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dic. 2014 – Sagrada Familia B – Cuida y salva tu familia – Resonancias
Lucas
2, 22-40
El poder de la paciencia
Santa Mónica había
comprendido que la paz es un don de Dios tan valioso, que vale la pena hacer
cualquier sacrificio para no perderla por ningún motivo. El precio era una
imperturbable paciencia con su hijo Agustín y con su esposo, los dos irascibles
por demás. San Vicente Ferrer daba una recomendación especial a las esposas
cuando eran insultadas por sus maridos.
San Vicente Ferrer regalaba a las señoras que peleaban
mucho con su marido, un frasquito con agua bendita y les recomendaba:
"Cuando su esposo empiece a insultarla, échese un poco de esta agua a la
boca y no se la trague mientras el otro no deje de ofenderla". Y esta
famosa "agua de Fray Vicente" producía efectos maravillosos porque,
como la mujer no le podía contestar al marido, no había peleas.
La paciencia es una madurez. Presupone virtudes tan
sólidas como la humildad y la fe en Dios. Conseguirás la paciencia meditando en
Jesús bondadoso, sufrido, servicial, y suplicándole vuelva tu corazón a
semejanza del suyo, manso y humilde. Que el Señor te ayude a dar pasos para
crecer en esta virtud tan necesaria. P. Natalio.
Cuida
y salva tu familia
La
Reina
de la Paz, Ntra. Sra.
de Medjugorje, en sus mensajes declara un objetivo del Enemigo:
“Queridos hijos, hoy
los invito a renovar la oración en sus familias, para que cada una de ellas se
transforme en alegría para mi Hijo Jesús. 25.01.92
En estos tiempos
Satanás quiere suscitar el desorden en sus corazones y en sus familias.
Hijitos, no cedan. No deben permitirle que los dirija a Uds., ni dirija sus
vidas. 25.01.94
El fruto de la paz es
el amor, y el fruto del amor es el perdón. Hijitos, los invito a todos a
perdonar, en primer lugar en sus familias. 25.01.96
Queridos hijos, hoy
los animo nuevamente a poner la oración en el primer lugar en sus familias,
porque Satanás quiere destruirlas 25.04.96 y
25.06.95”.
Nunca a la otra orilla
Cuántas veces
ansiamos maravillosos jardines que se ven a lo lejos en el horizonte, mientras
nos olvidamos de aspirar la fragancia y admirar la belleza del rosal plantado
junto a nuestra ventana. Gran parte de la infelicidad humana nace de no valorar
todo lo que tenemos (tal esposa/o, hijos, casa, auto, etc.) y dejarnos
arrastrar por la envidia comparándonos con los demás.
¿Por qué miras siempre hacia el otro lado? ¿Por qué
piensas siempre que los otros, amigos, conocidos y vecinos, son más dichosos, y
dices con ligereza: “A los otros les va mucho mejor, y yo doy lo mejor de mí y
no llego a nada”? La otra orilla siempre es más bella. Yace muy lejos. Como
petrificado, miras fijamente hacia la bella claridad. Jamás tuviste en cuenta
que también los de la otra orilla te observan y piensan que posees mucha más felicidad,
pues ellos solo ven tu parte agradable. Tus pequeñas y grandes preocupaciones
no las conocen. Vivir feliz es un arte. Para ello conviene sentirse satisfecho.
La felicidad no está en la otra orilla. ¡Está en tu forma de ver tu orilla! Aprecia la orilla donde Dios te puso, y no
creas que la otra es la mejor, pues Dios te puso donde debes estar.
Enumera tus
bendiciones, todo lo positivo y gratificante que hay en tu propia vida, y
tendrás sentimientos de gratitud y alegría que te harán feliz. Está siempre
vigilante para no dejarte atrapar de la insatisfacción y descontento que
paralizarían tus energías. El desafío de tu vida es florecer allí donde Dios te
ha puesto, con la esposa/o que elegiste, con los hijos que Dios te ha dado. Que
él te proteja y bendiga. P. Natalio.
Señor,
bendice a mi familia
La oración es la llave que abre los tesoros del
cielo. Es el puente siempre accesible por el que llegamos a Dios. El arte de
orar es el arte de amar al Señor. Pero orar bien es un regalo de Dios. Por lo
tanto, implora que envíe su Espíritu para que llene tu corazón con el fuego de
su amor.
Señor, bendice a mi
familia, a mis amigos y a sus familias. Revélales tu amor y tu poder. Señor,
muéstrate en este momento: que donde haya dolor, nos des paz y consuelo y donde
haya duda, tengamos confianza porque creemos en ti. Jesús, visita mi casa y
llévate mis problemas, angustias y dolores. Señor, contágiame tu fuerza, para
que yo también pueda aceptar la voluntad del Padre. Hoy vengo a ti, lleno de
dolor, a llorar mis penas en tus brazos, Recurro a ti para que me libres y
destrabes de todos los males que me acechan y me impiden ser feliz. Espero
confiadamente en ti. Vivo confiadamente en ti.
La familia que reza
unida permanece unida y reproduce el clima de la casa de Nazareth: Jesús está
en el centro, se comparten con él alegrías y dolores, se ponen en sus manos las
necesidades y proyectos, se obtienen de él la esperanza y la fuerza para el
camino. Esa oración alcanza su culmen cuando la familia participa de la Misa del domingo. P. Natalio.
El círculo del odio
Cuentan que un importante señor gritó al director de su empresa, porque
estaba enfadado en ese momento. El director llegó a su casa y gritó a su
esposa, acusándola de que estaba gastando demasiado, porque había un abundante
almuerzo en la mesa. Su esposa gritó a la empleada porque rompió un plato. La
empleada dio una patada al perro porque la hizo tropezar. El perro salió
corriendo y mordió a una señora que pasaba por la acera, porque le cerraba el
paso.
Esa señora fue al hospital para ponerse la vacuna y que le curaran la
herida, y gritó al joven médico, porque le dolió la vacuna al ser aplicada. El
joven médico llegó a su casa y gritó a su madre, porque la comida no era de su
agrado. Su madre, tolerante y un manantial de amor y perdón, acarició sus
cabellos diciéndole:
"Hijo querido, prometo que mañana haré tu comida favorita. Tú
trabajas mucho, estás cansado y precisas una buena noche de sueño. Voy a
cambiar las sábanas de tu cama por otras bien limpias y perfumadas, para que
puedas descansar en paz. Mañana te sentirás mejor". Bendijo a su hijo y
abandonó la habitación, dejándolo solo con sus pensamientos...
En ese momento, se
interrumpió el círculo del odio, porque chocó con la tolerancia, la dulzura, el
perdón y el amor.
La familia: lo más bello
Con la esperanza de
poder pintar "lo más bello del mundo", un artista mientras recorría
su camino, preguntó a tres personas lo que creían que podía ser lo más bello en
este mundo.
"La fe",
le respondió un sacerdote: "la encontrarás en cada altar". "El
amor", le dijo una joven esposa. “El amor convierte la pobreza en riqueza,
endulza las lágrimas; convierte lo poco en suficiente. Sin él no hay bellezas”.
"La paz, es lo más bello del mundo", le respondió un soldado. "La
guerra es horrorosa. Donde hay paz, hay belleza".
"¡Fe, Paz,
Amor! ¿Cómo podré pintar un cuadro con estos tres valores?", cavilando, se
preguntaba el artista… Y al entrar de regreso en su casa, vio fe en los ojos de
sus hijos y amor en los ojos de su esposa. Y en el ambiente sereno de su hogar
percibió la paz que la fe y el amor habían creado. Cuando pintó "lo más
bello del mundo", pintó el Hogar.
¿A cuál
hijo quieres más?
Preguntó Dios a una
madre: —¿A cuál de tus hijos quieres más? Y ella respondió:
—Señor, al ausente,
hasta que vuelva; al enfermo, hasta que sane; al triste, hasta que de nuevo
esté alegre; al preso, hasta que recobre la libertad; al que sufre, hasta que
se sienta consolado; al malo, hasta que otra vez sea bueno; al que le falta
todo, hasta que no le falte nada; al descarriado, hasta que retorne al buen
camino; al que está solo, hasta que no padezca de su soledad. onmovido, dijo
entonces Dios: —No sé por qué dudan algunos de que hay un Dios en el cielo, si
hay tantas madres como tú en la tierra.
El amor auténtico se manifiesta en servir,
ayudar, proteger. “Obras son amores, y no buenas razones”, dice el refrán
español. Bajar a lo concreto, aterrizar en la realidad de la vida, es el signo
del amor maduro. Evidentemente esto requiere sacrificio, entrega y olvido de sí
mismo. P. Natalio.