo que las voces
decían sonrientes: "¡Mira a esos tres idiotas: caminan, cuando tienen
un burro que podría llevarlos!".

Creciendo…
Temía estar solo, hasta que aprendí a quererme a mí mismo.
Temía fracasar, hasta que me di cuenta que únicamente fracaso si no lo intento.
Temía lo que la gente opinara de mí, hasta que advertí que de todos
modos opinarán de mí.
Temía que me rechazaran, hasta que entendí que debía tener fe en mí mismo.
Temía al dolor, hasta que me convencí que éste es necesario para crecer.
Temía a la verdad, hasta que descubrí la fealdad de las mentiras.
Temía a la muerte, hasta que consideré que no es el final, sino más
bien el comienzo.
Temía al odio, hasta que medité que no es otra cosa que ignorancia.
Temía al ridículo, hasta que intenté reírme de mí mismo.
Temía hacerme viejo, hasta que comprendí que ganaba sabiduría día a día.
Temía al pasado, hasta que reflexioné que no podía herirme más.
Temía a la oscuridad, hasta que disfruté la belleza de la luz de una estrella.
Temía al cambio, hasta que observé que aún la mariposa más hermosa
necesitaba pasar por una metamorfosis antes de volar…

Para sanar malos recuerdos
Señor, hay cosas de mi pasado que me hacen sentir mal, recuerdos que
me producen vergüenza, aunque yo no sea culpable de todo eso. A veces
me angustio cuando recuerdo errores que cometí, humillaciones y malos
momentos. Ven, Señor, ven y sáname. Lléname de paz. Te necesito, ven a
mí una vez más para que mis recuerdos se serenen. Tú mismo has puesto
sed de ti en el fondo de mi ser. Ven, Espíritu Santo, y llena todos
los espacios de mi vida, invade mi interior y hazme reposar en los
brazos de Jesús, hazme descansar en su amor y átame a él con tus lazos
amorosos, para que ya no escape de ese amor bendito. Sopla suavemente
en mí, invade mi mente, mi cuerpo, todo mi ser. Tócame por dentro
sanando todos los malos recuerdos para que pueda estar en paz con mi
propia historia. Amén.

Lámpara del neurosiquiátrico
Entra un inspector de Salud Pública en un manicomio y se encuentra, de
repente, en la sala principal con un pobre demente colgado del techo.
Pregunta al director del establecimiento que lo acompaña:
—Pero, dígame una cosa, ¿qué hace ese internado allí?
—Y… él está siempre allí, como cree que es una araña, una lámpara,
siempre está allí…
—Hágalo bajar inmediatamente.
El director del instituto lo mira y le dice con aspecto de preocupación:
—¿En serio? ¿Y con qué nos alumbramos?

Las calificaciones de Jaimito

Llega Jaimito y su mamá le pregunta:
— ¿Cómo te fue con tus calificaciones, Jaimito?
— Como en el polo norte, mamá.
— ¿Y eso cómo es, Jaimito?
— ¡Todo estuvo bajo cero!

Pensamientos

- Lo que pensamos de la muerte sólo tiene importancia por lo que la
muerte nos hace pensar de la vida. Charles de Gaulle.
- El que miente necesita tener buena memoria. Marcus Quintiliano.
- El primer efecto del amor es inspirar un gran respeto; se siente
veneración por quien se ama. Blas Pascal.
- El respeto a la vida es fundamento de cualquier otro derecho,
incluidos los de la libertad. Juan Pablo II.
- Cuando odiamos a alguien, odiamos en su imagen algo que está dentro
de nosotros. Hermann Hesse.
- Hay que abandonar el pasado a la misericordia de Dios, el presente a
nuestra fidelidad, y el porvenir a la divina providencia. San
Francisco de Sales.
- Una prueba es una ocasión ofrecida a un ser libre para sacrificarse
ante el deber o para sacrificar el deber ante los propios caprichos.
Lacordaire

domingo, 22 de abril de 2012


Semanario  Nº 256º

Un hijo de buen corazón
Un famoso artista inglés encontró una delicada solución para un
problema familiar que lo tenía apesadumbrado. Vivía el escultor con su
padre que, en otro tiempo, había sido apreciado como buen tallista.
Todavía el anciano pasaba sus días dedicado a sus obras de arte, pero
no eran pocas las noches en que, al irse a descansar, se lamentaba de
haber perdido su antigua habilidad por los achaques de la vejez.
Con el deseo de animar al anciano en su tristeza, el artista decidió
bajar sigilosamente todas las noches a dar unos retoques a la
escultura de su padre. En efecto, bastaban unas pocas correcciones,
para darle nueva brillantez al trabajo.
Cuando por la mañana el anciano volvía a su labor, la contemplación de
la escultura lo animaba de tal manera que exclamaba: — ¡En verdad no
está del todo mal, se puede todavía sacar algo muy hermoso!

Amar es servir
Amar es decidirse a servir, porque servir es la exigencia imperiosa de
la dinámica del amor; por eso es fácil descubrir sin temor a
engañarnos, si amamos de veras o si somos falsos en nuestras protestas
de amor. Cuando uno se cansa de servir es porque se ha cansado de
amar; cuando uno deja de amar es porque previamente ha dejado de
servir. Para aumentar el amor hay que mantener una actitud de
servicio, pero teniendo presente que si hay que amar a  todos, que es
el primer precepto de la Ley, también hay que estar en disposición de
servir a todos, sin excepción, porque a todos debemos amar. El amor
nunca puede fallar, y si nos parece que falla, debemos examinar
detenidamente y con sinceridad si primero no hemos fallado en el
servicio.

Jesús, mi amigo

Llamaste “amigos” a los discípulos porque les abriste tu intimidad.
Pero, ¡qué difícil es abrirse, Señor! ¡Cuánto cuesta rasgar el velo
del propio misterio! ¡Cuántas trabas se interponen en el camino! Pero
sé bien, Señor, que sin comunicación no hay amor y que el misterio
esencial de la fraternidad consiste en ese juego de abrirse y acogerse
unos a otros.
Hazme comprender, Señor, que fui creado no como un ser acabado y
encerrado sino como una tensión y movimiento hacia los demás; que debo
participar de la riqueza de los demás y dejar que los demás participen
de mi riqueza; y que encerrarse es muerte y abrirse es vida, libertad,
madurez.
Señor Jesucristo, rey de la fraternidad: dame la convicción y coraje
de abrirme; enséñame el arte de abrirme. Rompe en mí los retraimientos
y miedos, bloqueos y timideces que obstaculizan la corriente de la
comunicación. Dame la generosidad para lanzarme sin miedo en ese juego
enriquecedor de abrirme y acoger. Danos la gracia de la comunicación,
Señor Jesús.

Humor: yo conocí…
- Yo conocí a una excelente tejedora que hacía a la perfección el
punto arroz, pero que nunca hizo para su familia a punto el arroz.
- Yo conocí a un jardinero que, después del pasar el día cuidando sus
flores, se dedicaba a sus pensamientos.
- Yo conocí a un hombre que a pesar de ser la persona más sencilla de
mi pueblo, murió de pulmonía doble.
- Yo conocí un empresario que hizo una gran fortuna con el negocio de
los corchos, pero desgraciadamente al final no pudo mantenerse a
flote.
- Yo conocí un albañil que cuando recibió la orden de prisión hizo
todo cuanto pudo para que se la revocaran.
- Yo conocí a un ladrón que cuando cumplió 25 años de prisión y 50 de
edad, pidió la jubilación.
- Yo conocí a un famoso general que se parecía un cementerio: estaba
lleno de cruces.
- Yo conocí a un cobrador muy exigente y cargoso, que no quería irse
nunca sin cobrar y… ¡cobró muchas veces!

Pensamientos
- Todos los hombres estamos hechos del mismo barro, pero no del mismo
molde.  Proverbio mexicano
- Entre dos explicaciones, elige la más clara; entre dos formas, la
más elemental; entre dos expresiones, la más breve. Eugenio d' Ors.
- Tenía tan mala memoria que se olvidó de que tenía mala memoria y se
acordó de todo.  Ramón Gómez de la Serna.
- El obrero tiene más necesidad de respeto que de pan. Karl Marx.
- El odio es un borracho al fondo de una taberna, que constantemente
renueva su sed con la bebida. Charles Baudelaire.
- El azar, la casualidad, son quizás seudónimos de Dios, cuando no
quiere firmar con su nombre. Teófilo Gautier.
- La campana que canta, ha pasado por el fuego. R. Bazin
- No debernos permitir que el sentimiento de nuestras debilidades nos
haga perder la confianza en nuestras fuerzas. Vauvenargues

domingo, 15 de abril de 2012

Semanario  Nº 255º

 Alpinista en el vacío
Un alpinista, ardiendo en deseos de conquistar una altísima montaña,
inició su travesía después de años de preparación. Pero, como quería
la gloria sólo para él, subió sin compañeros. Su afán por subir lo
llevó a continuar cuando ya no se podía ver absolutamente nada. Todo
era negro, visibilidad cero, la luna y las estrellas estaban cubiertas
por las nubes. Subiendo por un acantilado, a solo unos pocos metros de
la cima, se resbaló y se desplomó por el aire. El alpinista solo podía
sentir la terrible sensación de la caída en medio de la total
oscuridad. En esos momentos de angustia, le pasaron por su mente todos
los episodios gratos y no tan gratos de su vida. De repente, sintió el
fortísimo tirón de la larga soga que lo amarraba de la cintura a las
estacas clavadas en la roca de la montaña.

En ese momento de quietud, suspendido en el aire, no le quedó más que
gritar: —¡Ayúdame, Dios mío! De repente, una voz grave y profunda de
los cielos le contestó:  —¿Qué quieres, hijo mío? —Sálvame, Dios mío.
—¿Realmente crees que yo te pueda salvar? —Por supuesto, Señor.
—Entonces, corta la cuerda que te sostiene. Aquel alpinista,
aterrorizado, se aferró más aún a la cuerda.  Al día siguiente el
equipo de rescate encontró al alpinista muerto, colgado de la soga… a
tan solo dos metros del suelo. ¿Y tú? ¿Confías en Dios cuando te pide
lo que parece contrario a tus intereses?, ¿Cortarías la cuerda?

Chismerías
– ¿Te has enterado, Sócrates?
– Un momento, amigo, –interrumpió el  filósofo– ¿seguro que todo lo
que vas a contarme es cierto?
– No; pero me lo contaron los otros…
– Entonces, no valdría la pena repetirlo, a menos que se tratara de
algo bueno. ¿Satisface los criterios de la bondad?
– No. Todo lo contrario…
–¡Ah! Y dime: ¿es necesario que lo sepa yo para evitar el mal a otros?
– Realmente, no.

– Bien, en tal caso –concluyó Sócrates– olvidémoslo; ¡hay en la vida
tantas cosas que valen la pena! ¿Para qué molestarnos con algo tan
despreciable que ni es verdad, ni bueno, ni útil?

Súplica de generosidad
Dios mío, mira mi corazón. Tú sabes que a veces me falta generosidad,
sensibilidad frente al mal ajeno, y a veces estoy demasiado pendiente
de mí mismo.
Otras veces me desanimo porque no recibo elogios o no veo los frutos
de mis esfuerzos. Dame un corazón más generoso, para que realmente me
interese la felicidad de la gente, para que de verdad me duelan los
problemas ajenos, y no solamente los míos.
Tómame, Señor, una vez más. Convénceme de que es mejor entregarse
generosamente que desgastarse en los lamentos. Utilízame, Dios mío,
para derramar tu poder y tu luz en el mundo. Así seré feliz en tu
servicio. Amén. (P. Víctor Fernández)

Alumno judío en colegio católico
Un papá judío había enviado a su hijo al colegio más caro de la
colectividad judía. Pese a sus intentos Samuel sacaba pésimas
calificaciones. Notas del primer mes: Matemáticas 2, Geografía 6,
Historia 4, Literatura 3, Conducta O. Estas espantosas calificaciones
se repetían cada mes, hasta que el padre se cansó: —Samuel, escúchame
bien lo que te voy a decir: si el próximo mes tus calificaciones y
comportamiento no mejoran te voy a mandar a estudiar a un colegio
católico. Al mes siguiente las notas de Samuel fueron una tragedia
sólo comparable con el hundimiento del Titanic, y el padre cumplió con
su palabra.
 A través de un rabino, amigo de la familia se conectó con un Obispo,
quien recomendó un buen Colegio Franciscano, al cual Samuel fue
enviado enseguida. Notas del primer mes: Matemáticas 9, Geografía 8,
Historia 9, Literatura 9, Conducta 10. Notas del segundo mes:
Matemáticas 10, Geografía 9, Historia 10, Literatura 10, Conducta 10.
El padre sorprendido le preguntó: —Samuel, ¿qué es lo que pasa que te
va tan bien en la escuela? ¿Cómo ha sucedido este milagro? —No sé
papá. Me presentaron a todos los compañeros y a todos los profesores,
y luego fuimos al templo. Cuando entré, vi a un hombre crucificado,
con clavos en las manos y en los pies, con cara de haber sufrido mucho
y todo ensangrentado. Pregunté quién era él. Me respondió un alumno de
los cursos superiores: —Él era judío, igual que tú.
—Entonces me dije: “A estudiar Samuelito, aquí no se anda con tonterías”.

Pensamientos
- Si el hombre no ha descubierto nada por lo que morir, no es digno de
vivir.  Martin Luther King.
- La sencillez y la naturalidad son el supremo y último fin de la
cultura.  Friedrich Nietzsche.
- Mi memoria es magnífica para olvidar.  Robert Louis Stevenson.
- Gracias a la memoria se da en los hombres lo que se llama
experiencia. Aristóteles.
- Sólo una vida vivida por los demás vale la pena de ser vivida. Einstein
- Dios no nos pide que nos domemos, sino que nos donemos, que nos
entreguemos. El resto se nos dará por añadidura. A. Lesort.
- Siempre es más valioso tener el respeto que la admiración de las
personas. Jean Jacques Rousseau.
- Todo lo que hagas como venganza contra tu hermano que te ha herido
aparecerá al punto en tu corazón a la hora de orar. San Nilo.
- Cada cual pasa sus fatigas: el rey, el pastor, el perro y las ovejas. Voltaire

domingo, 8 de abril de 2012

Semanario  Nº 254º

Heroísmo materno

En un día caluroso de verano en el sur de la Florida un niño decidió
ir a nadar en la laguna detrás de su casa. Salió corriendo por la
puerta trasera, se tiró en el agua y nadaba feliz. No se daba cuenta
de que un caimán se le acercaba. Su mamá desde la casa miraba por la
ventana, vio con horror lo que sucedía. Enseguida corrió hacia su hijo
gritándole lo más fuerte que podía. Oyéndole, el niño se alarmó y viró
nadando hacia su mamá. Pero fue demasiado tarde. Desde el muelle la
mamá agarró al niño por sus brazos justo cuando el caimán le agarraba
sus piernitas. La mujer tiraba desesperadamente con toda las fuerzas
que tenía. El caimán era más fuerte pero la madre era mucho más
apasionada.
Un señor que escuchó los gritos corrió hacia el lugar con una pistola
y mató al animal. El niño sobrevivió y, aunque sus piernas sufrieron
bastante, pudo llegar a caminar. Pasados unos días un periodista le
preguntó si le quería enseñar las cicatrices de sus pies. El niño
levantó la colcha y se las mostró. Pero entonces, con gran orgullo se
arremangó y señalando las cicatrices de sus brazos le dijo: "Pero las
que usted debe ver son éstas".  Eran las marcas de las uñas de su
madre que habían presionado con fuerza: "Las tengo porque mamá no me
soltó y me salvó la vida".

Estadísticas que hacen reflexionar

Si pudiésemos reducir la población de la Tierra a una pequeña aldea de
exactamente 100 habitantes, manteniendo las proporciones existentes en
la actualidad, sería algo como esto:
Habría 57 asiáticos, 21 europeos, 14 personas del hemisferio oeste
(tanto norte como sur) y 8 africanos. 52 serían mujeres. 48 hombres.
70 no serian blancos. 30 serian blancos. 70 no cristianos. 30
cristianos. 89 heterosexuales. 11 homosexuales. 6 personas poseerían
el 59% de la riqueza de toda la aldea y los 6 serían norteamericanos.

De las 100 personas, 80 vivirían en condiciones infrahumanas. 70
serian incapaces de leer. 50 sufrirían de mal nutrición. 1 persona
estaría a punto de morir. 1 bebé estaría a punto de nacer. Sólo 1
tendría educación universitaria. En esta aldea habría 1 persona con
computadora. Al analizar nuestro mundo desde esta perspectiva tan
comprimida es cuando se hace más aparente la necesidad de aceptación,
entendimiento, tolerancia y educación.

Otras cuestiones para reflexionar... Si te has levantado esta mañana
con más salud que enfermedad, entonces eres más afortunado que los
millones de personas que no sobrevivirán esta semana. Si nunca has
experimentado los peligros de la guerra, la soledad de estar
encarcelado, la agonía de ser torturado o las punzadas de la
inanición, entonces estás por delante de 500 millones de personas. Si
puedes acudir a la iglesia sin temor a ser humillado, arrestado,
torturado o muerto... entonces eres más afortunado que 3.000 millones
de personas en el mundo.

Si tienes comida en la heladera, ropa en el armario, un techo sobre tu
cabeza y un lugar donde dormir, eres más rico que el 75% de la
población mundial. Si guardas dinero en el banco, en tu cartera y
tienes algunas monedas en el cajón... ya estás entre el 8% más rico de
este mundo. Si tus padres aun viven y están casados... eres una
persona muy rara. Si puedes leer este mensaje, acabas de recibir una
doble bendición: alguien estaba pensando en ti, y más aún, eres mucho
más afortunado que los más de 2.000.000.000 de personas en este mundo
que no pueden leer.

Hermano de todos

Señor, me llamaste a ser hermano de todos. Penetra mis entrañas con tu
amor, Dios de ternura, para que sienta que los demás son mi propia
carne, para que me duela su dolor y me alegre con sus alegrías.
Ilumina mi mirada, Jesús, para que pueda reconocerte presente en cada
uno de ellos, y les ayude a llevar sus cargas como si te ayudara a ti
crucificado. Regálame un oído atento, para que pueda escuchar a los
demás, con amabilidad y cortesía, dándole suma importancia a sus
palabras. Y coloca en mi boca la palabra justa, para decirles lo que
ellos necesitan escuchar, lo que tú sabes que les hace falta. Amén.
(P. Víctor Fernández).

“Jesús te mira”

Un ladrón media noche se mete en una casa a robar. Entra por una
ventana, y cuando está adentro en la oscuridad oye una voz que dice:
 —¡Jesús te está mirando!
Entonces, el ladrón se asusta y se detiene. Luego como ve que no
ocurre nada, continúa. Y de nuevo la voz le dice:
—¡Jesús te está mirando!
El ladrón asustado prende la luz y ve que la voz venía de un loro que
estaba en una jaula, y el ladrón le dice:
—¡Ahhh, que susto me diste! ¿Cómo te llamas lorito? Y el loro le responde:
—Me llamo Pedro.
—Pedro es un nombre extraño para un loro. Y el loro le contesta:
—Más extraño es el nombre Jesús para un Doberman.

Pensamientos

- Todo el mundo trata de realizar algo grande, sin darse cuenta de que
la vida se compone de cosas pequeñas.  Frank Clark
- Si tu intención es describir la verdad, hazlo con sencillez y la
elegancia déjasela al sastre.
 Albert Einstein.
- La memoria es el centinela del cerebro.  William Shakespeare.
- Vivir es lo más raro de este mundo, pues la mayor parte de los
hombres no hacemos otra cosa que existir. Oscar Wilde.
- El que tiene caridad en su corazón, siempre tiene algo que dar. San Agustín.
- La vida, tomada en lo más íntimo de su esencia, no es más que el don
de sí. Elisabetb Goudge.
- Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen,
pierden el respeto.  Georg Christoph Lichtenberg.

domingo, 1 de abril de 2012

Semanario Nº 253º


Leyenda noruega
El viejo Haakón cuidaba una conocida ermita. En ella se conservaba un
Cristo muy venerado que recibía el significativo nombre de «Cristo de
los Favores». Todos acudían a él para pedirle ayuda. Un día, también
el ermitaño Haakón decidió solicitar un favor y, arrodillado ante la
imagen, dijo: —Señor, quiero padecer por ti. Déjame ocupar tu puesto.
Quiero reemplazarte en la cruz. Y se quedó quieto, con los ojos
puestos en la imagen, esperando una respuesta. De repente —oh,
maravilla— vio cómo el Crucificado comenzaba a mover los labios y le
decía: —Amigo mío, accedo a tu deseo; pero ha de ser con una
condición: que, suceda lo que suceda y veas lo que veas, has de
guardar siempre silencio. —Te lo prometo, Señor.

Y se efectuó el cambio. Nadie se dio cuenta de que era Haakón quien
estaba en la cruz, sostenido por los cuatro clavos, y que el Señor
ocupaba el puesto del ermitaño. Los devotos seguían desfilando
pidiendo favores, y Haakón, fiel a su promesa, callaba. Hasta que un
día... Llegó un ricachón, el cual, después de haber orado, dejó allí
olvidada su bolsa. Haakón lo vio, pero guardó silencio. Tampoco dijo
nada cuando un pobre, que vino dos horas más tarde, se apropió de la
bolsa del rico.

Y tampoco dijo nada cuando un muchacho se postró ante él poco después
para pedir su protección antes de emprender un viaje. Pero no pudo
contenerse cuando vio regresar al hombre rico, el cual, creyendo que
era aquel muchacho el que se había apoderado de la bolsa, insistía en
denunciarlo. Se oyó entonces una voz fuerte: —Detente.
Ambos miraron hacia arriba y vieron que era la imagen la que había
gritado. Haakón aclaró cómo habían ocurrido realmente las cosas. El
rico quedó anonadado y salió de la ermita. El joven salió también,
porque tenía prisa por emprender su viaje.

Cuando, por fin, la ermita quedó sola, Cristo se dirigió a Haakón y le
dijo: —Baja de la cruz. No vales para ocupar mi puesto. No has sabido
guardar silencio. —Señor dijo Haakón confundido—-, ¿Cómo iba a
permitir esa injusticia? —Tú no sabías que al rico le convenía perder
la bolsa —le contestó Cristo—, pues llevaba en ella el precio de su
pecado. El pobre, en cambio, tenía necesidad de ese dinero e hizo bien
en llevárselo. En cuanto al muchacho último, si hubiera quedado
retenido en la ermita, no habría llegado a tiempo de embarcar y habría
salvado la vida, porque has de saber que en estos momentos su barco
está hundiéndose en alta mar.

Una evaluación periódica
La evaluación de nuestros actos es una manera práctica de intensificar
la vida espi¬ritual y de crecer más cada día. Es mirar¬se por dentro.
El espíritu posee la facultad de co¬nocer lo bueno y lo malo, y de
saber lo que conviene hacer y lo que no se debe hacer. La evaluación
de nuestra conciencia consiste en indagar y estudiar nuestros actos.
Los actos son de hecho o de palabra. Con la pala¬bra también podemos
ser groseros o deli¬cados, generosos o mezquinos. El comerciante saca
la cuenta, hace el balance al fin del día, para saber cuánto ha ganado
en dinero. Haz tú también tu balance para saber si has procedido bien
o mal en las diversas circunstancias en que has ac¬tuado. Esto es más
importante que el balance del dinero.

Oración a Jesús crucificado

Mírame, oh mi amado y buen Jesús,
postrado en tu presencia;
te ruego con el mayor fervor
imprimas en mi corazón vivos sentimientos
de fe, esperanza y caridad,
verdadero dolor de mis pecados
y propósito firmísimo de jamás ofenderte;
mientras que yo, con todo el amor
y con toda la compasión de mi alma,
voy contemplando tus cinco llagas,
comenzando por aquello que dijo de ti
el santo profeta David:
“Han taladrado mis manos y mis pies
y se pueden contar todos mis huesos”.

Jonás y la ballena
El maestro agnóstico está explicando que una ballena no se puede comer
a un ser humano, por tanto la ballena no se pudo tragar a Jonás.
Una niña levanta la mano: —Cuando vaya al cielo se lo preguntaré a Jonás.
—¿Y si Jonás se fue al infierno?, le responde el maestro.
—Entonces se lo preguntará usted.

Dos amigos vascos
Dos amigos del país vasco se hacían la siguiente pregunta.
—¿Oye Pachi, tú crees que en el cielo hay frontón?
—No lo sé, Iñaki.
—Pues vamos a hacer un pacto: el primero que muera, que lo comunique.
—Pues fallece Iñaki a cabo de un tiempo y una noche despierta a
Pachi, y le dice:
—Oye Pachi, debo decirte que sí, hay frontón en el cielo; pero, te
tengo que dar una mala noticia, y es que el domingo estás convocado a
un partido.

Pensamientos
- No basta con pensar en la muerte, sino que se debe tenerla siempre
delante. Entonces la vida se hace más solemne, más importante, más
fecunda y alegre. Stefan Zweig.
- Viajar es una buena forma de aprender y de superar miedos. Luis
Rojas Marcos. .
- Se debe hacer todo tan sencillo como sea posible, pero no más
sencillo. Albert Einstein.
- El "etcétera" es el descanso de los sabios y la excusa de los
ignorantes. Enrique Jardiel Poncela.
- Las frases buenas, cuando quedan esculpidas en nuestra memoria, nos
sugieren pensa-mientos originales; además, despiertan en nosotros el
deseo de leer a los autores de los cuales han sido tomadas. Winston
Churchill.
- El sentido moral se desvanece poco después del sentido de lo
sagrado. Alexis Carrel.
- Para el que sabe ver, no hay nada profano en este mundo. Teilhard de Chardin.
- El hombre moderno ha perdido el sentido de lo bello, porque ha
perdido el sentido de Dios. Charles. Moeller.
Gracias por tu visita!!!