domingo, 26 de octubre de 2014

26 octubre 2014 – Domingo 30º A – Amar a Dios y al prójimo – Resonancias
Mateo 22, 34-40

Norma de oro puro
En una carretera española, de Salamanca a Valladolid, un sacerdote tuvo un accidente. Cayó de su motocicleta y se quedó consciente, pero sin poder moverse. Y sentía cómo pasaban los coches sin detenerse; alguno se detenía y decía: “Está muerto, ya no hay nada que hacer”, y seguía su camino. Él creía que iba a morir y nadie lo auxiliaba, hasta que, por fin, alguien se detuvo y lo llevó al puesto de socorro más cercano. Éste es un caso real, actualizado, de la parábola del buen samaritano. ¡Cuántos hay que dicen: “No tengo tiempo para ayudar, tengo prisa”! Pero, si ellos estuvieran en su lugar, ¿no les gustaría que los ayudaran?

Por eso, Jesús nos da la regla de oro para vivir y amar: “Haz a los demás lo que quieras que te hagan a ti” (Mt 7,12). 0 como dice el libro de Tobías: “No hagas a nadie lo que no quieras para ti” (Tob 4,15). Si nos gusta que nos sirvan, que nos quieran, que nos sonrían, que nos traten bien, hagámoslo también a los otros. No nos gusta que nos mientan, que nos insulten, que nos hagan sufrir, no lo hagamos tampoco a los demás. P. Ángel Peña. (Ver www.autorescatólicos.org)

Sonriente y feliz
Recuerdo el cuento de una niñita muy triste, que nunca sonreía y creía que nadie la quería. Un día salió al campo y se encontró una mariposa atrapada en un matorral. La liberó y, entonces, la mariposa se le manifestó como un hada maravillosa, que le agradeció su gesto de bondad y le dio un secreto para ser feliz. Le dijo: “Aunque los hombres parezcan autosuficientes, no lo creas. Todos necesitan de ti para ser felices“. Desde aquel día, cambió totalmente su actitud mental.  Y convencida de que todos la necesitaban para ser felices, hacía todo lo posible por ayudarles. Los saludaba y les sonreía siempre y estaba bien atenta a ver dónde había una persona triste para consolarla o un pobre que la necesitaba o alguien, a quien servir. De esta manera, aquella niña tímida y seria se convirtió en una persona amable, sonriente y feliz. Era feliz, haciendo felices a los demás.  Y, cuando después de un tiempo les descubrió su secreto, todos quisieron aprender la lección y se esforzaron por hacerse mutuamente felices. Así consiguieron que, en aquel pueblo, reinara siempre el amor, la alegría y la paz. Ángel Peña. (Leer su libro “Siempre triunfa el amor”).

Obedecer es amar
 Cierto día un muchacho, desobedeciendo a sus padres, se fue a nadar. No había gente y él se lanzó al mar, seguro de su destreza; pero las olas eran fuertes y lo fueron arrastrando mar adentro. Se estaba ahogando, cuando alguien pasó por allí, lo vio y, sin pensarlo dos veces, se lanzó a auxiliarlo y lo salvó. Cuando estuvo a salvo, el joven le dijo: “Gracias, por haberme salvado la vida “. Y el otro le respondió: “Demuéstrame que ha valido la pena haberte salvado. Dios te ha dado una segunda oportunidad”. Desde aquel día, el joven se esforzó en estudiar más y en obedecer. Quería demostrar a todos que su vida no había sido salvada en vano.


Ama a todos y respétalos
Sé siempre positivo, no veas sólo el lado negativo y pesimista de las cosas. No permitas, a tu lado, hablar mal de otras personas. No cuentes chismes de nadie. Nunca hables mal de nadie. Si no puedes hablar bien, no hables, pero no hables mal. Y recuerda: “No hables, sino para decir algo mejor que el silencio“. Cuida tus palabras para no ofender. No permitas que, a tu alrededor, se fomenten sentimientos de racismo, de odio o de violencia contra nadie. Ama a todos y respétalos por encima de sus ideas. Promueve siempre la paz y la tranquilidad en todas partes.

No te dejes dominar ni condicionar por los sentimientos negativos de los demás. Un día un amigo mío fue al puesto de periódicos a comprar uno y se encontró por el camino con un borracho que le insultó todo lo que quiso, pero él siguió tranquilo e imperturbable, riéndose del incidente. Al llegar al puesto de periódicos, el vendedor le respondió con malas palabras a sus “Buenos días “, hablando pestes del Gobierno, del tiempo y de otras cosas, pero él se despidió con un cariñoso “Hasta luego “. Y me dijo: “No puedo permitir que esas personas decidan por mí cómo debo sentirme. No me puedo dejar llevar de su provocación para sentirme mal. Si les contesto mal, habrían conseguido amargarme el día, pero no puedo permitírselo. Pienso que son personas buenas, pero equivocadas y que no saben vivir con alegría la vida de cada día. Todo lo ven negro y oscuro y, por eso, son pesimistas y amargados “.Ángel Peña. (Ver www.autorescatólicos.org)

Agradecer es amar
Agradecer significa valorar los bienes recibidos y no desperdiciarlos. No podemos exponer la vida a peligros inútilmente, como tantos jóvenes que juegan a la “ruleta rusa”, conducen en estado de ebriedad o a gran velocidad. También significa cuidar con esmero los dones recibidos. No malgastar el dinero, evitar excesos que dañen la salud, salvar a toda costa la unión y el amor de la familia y desarrollar al máximo los talentos recibidos.

Agradecer supone devolver, amor por amor. Qué hermoso es cuando un esposo, reconociendo lo que su esposa hace por él, le da una flor, unos dulces, le dice unas palabras de amor o le escribe una tarjeta: “Gracias por tu vida, por el cuidado de los niños, por la comida de todos los días, por ser tan buena conmigo y por el cariño con que me cuidas y me haces feliz. Te quiero mucho “. El agradecimiento es como un fuego, que aumenta el amor y da ánimo para seguir amando. Ciertamente, debemos amar y ser agradecidos con todos, pero de modo especial con nuestros familiares y amigos. Ángel Peña. (Leer su libro “Siempre triunfa el amor”).

Dios te ama así como eres
No te estés lamentando continuamente de tu pasado, de tus errores o deficiencias. Dios te ama así como eres y quiere hacerte feliz. Tú eres imprescindible para la gran tarea de la salvación del mundo. Los demás te necesitan para ser felices. No lo olvides.

No te importe, si te lo agradecen o no, no te preocupes de si te hacen daño o no. Sé bueno, aunque los demás sean malos; sonríe, aunque, no te sonrían; ayuda, aunque no te ayuden. Dios te lo recompensará y sentirás dentro de ti una alegría que nadie te podrá quitar. Rompe la barrera de egoísmo que hay en el mundo y da sin esperar recompensa y sin pensarlo demasiado. Y Dios te bendecirá, como bendijo a Delizia Cirolli. En 1975 fue llevada a Lourdes por sus padres, cuando sólo tenía 11 años, desde su Sicilia natal. Ella tenía osteosarcoma, un cáncer a la pierna derecha, que era incurable. Al llegar a Lourdes y ver tantos enfermos, ella se olvidó de sí misma y empezó a orar por los otros para que Dios los sanara... Y Dios la curó a ella. Ahora va todos los años a Lourdes a ayudar a otros enfermos que la necesitan.

Perdonar es amar
Había un matrimonio que llevaba un año sin hablarse. El esposo había sido infiel y ella, al enterarse, no lo quiso perdonar ni hablar. Él  estaba desesperado, porque amaba a su esposa y a sus hijos y no quería volver a serle infiel. Ella insistía en que se fuera de casa, porque ya no había amor entre ellos. El decidió irse, pero, la víspera, vino a visitarme. Yo le aconsejé que esperara una semana. Que fuera todos los días a visitar a Jesús en el sagrario y le pidiera por su hogar. Le hice ver cuánto había ofendido a su esposa y lo ofendida que estaba. Se sentía despreciada y traicionada. El comenzó a llorar, arrepentido. Le pedí que, después de  una semana, le hablara a su esposa y le pidiera perdón y vinieran los dos a verme.

A los pocos días, vino ella a hablar conmigo, no podía perdonarlo. Yo le hablé y aceptó darle una nueva oportunidad, si era sincero. Los envié a un retiro de Encuentros Matrimoniales. Y, al salir, llegaron felices a decirme que se habían reconciliado y que habían decidido casarse por la Iglesia. Dios los bendijo con nuevos hijos y ahora son dirigentes de un grupo de matrimonios. Dios hizo el milagro, sanó sus profundas heridas y, cuando ya estaban al borde de la separación, resucitó su amor y les dio una nueva vida de amor. Hoy este hogar es un oasis de paz, de cariño y armonía. “Cree en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia” (Hech 16,31). Padre  Ángel Peña.

La raíz de los problemas sicológicos
La misma psiquiatría moderna nos habla de que el desamor está en la raíz de todos los problemas sicológicos y que éstos se curan con amor. Por eso, la fe en Dios y vivir de su amor será la mejor cura para estos males. Decía el famoso psiquiatra Angyal que “el amor está en la esencia misma de todos los problemas de la personalidad”. Firenzi aseguraba que “el amor del médico cura al paciente“. Meninger, en su libro “El amor contra el odio “, dice: “El amor es la única respuesta satisfactoria al problema de la existencia humana... El amor es la clave de todo programa terapéutico de un hospital moderno... El amor es la medicina para la enfermedad del mundo actual”. Ángel Peña. (Leer su libro “Siempre triunfa el amor”).

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