15 marzo 2015 – Cuaresma 4º B – Vive tu fe –
Resonancias
Juan
3, 14- 21
La vida un laberinto
Tener fe es haber descubierto el
inmenso amor que Dios tiene por ti; y, ante tan enorme y fascinante hallazgo,
organizar tu vida como una respuesta fiel y coherente. El Espíritu de Dios,
Espíritu de amor, te ayude a interiorizar este pensamiento en la meditación,
porque está en el centro de la auténtica relación con el Señor.
La vida no es un pasillo recto y fácil... por el que viajamos libres y
sin obstáculos, sino un laberinto de pasajes en el que debemos hallar nuestro
camino, perdidos y confundidos, una y otra vez, atrapados en un callejón sin
salida. Pero, si tenemos fe, Dios siempre nos abrirá una puerta que aunque tal
vez no sea la que queríamos, al final será buena para nosotros. A. Cronin
No basta escuchar y
conocer las verdades de la fe: hay que vivirlas. “Dichoso el hombre que escucha
la Palabra de
Dios y la practica”. Sólo así tu vida adquirirá consistencia y nada la
derribará, pasarás victorioso las pruebas de este mundo perecedero y tendrás
junto a Dios una morada de eterna felicidad. El Señor te asista en el combate
de la fe.
Siembra mi Nombre
Ese día Gabriela después de la comunión, oyó la voz de Jesús que le
decía.
"Vive sólo para mí. Cuando hables, que se
vea bien que lo único que te importa soy Yo. No temas mencionar mi nombre en la
conversación, pues todos, sin saberlo, tienen necesidad de mí. Y el Nombre de
Dios puede suscitar el bien en las almas. Trata de adquirir este hábito y Yo te
ayudaré. Vendrán a ti para oír hablar de mí. ¿Qué podrías temer, si Yo me tomo
la parte más grande de tu trabajo? Que te dé placer sembrar mi Nombre en las
palabras que pronuncias; como una tierna reparación por el dolor que me causan
todos aquéllos que quieren borrarme en todas partes, aún en el alma de los
niños pequeños. Siembra mi Nombre. Yo daré el crecimiento."
(“Él y yo”, Gabriela Bossis, Nº 738).
Me amó, y se entregó por mí
Jesús se queja: “me llamas Maestro, y no me preguntas. Me llamas Luz, y no me miras. Me llamas Verdad, y no me crees. Me llamas Camino, y no me
sigues. Dices que soy Divino, y no me amas. Dices que soy Generoso, y no me
pides. Dices que soy Misericordioso, y no confías en mí. Dices que soy Omnipotente, y no me honras.
Un misionero en medio de unos
indios iroqueses de Norteamérica, sentados en el suelo, les hablaba sobre la
generosidad de la entrega de Cristo. Y a medida que avanzaba su explicación el
jefe indio, decía:
—Jefe indio da su hacha a
Jesucristo.
—Jefe indio da su manta a
Jesucristo.
-—Jefe
indio da su caballo a Jesucristo.
—Jefe indio se entrega a
Jesucristo.
Hermano/a, ¿qué tal va tu amor a Jesús? ¿No te aventaja tal vez este
jefe indio? Jesús ilumina y llena tu vida. Como a los apóstoles él te envía a
comunicar la alegría de la salvación, y transmitir tu experiencia personal de
fe. Se trata de conducir a los extraviados al encuentro con Jesús vivo en su
Palabra, en los sacramentos y en la comunidad eclesial. Persuádelos diciéndoles
“ven y verás”. P. Natalio.
Después de la
vida
Una vez un taxista me interrumpió una reflexión
sobre la vida que sigue a esta vida terrenal, diciéndome: “¡Nadie ha venido a
contarnos lo que hay después!”. “Mire, le dije, en la vida de san Juan Bosco
hay un hecho que fue presenciado por un grupo de seminaristas entre los 20 y 30
años y que ha testificado este santo en sus memorias”.
Siendo Don Bosco seminarista hizo un trato con su amigo Luis Comollo: el
que muera primero vendrá a avisar si está o no en el Cielo. Al poco tiempo
murió el amigo de Don Bosco. Habían pasado cuatro días del entierro, y Bosco no
podía dormir. Cuando el reloj de la iglesia tocó las doce, se oyó un rumor sordo que hizo vibrar las paredes, el
pavimento y el techo. Los seminaristas se despertaron y quedaron mudos. “Yo estaba
petrificado de horror —cuenta Don Bosco— se abrió
violentamente la puerta del dormitorio; solo se vio un fulgor pálido. Luego un
repentino silencio; la luz brilló más y oí la voz de Comollo, que por tres
veces me dijo: “¡Bosco, Bosco, Bosco! ¡Me he salvado!”.
Morir en pecado mortal sin estar
arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer
separados de Él para siempre por nuestra propia y libre elección. Eso es el
infierno: algo peor que el fuego y cualquier tormento, la separación de un Dios
todo bondad, belleza y verdad. Jesús habló quince veces del infierno para que
estemos muy atentos. P. Natalio.
Enciente tu
vela
El P. James Keller fundó una asociación para
ayudar al ser humano a usar los talentos que Dios le ha dado, y así mejorar el
mundo en que vive. Con este fin en 1945 comenzó a imprimir “Ecos Cristóforos”,
hoja mensual para animar a quienes simpatizan con los valores de la bondad, la
paz y la solidaridad.
En Norteamérica existe un movimiento que se llama "Los Cristóforos",
es decir "Portadores de Cristo". Una noche más de 100 000 de ellos
estaban reunidos en un gigantesco estadio. De repente se apagaron todas las
luces y se hizo una oscuridad impenetrable. Todo el mundo se puso tenso. El
fundador del movimiento, de pie en medio del estadio, encendió una velita. Era
una luz pequeñísima pero todos pudieron verla. Levantó la vela y dijo: "Es mejor encender una luz que
maldecir las tinieblas". Tomando lumbre de esta velita se encendieron
todas las velas de los 100 000 presentes y se hizo una luz esplendorosa en el
amplio recinto deportivo.
De este modo se demostró
objetivamente que la acción y la palabra que irradian bondad y paz, por pequeñas que sean, no dejan de
tener influencia real en el ambiente, tanto más si se unen a otros con el mismo
ideal de solidaridad. Tú también, hermano/a, puedes aportar la luz de tu fe
para que haya menos oscuridad. P. Natalio.
El camino
Jesús es la “gran
noticia” que necesita el hombre de hoy. Es la única respuesta a tus más íntimas
aspiraciones. Él es el Camino, la
Verdad y la Vida. La
ciencia y la tecnología hacen más confortable el cotidiano vivir, pero no
alivian el corazón que sufre ni liberan de la angustia: nada reemplaza la
presencia de Dios en ti y el amor de Jesús que ilumina tu vida.
Un explorador inexperto se
perdió en medio de la tupida y peligrosa selva africana. Por fin, tras varias
horas de caminar, se encontró con un nativo a quien le rogó:
— ¿Me puede mostrar usted el
camino a través del bosque, por favor? Ya habían avanzado un buen trecho,
cuando el explorador empezó a dudar y preguntó al guía:
—Disculpe, señor, ¿es éste el
camino? El nativo respondió:
—Señor, aquí no hay caminos; confíe en mí, yo
soy el camino.
Los primeros cristianos eran
conscientes que para llegar a Dios había que recorrer el camino de Jesús. Como
Buen Pastor va adelante guiando a sus ovejas porque, hoy como ayer, hay también
muchos caminos de mentira y engaño que terminan en una vida sin sentido. ¡Gracias,
Jesús, tú me llevas por el camino seguro de la verdadera vida! P. Natalio.
El prójimo: sacramento de Cristo
Bajo las especies de pan y vino en el altar, por la fe descubrimos a
Cristo. Y bajo las especies y formas del prójimo necesitado debemos esforzarnos
por ver al mismo Cristo, que no está en el prójimo menos realmente que en las
formas sacramentales. En verdad el prójimo es también el sacramento de Cristo.
P. Alfonso Milagro.