domingo, 22 de abril de 2012


Semanario  Nº 256º

Un hijo de buen corazón
Un famoso artista inglés encontró una delicada solución para un
problema familiar que lo tenía apesadumbrado. Vivía el escultor con su
padre que, en otro tiempo, había sido apreciado como buen tallista.
Todavía el anciano pasaba sus días dedicado a sus obras de arte, pero
no eran pocas las noches en que, al irse a descansar, se lamentaba de
haber perdido su antigua habilidad por los achaques de la vejez.
Con el deseo de animar al anciano en su tristeza, el artista decidió
bajar sigilosamente todas las noches a dar unos retoques a la
escultura de su padre. En efecto, bastaban unas pocas correcciones,
para darle nueva brillantez al trabajo.
Cuando por la mañana el anciano volvía a su labor, la contemplación de
la escultura lo animaba de tal manera que exclamaba: — ¡En verdad no
está del todo mal, se puede todavía sacar algo muy hermoso!

Amar es servir
Amar es decidirse a servir, porque servir es la exigencia imperiosa de
la dinámica del amor; por eso es fácil descubrir sin temor a
engañarnos, si amamos de veras o si somos falsos en nuestras protestas
de amor. Cuando uno se cansa de servir es porque se ha cansado de
amar; cuando uno deja de amar es porque previamente ha dejado de
servir. Para aumentar el amor hay que mantener una actitud de
servicio, pero teniendo presente que si hay que amar a  todos, que es
el primer precepto de la Ley, también hay que estar en disposición de
servir a todos, sin excepción, porque a todos debemos amar. El amor
nunca puede fallar, y si nos parece que falla, debemos examinar
detenidamente y con sinceridad si primero no hemos fallado en el
servicio.

Jesús, mi amigo

Llamaste “amigos” a los discípulos porque les abriste tu intimidad.
Pero, ¡qué difícil es abrirse, Señor! ¡Cuánto cuesta rasgar el velo
del propio misterio! ¡Cuántas trabas se interponen en el camino! Pero
sé bien, Señor, que sin comunicación no hay amor y que el misterio
esencial de la fraternidad consiste en ese juego de abrirse y acogerse
unos a otros.
Hazme comprender, Señor, que fui creado no como un ser acabado y
encerrado sino como una tensión y movimiento hacia los demás; que debo
participar de la riqueza de los demás y dejar que los demás participen
de mi riqueza; y que encerrarse es muerte y abrirse es vida, libertad,
madurez.
Señor Jesucristo, rey de la fraternidad: dame la convicción y coraje
de abrirme; enséñame el arte de abrirme. Rompe en mí los retraimientos
y miedos, bloqueos y timideces que obstaculizan la corriente de la
comunicación. Dame la generosidad para lanzarme sin miedo en ese juego
enriquecedor de abrirme y acoger. Danos la gracia de la comunicación,
Señor Jesús.

Humor: yo conocí…
- Yo conocí a una excelente tejedora que hacía a la perfección el
punto arroz, pero que nunca hizo para su familia a punto el arroz.
- Yo conocí a un jardinero que, después del pasar el día cuidando sus
flores, se dedicaba a sus pensamientos.
- Yo conocí a un hombre que a pesar de ser la persona más sencilla de
mi pueblo, murió de pulmonía doble.
- Yo conocí un empresario que hizo una gran fortuna con el negocio de
los corchos, pero desgraciadamente al final no pudo mantenerse a
flote.
- Yo conocí un albañil que cuando recibió la orden de prisión hizo
todo cuanto pudo para que se la revocaran.
- Yo conocí a un ladrón que cuando cumplió 25 años de prisión y 50 de
edad, pidió la jubilación.
- Yo conocí a un famoso general que se parecía un cementerio: estaba
lleno de cruces.
- Yo conocí a un cobrador muy exigente y cargoso, que no quería irse
nunca sin cobrar y… ¡cobró muchas veces!

Pensamientos
- Todos los hombres estamos hechos del mismo barro, pero no del mismo
molde.  Proverbio mexicano
- Entre dos explicaciones, elige la más clara; entre dos formas, la
más elemental; entre dos expresiones, la más breve. Eugenio d' Ors.
- Tenía tan mala memoria que se olvidó de que tenía mala memoria y se
acordó de todo.  Ramón Gómez de la Serna.
- El obrero tiene más necesidad de respeto que de pan. Karl Marx.
- El odio es un borracho al fondo de una taberna, que constantemente
renueva su sed con la bebida. Charles Baudelaire.
- El azar, la casualidad, son quizás seudónimos de Dios, cuando no
quiere firmar con su nombre. Teófilo Gautier.
- La campana que canta, ha pasado por el fuego. R. Bazin
- No debernos permitir que el sentimiento de nuestras debilidades nos
haga perder la confianza en nuestras fuerzas. Vauvenargues

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