domingo, 26 de octubre de 2014

26 octubre 2014 – Domingo 30º A – Amar a Dios y al prójimo – Resonancias
Mateo 22, 34-40

Norma de oro puro
En una carretera española, de Salamanca a Valladolid, un sacerdote tuvo un accidente. Cayó de su motocicleta y se quedó consciente, pero sin poder moverse. Y sentía cómo pasaban los coches sin detenerse; alguno se detenía y decía: “Está muerto, ya no hay nada que hacer”, y seguía su camino. Él creía que iba a morir y nadie lo auxiliaba, hasta que, por fin, alguien se detuvo y lo llevó al puesto de socorro más cercano. Éste es un caso real, actualizado, de la parábola del buen samaritano. ¡Cuántos hay que dicen: “No tengo tiempo para ayudar, tengo prisa”! Pero, si ellos estuvieran en su lugar, ¿no les gustaría que los ayudaran?

Por eso, Jesús nos da la regla de oro para vivir y amar: “Haz a los demás lo que quieras que te hagan a ti” (Mt 7,12). 0 como dice el libro de Tobías: “No hagas a nadie lo que no quieras para ti” (Tob 4,15). Si nos gusta que nos sirvan, que nos quieran, que nos sonrían, que nos traten bien, hagámoslo también a los otros. No nos gusta que nos mientan, que nos insulten, que nos hagan sufrir, no lo hagamos tampoco a los demás. P. Ángel Peña. (Ver www.autorescatólicos.org)

Sonriente y feliz
Recuerdo el cuento de una niñita muy triste, que nunca sonreía y creía que nadie la quería. Un día salió al campo y se encontró una mariposa atrapada en un matorral. La liberó y, entonces, la mariposa se le manifestó como un hada maravillosa, que le agradeció su gesto de bondad y le dio un secreto para ser feliz. Le dijo: “Aunque los hombres parezcan autosuficientes, no lo creas. Todos necesitan de ti para ser felices“. Desde aquel día, cambió totalmente su actitud mental.  Y convencida de que todos la necesitaban para ser felices, hacía todo lo posible por ayudarles. Los saludaba y les sonreía siempre y estaba bien atenta a ver dónde había una persona triste para consolarla o un pobre que la necesitaba o alguien, a quien servir. De esta manera, aquella niña tímida y seria se convirtió en una persona amable, sonriente y feliz. Era feliz, haciendo felices a los demás.  Y, cuando después de un tiempo les descubrió su secreto, todos quisieron aprender la lección y se esforzaron por hacerse mutuamente felices. Así consiguieron que, en aquel pueblo, reinara siempre el amor, la alegría y la paz. Ángel Peña. (Leer su libro “Siempre triunfa el amor”).

Obedecer es amar
 Cierto día un muchacho, desobedeciendo a sus padres, se fue a nadar. No había gente y él se lanzó al mar, seguro de su destreza; pero las olas eran fuertes y lo fueron arrastrando mar adentro. Se estaba ahogando, cuando alguien pasó por allí, lo vio y, sin pensarlo dos veces, se lanzó a auxiliarlo y lo salvó. Cuando estuvo a salvo, el joven le dijo: “Gracias, por haberme salvado la vida “. Y el otro le respondió: “Demuéstrame que ha valido la pena haberte salvado. Dios te ha dado una segunda oportunidad”. Desde aquel día, el joven se esforzó en estudiar más y en obedecer. Quería demostrar a todos que su vida no había sido salvada en vano.


Ama a todos y respétalos
Sé siempre positivo, no veas sólo el lado negativo y pesimista de las cosas. No permitas, a tu lado, hablar mal de otras personas. No cuentes chismes de nadie. Nunca hables mal de nadie. Si no puedes hablar bien, no hables, pero no hables mal. Y recuerda: “No hables, sino para decir algo mejor que el silencio“. Cuida tus palabras para no ofender. No permitas que, a tu alrededor, se fomenten sentimientos de racismo, de odio o de violencia contra nadie. Ama a todos y respétalos por encima de sus ideas. Promueve siempre la paz y la tranquilidad en todas partes.

No te dejes dominar ni condicionar por los sentimientos negativos de los demás. Un día un amigo mío fue al puesto de periódicos a comprar uno y se encontró por el camino con un borracho que le insultó todo lo que quiso, pero él siguió tranquilo e imperturbable, riéndose del incidente. Al llegar al puesto de periódicos, el vendedor le respondió con malas palabras a sus “Buenos días “, hablando pestes del Gobierno, del tiempo y de otras cosas, pero él se despidió con un cariñoso “Hasta luego “. Y me dijo: “No puedo permitir que esas personas decidan por mí cómo debo sentirme. No me puedo dejar llevar de su provocación para sentirme mal. Si les contesto mal, habrían conseguido amargarme el día, pero no puedo permitírselo. Pienso que son personas buenas, pero equivocadas y que no saben vivir con alegría la vida de cada día. Todo lo ven negro y oscuro y, por eso, son pesimistas y amargados “.Ángel Peña. (Ver www.autorescatólicos.org)

Agradecer es amar
Agradecer significa valorar los bienes recibidos y no desperdiciarlos. No podemos exponer la vida a peligros inútilmente, como tantos jóvenes que juegan a la “ruleta rusa”, conducen en estado de ebriedad o a gran velocidad. También significa cuidar con esmero los dones recibidos. No malgastar el dinero, evitar excesos que dañen la salud, salvar a toda costa la unión y el amor de la familia y desarrollar al máximo los talentos recibidos.

Agradecer supone devolver, amor por amor. Qué hermoso es cuando un esposo, reconociendo lo que su esposa hace por él, le da una flor, unos dulces, le dice unas palabras de amor o le escribe una tarjeta: “Gracias por tu vida, por el cuidado de los niños, por la comida de todos los días, por ser tan buena conmigo y por el cariño con que me cuidas y me haces feliz. Te quiero mucho “. El agradecimiento es como un fuego, que aumenta el amor y da ánimo para seguir amando. Ciertamente, debemos amar y ser agradecidos con todos, pero de modo especial con nuestros familiares y amigos. Ángel Peña. (Leer su libro “Siempre triunfa el amor”).

Dios te ama así como eres
No te estés lamentando continuamente de tu pasado, de tus errores o deficiencias. Dios te ama así como eres y quiere hacerte feliz. Tú eres imprescindible para la gran tarea de la salvación del mundo. Los demás te necesitan para ser felices. No lo olvides.

No te importe, si te lo agradecen o no, no te preocupes de si te hacen daño o no. Sé bueno, aunque los demás sean malos; sonríe, aunque, no te sonrían; ayuda, aunque no te ayuden. Dios te lo recompensará y sentirás dentro de ti una alegría que nadie te podrá quitar. Rompe la barrera de egoísmo que hay en el mundo y da sin esperar recompensa y sin pensarlo demasiado. Y Dios te bendecirá, como bendijo a Delizia Cirolli. En 1975 fue llevada a Lourdes por sus padres, cuando sólo tenía 11 años, desde su Sicilia natal. Ella tenía osteosarcoma, un cáncer a la pierna derecha, que era incurable. Al llegar a Lourdes y ver tantos enfermos, ella se olvidó de sí misma y empezó a orar por los otros para que Dios los sanara... Y Dios la curó a ella. Ahora va todos los años a Lourdes a ayudar a otros enfermos que la necesitan.

Perdonar es amar
Había un matrimonio que llevaba un año sin hablarse. El esposo había sido infiel y ella, al enterarse, no lo quiso perdonar ni hablar. Él  estaba desesperado, porque amaba a su esposa y a sus hijos y no quería volver a serle infiel. Ella insistía en que se fuera de casa, porque ya no había amor entre ellos. El decidió irse, pero, la víspera, vino a visitarme. Yo le aconsejé que esperara una semana. Que fuera todos los días a visitar a Jesús en el sagrario y le pidiera por su hogar. Le hice ver cuánto había ofendido a su esposa y lo ofendida que estaba. Se sentía despreciada y traicionada. El comenzó a llorar, arrepentido. Le pedí que, después de  una semana, le hablara a su esposa y le pidiera perdón y vinieran los dos a verme.

A los pocos días, vino ella a hablar conmigo, no podía perdonarlo. Yo le hablé y aceptó darle una nueva oportunidad, si era sincero. Los envié a un retiro de Encuentros Matrimoniales. Y, al salir, llegaron felices a decirme que se habían reconciliado y que habían decidido casarse por la Iglesia. Dios los bendijo con nuevos hijos y ahora son dirigentes de un grupo de matrimonios. Dios hizo el milagro, sanó sus profundas heridas y, cuando ya estaban al borde de la separación, resucitó su amor y les dio una nueva vida de amor. Hoy este hogar es un oasis de paz, de cariño y armonía. “Cree en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia” (Hech 16,31). Padre  Ángel Peña.

La raíz de los problemas sicológicos
La misma psiquiatría moderna nos habla de que el desamor está en la raíz de todos los problemas sicológicos y que éstos se curan con amor. Por eso, la fe en Dios y vivir de su amor será la mejor cura para estos males. Decía el famoso psiquiatra Angyal que “el amor está en la esencia misma de todos los problemas de la personalidad”. Firenzi aseguraba que “el amor del médico cura al paciente“. Meninger, en su libro “El amor contra el odio “, dice: “El amor es la única respuesta satisfactoria al problema de la existencia humana... El amor es la clave de todo programa terapéutico de un hospital moderno... El amor es la medicina para la enfermedad del mundo actual”. Ángel Peña. (Leer su libro “Siempre triunfa el amor”).

domingo, 19 de octubre de 2014

19 octubre 2014 – Domingo 29º A – Dios y el César – Resonancias
Mateo 22, 15-21


Compartir el mejor maíz
La generosidad es una virtud que te pone en sintonía con Dios que es todo amor y donación de sí mismo. Cada día puedes empezar a ser generoso en gestos pequeños. Con la práctica se te irá abriendo el corazón, descubrirás la alegría de dar y comprobarás, maravillado, que recibes mucho más de lo que das.

Un agricultor, cuyo maíz siempre había obtenido el primer premio en la Feria del Estado, tenía la costumbre de compartir sus mejores semillas de maíz con todos los demás agricultores de los contornos. Cuando le preguntaron por qué lo hacía, dijo: "En realidad, es por puro interés. El viento tiene la virtud de trasladar el polen de unos campos a otros. Por eso, si mis vecinos cultivaran un maíz de clase inferior, la polinización rebajaría la calidad de mi propio maíz. Ésta es la razón por la que me interesa enormemente que sólo planten el mejor maíz"

Más bien que buscar el beneficio personal, pregúntate cómo puedes servir. En lugar de querer poseer más, trata de compartir tus bendiciones, guiado solamente por el deseo de ayudar a satisfacer las necesidades de los otros. Hay quienes poseen poco y lo dan todo. Estos son los que creen en la vida y en su generosidad, y su cofre jamás se verá vacío.

Búsqueda de Dios
El salterio (colección de150 salmos) comienza proclamando la bienaventuranza del hombre que busca a Dios con sinceridad: Dichoso el hombre que, guardando los preceptos del Señor, lo busca de todo corazón (S. 1). Dios no abandona al que lo busca (S. 9). Los ricos empobrecen y pasan hambre, los que buscan al Señor no carecen de nada (S 34). Aprovecha para tu oración estos textos que siguen:

Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío. Tiene sed de Dios, del Dios vivo, ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? (42). Oigo en mi corazón: “Buscad mi rostro”. Tú rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro (27). Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti, mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua (63). Dichosos los que viven en tu casa, Señor, alabándote siempre. Un solo día en tu casa vale más que otros mil (84). ¿Por qué te acongojas, alma mía, por qué te me turbas? Espera en Dios que volverás a alabarlo: "Salud de mi rostro, Dios mío" (42).

Los salmos son poesía: estados de ánimo, emociones, evocaciones que el poeta quiso comunicar a su pueblo. Las emociones hacia Dios no surgen, si no encuentran un clima adecuado de silencio y de amor en el lector. Los salmos son portadores de una densa carga experimental de Dios. Alimenta tu oración con este excepcional regalo del Señor. P. Natalio.

Generosidad es amor 
Una niñita llamada Luz sufría una extraña enfermedad. Su única oportunidad era una transfusión de sangre de su hermanito de 5 años, que había sobrevivido por milagro a la misma dolencia y tenía los anticuerpos para combatirla. El doctor preguntó al niño si estaba dispuesto a dar su sangre a la hermanita. Dudó un momento, pero luego dijo: Si, lo haré, si eso salva a Luz. Durante la transfusión estaba acostado al lado de la hermana. Había sonrisas al ver cómo retornaba el color a las mejillas de la niña. Entonces la cara del niño se puso pálida. Miró al doctor y le preguntó con voz temblorosa: ¿A qué hora empezaré a morirme?  Pensaba que le daría toda su sangre a la hermanita. Y aún así se la daba.

El mal ha entrado en el mundo por la puerta del egoísmo humano, que es negación del amor y búsqueda desenfrenada del propio bienestar. Pero también hay personas pobres que distribuyen sonrisas; enfermos que sufren, pero nos comunican fortaleza; gente ofendida que supo perdonar. ¿Cuál es el secreto de todas esas personas? ¡Han decidido amar siempre! Que pases por el mundo desparramando amor.

El abad generoso
En un monasterio había un abad generoso. Jamás negaba hospitalidad a un mendigo, y daba en abundancia. Pero sucedía que cuanto más daba, más prosperaba el monasterio. Al morir, fue reemplazado por un abad mezquino. Un día, llegó un anciano que pidió alojarse. Recordaba que una vez le habían dado hospedaje. El abad se lo negó, pues ya no podían darse ese lujo.

—Nuestra abadía no puede albergar a nadie, como cuando éramos prósperos. Ya nadie hace ofrendas.
—No me sorprende –dijo el anciano–  creo que se debe a que echaron a dos hermanos del monasterio.
 —Jamás hemos hecho eso –dijo serio el abad.
—Sí, lo hicieron –replicó el anciano– eran gemelos: uno se llamaba “Dad” y el otro “Se os dará”. Como echaron a “Dad, “Se os dará” resolvió irse también.

El egoísmo atrofia al hombre, que sólo en la donación generosa a los demás.encuentra su madurez y plenitud. Si te preocupas demasiado por ti mismo y tu propio entorno, si vives para acumular dinero y comodidades, no te quedará tiempo para los demás. Si no vives para los demás, la vida carecerá de sentido para ti, porque la vida sin amor no vale nada. P. Natalio.

Demasiado tarde
La Iglesia –Madre y Maestra- teme por nosotros. Contempla a tantos hijos suyos “adormilados”, desprevenidos, como si esta vida no acabara nunca. Ve con alarma cómo esta sociedad paganizada nos aparta de lo único necesario, y nos recuerda a menudo las palabras de Jesús: “Estén preparados, porque no saben el día ni la hora”.

En una iglesia había un mensaje gráfico que describía las distintas etapas de la vida: Se veía un niño jugando y por comentario abajo: “demasiado pequeño para pensar en Dios”. Luego un joven tocando batería, y decía: “demasiado metido en sus cosas y autosuficiente para pensar en Dios”. Después un novio con su novia y decía abajo: “demasiado enamorado para pensar en Dios”. Había también un hombre de negocios muy preocupado,  “con demasiados problemas en la cabeza para pensar en Dios”. Y finalmente un tumba con su lápida, cruz y corona de flores. “Demasiado tarde para acordarse de Dios”.

La salvación es una responsabilidad personal. Nadie puede comer por mí, ¿verdad? Ocurre lo mismo en la vida espiritual. Nadie puede ser bueno por mí. La virtud no se presta. Sólo yo puedo decidir por mí y ser caritativo, fiel, paciente, piadoso. Yo soy responsable de la dirección que doy a mi vida . Piénsalo y decídete. P. Natalio.

Cultura cívica
Necesitamos crecer en cultura cívica para involucrarnos en el control de la gestión gubernativa. Es importante que el ciudadano esté alerta para que se respete la vida, don de Dios y el primero de todos los derechos, desde el momento de la concepción hasta su fin natural. Busquemos afianzar el bien común con leyes justas cumplidas en conciencia por cada uno.

Con paso acompasado, iba la cigüeña matando y tragando por familias enteras los sapos, las lagartijas y demás inocentes bichos del pantano. La llanura resonaba con el triste coro de sus ayes y de sus maldiciones. La cigüeña, impasible, seguía su obra, indiferente a las quejas. Le parecía que todos esos infelices metían demasiada bulla y que harían mejor en callarse... Junto al bañado, conversaban la mulita, la vizcacha y el zorrino.
Ahí está la cigüeña, –dijo la mulita–. Ha venido a pasar su temporada. Da gusto pasar un rato con tan buena persona.
Cierto, es muy buena persona, -afirmó el zorrino.
¡Excelente persona! -dijo la vizcacha. Y los tres repitieron convencidos:
¡Excelente persona! “Según el juez, es el juicio”. (G. Daireaux).   

Movamos los mecanismos oportunos para que la gestión social, política y económica se oriente a una mayor equidad en la participación de los bienes espirituales, culturales y materiales, buscando el progreso de todos y, por lo tanto, y en primer lugar, el de los más desfavorecidos. Todos debemos revalorizar la Política como arte de la convivencia humana.

domingo, 12 de octubre de 2014

12 octubre 2014 – Domingo 28º A – Fiesta del Cielo – Resonancias
Mateo 22, 1-14

Experiencia cercana a la muerte
En la revista italiana Luce e ombra se refería el testimonio de un oficial norteamericano, que incluso dio su testimonio en televisión italiana, el 1 de marzo de 1982, en el programa Italia Sera. He aquí el testimonio: El 20 de mayo de 1969 tomé parte en un combate en Vietnam. Durante la batalla, los proyectiles volaban por todas partes. Fui herido gravemente y perdí, como pueden ver, las dos piernas y un brazo. Me di cuenta de que me moría, pues estaba perdiendo mucha sangre. Salí de mi cuerpo y vi a los compañeros de mi batallón, que también habían muerto antes que yo. Todos estaban inmersos en una luz y se comunicaban entre ellos como leyendo el pensamiento. Después vino el helicóptero y me llevaron al hospital.
Vi que me cubrían el rostro con una sábana como se hace siempre con los muertos. No sentía nada, pero creía que estaba muerto. También los médicos creían que estaba muerto e iban a comenzar a embalsa-marme, cuando uno de ellos levantó la sábana y me hizo llevar de inmediato a la sala de operaciones. Recuerdo haber querido detener al doctor, pues no quería que me operase. Me desperté diez días después de haber sido herido. He estado en coma diez días y, durante todo ese tiempo, me comunicaba con mis compañeros muertos y tenía una sensación de bienestar, no queriendo regresar a la vida. Cuando me desperté, conté a los doctores muchos detalles de lo que había sucedido en la sala de operaciones. Ellos quedaron asombrados. Pero lo importante es que hoy, a doce años de distancia, por efecto de esta experiencia, creo en la existencia del más allá y creo sin duda que existe Dios.

Cristo vestido de blanco
Un hombre que, en agosto de 1975, tuvo que afrontar una operación a corazón abierto, dice: Recuerdo que estaba atravesando un puente de madera sobre una corriente de agua y vi que en la otra parte estaba Cristo con vestido blanco. Sus dientes eran muy blancos y sus ojos azules... Me di cuenta de que yo había muerto y que todo aquello era muy real. Cuando me acerqué, quería convencerme de que realmente era Él. Miré a sus manos y allí estaban las marcas de los clavos. Yo tenía mucha paz. Él me estaba sonriendo y diciéndome que debía volver atrás, y así lo hice.
Otro ejemplo. Soy una estudiante de 19 años, el año pasado, junto a mi novio, tuvimos un choque con un autobús. Nosotros íbamos en una moto. Yo caí y me golpeé en dos puntos y así quedé en coma total por tres meses. A la mitad de este período, estuve en peligro de muerte. Nosotros dos hemos visto a Jesús, un señor descalzo con rostro joven, cabellos largos, barba y túnica. Me llamaba y me decía: “Elena, no te desesperes, deberás sufrir un tiempo, pero acuérdate que volverás con tus seres queridos y con tus amigos. Recuerda que estoy contigo, especialmente, en los momentos más difíciles”. Mi novio también vio a Jesús crucificado mover su brazo izquierdo, colocándolo después de nuevo en la cruz.

Su amor me llenó de alegría
La señora Betty Eadie cuenta su experiencia y dice: Vi una luz a la distancia. Al acercarme, observé la figura de un hombre, con la luz a su alrededor. Era más brillante de lo que se pueda describir, más brillante que el sol. Sentí el más incondicional de los amores que jamás haya sentido y vi sus manos abiertas para recibirme. Fui hacia Él y me abrazó. Recuerdo que me decía a mí misma: Estoy en casa, finalmente estoy en casa. Yo sabía que era mi Dios, mi amigo y mi Salvador. Era Jesucristo, el que siempre me había amado. Él era el mismo amor y su amor me llenó de alegría y felicidad. De nuevo abrió sus brazos y me dejó ir, diciéndome: “Todavía no es tu tiempo”.

¿Crees tú en Dios? ¿Crees que Jesús es tu Dios, tu Señor y Salvador? ¿Crees que Él te está esperando después de la muerte con todo su amor para hacer juntos una evaluación de tu vida?

Todo sucede por un propósito
Beverley Brodsky había crecido como atea en un ambiente familiar materialista, en Filadelfia. Era de familia judía y desde que se enteró del holocausto, tenía resentimiento contra Dios, preguntándose cómo Dios había podido permitirlo. A sus 17 años, su padre murió de un ataque al corazón y su madre tuvo una grave crisis emocional. A los 19 años, no pudiendo soportar más el ambiente familiar, se fue a vivir a California. En julio de 1970, debido a un accidente de moto en Los Ángeles, se fracturó el cráneo y varios huesos. Estuvo dos semanas en el hospital. Al regresar a casa, pensó que esa sería su última noche y rezó a Dios (a pesar de decirse atea), porque no quería vivir más. Su dolor era insoportable al pensar que ningún hombre la amaría jamás por su apariencia, ya que su cara había sido desfigurada por el accidente. Por eso, creía que no tenía ninguna razón para vivir y deseó con fuerza morirse. Al poco rato, se encontró flotando en su habitación, mirando su cuerpo desde arriba. De pronto, un ser de luz la envolvió con una fuerte luminosidad.

Dice: El ángel de luz, gentilmente, me dio su mano y con él viajé una larga distancia hacia la LUZ. Aquella LUZ era toda amor, compasión, sabiduría y verdad. Y, desde lo profundo de mi alma, surgió una certeza: Yo, exactamente yo, estaba en la presencia de Dios. Entonces, le he dirigido varias preguntas, pidiendo explicación por tantas injusticias que había visto en el mundo. Me di cuenta de que Dios conoce todos nuestros pensamientos... Estoy segura de haberle preguntado el porqué de los sufrimientos de mi pueblo. Recuerdo la respuesta: Hay una razón para todo lo que sucede, aunque parezca horrible y sin sentido. Yo me dije: Todo sucede por un propósito... De pronto, sin saber cómo ni por qué, me encontré dentro de mi cuerpo, pero me sentía como en éxtasis, llena de amor y alegría. 

“Cambié mi modo de vivir”
En marzo de 1988, Neevon tuvo un accidente durante un partido de baseball, y dice: Me di cuenta de que no estaba en mi cuerpo físico y no sentía ningún dolor. Vi a dos de mis compañeros, que estaban arrodillados delante de mi cuerpo, y oí todo lo que decían... De pronto, se me presentaron todas las escenas de mi vida desde el principio hasta el final, y vivía lo que los demás sentían ante tales escenas. Veía también las repercusiones de mis acciones sobre los demás, fuera bueno o malo. La revisión de mi vida fue lo más hermoso que he visto y, al mismo tiempo, lo más horrible que he experimentado, de acuerdo a mis acciones... Durante la revisión de vida, yo sentía que alguien estaba a mi lado como un padre que me aconsejaba.

Esta experiencia me ha hecho cambiar mi modo de vivir. Yo era muy introvertido y no tenía amigos. Ahora soy muy conocido por todos y tengo muchos amigos. Antes era rebelde y pesimista. Ahora soy optimista. Yo sé que todo ha sucedido por una razón. Mi principal deseo ahora es amar a todo el mundo. El dinero y las cosas materiales son cosas secundarias para mí. Ahora soy más generoso con mi tiempo y mis cosas, y sé compartir. Mi experiencia ha sido lo mejor que me ha sucedido. Sin ella, no sería ahora tan feliz.

“Fue una bendición de Dios”
Jay tenía 36 años. Trabajaba en Las Vegas en un periódico y le gustaba la vida divertida. Dice: Un día estaba en una fiesta. Tomé droga que alguien me regaló y no sé lo que pasó. Sentí mi cuerpo fuera de mí en una terrible oscuridad. Era la eternidad. Era el vacío increíblemente doloroso, y sentía que era para siempre. Ahora sé lo que significa infierno, porque era el infierno. Era la ausencia de todo, la ausencia de amor y de emociones, un absoluto vacío. Nunca olvidaré el dolor que sentía.  Era un dolor, no físico sino emocional, sicológico y espiritual. Yo estaba convencido de que nunca saldría de allí y reviví la historia de mi vida brevemente. Lo vi como un aviso, como un juicio. Yo grité a Dios y fue el poder de Dios y su misericordia, quien me permitió regresar.

Ahora sé que Dios tiene control de todo lo que sucede y eso fue un aviso de Dios. Lo que me sucedió fue una bendición de Dios. Por eso, ahora ya no tomo drogas y rezo. Ahora temo la muerte. La vida en la tierra es muy breve, pero la eternidad es para siempre. A mí se me ha dado una nueva oportunidad. La muerte no es el final.

Conclusión
Podemos decir con toda claridad que esta vida es una oportunidad que Dios nos da para aprender a amar. Y como el tiempo es limitado y no sabemos hasta cuándo tendremos tiempo disponible, debemos aprovecharlo bien para aprender la gran lección de amar y hacer siempre el bien a los demás. De ahí que el suicidio sea un gravísimo error, al acortar voluntariamente el tiempo de vida disponible y, por eso, los suicidas que regresan del más allá, reconocen su gran error y prometen nunca más volver a cometerlo.

Recomiendo leer en www.autorescatolicos.org “Experiencias del más allá”, del P.

domingo, 5 de octubre de 2014

5 octubre  2014 – Ntra. Sra. del Rosario A – Testimonios – Resonancias
Lucas 1, 27–39   

Gracias y bendiciones del Rosario
El famoso arzobispo de Nueva York y gran predicador de la televisión norteamericana Fulton Sheen, dice: “El rosario es un medio de oración incomparable. Insisto mucho en sus efectos espirituales, porque me son bien conocidos. He visto salvarse milagrosamente a jóvenes gravemente heridos en accidentes; he visto una madre en peligro durante el parto, librarse de la muerte propia y salvar a su hijo.
He visto alcoholizados que se han vuelto sobrios; vidas licenciosas que se han espiritualizado; descarriados que han vuelto a la fe; familias sin hijos que han sido bendecidas con la deseada prole; soldados que han salido ilesos del combate; angustias espirituales superadas; paganos que se han convertido”.

Judío convertido
“Conozco un judío, que durante la guerra mundial se escondió con otros cuatro soldados austriacos en el hoyo producido por una bomba. Pedazos de metralla saltaban por todos partes. De repente, una bomba mató a los cuatro compañeros. El judío tomó el rosario de uno de éstos y empezó a rezarlo. Lo sabía de memoria por haberlo oído rezar muchas veces. Al terminar la primera decena, le pareció que debía salir de aquel embudo. Se arrastró por el barro y suciedad y se metió en otro agujero. En aquel momento, estalló otra bomba en el hoyo que había dejado.

Al final de cada decena, fue trasladándose de refugio, y cuatro explosiones se sucedieron en los hoyos abandonados por él. Salvó su vida y en agradecimiento se propuso dedicarla a Nuestro Señor y a Nuestra Santísima Madre. Terminada la guerra, hubo de pasar por nuevos sufrimientos: su familia había sido aniquilada por Hitler, pero él mantuvo su promesa. Lo bauticé el año pasado y ahora está estudiando para sacerdote”.  Mons. Fulton Sheen.

Un misionero confiesa a un mudo
En 1959, el padre redentorista Luis Larrauri confesó a un mudo. Dice así: Después de haber dirigido una misión popular, el hijo de un caballero me suplicó que fuera a confesar a su padre, que llevaba tres meses mudo y estaba gravísimo por efectos de una embolia. Fui a su casa y entré en la habitación del enfermo. Le dije: Esté usted tranquilo, yo le haré preguntas y usted me responde sí o no con la cabeza.
Entonces, el caballero rompió a llorar. Y con voz alta y distinta se confesó. ¡Yo no salía de mi asombro! Y él me dijo: Padre, usted va a comprender inmediatamente por qué hablo en estos momentos. Desde los diez años tomé la costumbre de rezar por la mañana y por la tarde las tres avemarías, que me aconsejaron los misioneros. Desde los catorce años, perdí toda práctica religiosa, menos las tres avemarías. Ningún día las omití, pidiendo también la gracia de no morir sin hacer una buena confesión, porque necesitaba confesarme bien desde mi primera comunión a  los ocho años… Al terminar la confesión, quedó mudo otra vez. A las doce de la noche, de ese mismo día, había muerto en la paz de Dios.

Un ramo de flores para la Virgen
Mi amigo, el padre José Cuperstein, párroco en una parroquia de Lima, me contaba cómo cuando era todavía de religión judía, fue la noche del 24 de septiembre de 1982 a cenar con sus padres al restaurante Agua Viva, dirigido por laicas consagradas.
A la entrada, le impactó una linda imagen de María y, por un impulso interior, le pidió que ayudara a su padre enfermo. Al final de la cena, las hermanas cantaban el Ave María y eso lo emocionó mucho. A raíz de la fecha, todos los meses mandaba un ramo de flores para la Virgen.
Y María lo recompensó más de lo que podía haber imaginado. Al poco tiempo, sintió deseo de hacerse católico y, más tarde, el deseo de ser sacerdote. A pesar de algunas dificultades, pues había sido casado y tiene dos hijos, pudo recibir la ordenación sacerdotal el 7 de octubre de 1993. Todo comenzó por un ramo de flores, ofrecido con amor todos los meses a María. Actualmente, el padre José es un enamorado de María, pues su conversión se la debe a ella.
Las sonrisas de María
Un caso extraordinario ocurrió en los Estados pontificios el año 1796. Las sonrisas de María comenzaron el 25 de junio de ese año en Ancona (Italia), cuando una imagen de María, de la catedral de la ciudad, conocida bajo el título de Reina de todos los santos, comenzó a tomar vida, abriendo y cerrando los ojos, mirando con amor a los presentes y sonriendo. En una oportunidad, hasta brilló durante todo el día con luz sobrenatural. La imagen era un cuadro pintado de la Virgen, de unos cincuenta centímetros. Ese fue el comienzo de la serie de prodigios, que conmovieron a los Estados pontificios durante nueve meses y que no tienen parangón en la historia del cristianismo.
El 9 de julio, las sonrisas comenzaron en Roma y se sucedieron en otras ciudades, dentro de los Estados de la Iglesia. Esto produjo una avalancha de confesiones y conversiones nunca antes vista. Muchos, incluso protestantes y musulmanes, se convertían. Se organizaron misiones populares, procesiones y oraciones públicas, día y noche, ante las imágenes vivientes que miraban con amor a los devotos y sonreían.
En total, fueron por lo menos 122 imágenes, 2 de santos (san Antonio de Padua y san Liberato), dos crucifijos y el resto, imágenes de la Virgen. Eran imágenes pintadas o esculpidas, que se encontraban en capillas, casas particulares, calles y plazas públicas, a la vista de todos.

Los perfumes de María
La Virgen María (Nuestra Señora de Laus)  se apareció en 1664 en Saint-Le-Laus (Francia) a Benita Rencurel, unas pastorcita de diecisiete años de edad, mientras rezaba el rosario. Se le apareció otras veces, enseñándole las letanías y pidiendo que las rezara todas las tardes en la iglesia. Un día le dijo que buscara una capilla en Laus (que significa lago). Fue a buscarla por las montañas hasta que la encontró por un maravilloso perfume que despedía el lugar. Era una capilla antigua, dedicada a María. Y allí la esperaba la Virgen. A partir de ese día, subía todos los días a encontrarse con Ella durante dos o tres horas.
Un día la Virgen le pidió la construcción de un santuario allí mismo y la preparación de los peregrinos para la confesión y comunión. A partir de la Pascua de 1666, comenzaron a salir de la capilla unos fuertes y agradables perfumes que atrajeron a mucha gente y así comenzaron las peregrinaciones constantes, con las consecuentes conversiones y curaciones. En la actualidad, hay un importante santuario en el lugar. Los peregrinos se arrodillan ante el Santísimo y ungen sus dedos con el aceite de la lámpara, pues según dijo María a la vidente: El contacto con este aceite, en una actitud de fe, producirá curaciones físicas y espirituales.
Pero lo más asombroso de este lugar son los maravillosos perfumes que todavía se pueden percibir después de tantos años. Es un caso único y excepcional en la historia.

Jóvenes misioneras
El 7 de julio la iglesia celebra la memoria de beata María Romero Meneses, Hermana salesiana, nacida en Nicaragua (1902-1977); pero, pasó la mayor parte de su vida en Costa Rica. Tuvo la capacidad de transmitir su espíritu de misionera a un numeroso grupo de jóvenes que envió a dar catecismo por los barrios más pobres de San José, capital de Costa Rica.

Las chicas Emilia y Blanca, catequistas preparadas por Sor María Romero, misionaban en un pueblo muy humilde preparando niños a la comunión. Como no tenían donde dormir, una amiga consiguió que su padre les cediera un galpón lleno de cosas. Cansadas, se acostaban sobre un banco. Entre sueños oían a veces un chip, chip, más bien raro, sibilante, pero pensaban que habría allí un clueca con sus pollitos. La misión salió a las mil maravillas. Volvieron a la ciudad y contaron lo que habían escuchado. “Pero  chicas, aquel chip, chip, no es de pollitos, sino de serpientes”. Unos días después Blanca recibió una carta de su amiga quien le decía que su padre, al barrer el galpón, encontró entre el pasto seco dos serpientes. Sor María Romero comentó: “La Virgen es muy buena, ella las libró si no de una muerte cierta, al menos de un susto tremendo, démosle gracias”.

Esa fue una de tantas aventuras que afrontaron aquellas jovencitas para llevar el mensaje del Evangelio a los desprovistos de todo. Pero las sostenía esa fe y ardor apostólico que irradiaba Sor María Romero, coordinadora de más de treinta centros catequísticos en los que enseñaban a conocer, amar y servir a Dios. ¿Por qué no irradiar la fe que hay en tu corazón?  P. Natalio.
Gracias por tu visita!!!