domingo, 29 de abril de 2012

Semanario  Nº 257º
Los juicios humanos
Había una vez un matrimonio con un hijo de doce años que tenían un
burro. Decidieron viajar, trabajar y conocer el mundo. Así, al pasar
por el primer pueblo, la gente comentaba: "¡Mira ese chico mal
educado! ¡Él arriba del burro y los pobres padres, ya grandes,
llevándolo de las riendas!".
Entonces, la mujer le dijo a su esposo: "No permitamos que la gente
hable mal del niño. "El esposo lo bajó y se subió él. Al llegar al
segundo pueblo, la gente murmuraba: "¡Mira qué sinvergüenza es ese
tipo! ¡Deja que la criatura y la pobre mujer tiren del burro, mientras
él va muy cómodo encima!".
Entonces, tomaron la decisión de subirla a ella al burro mientras
padre e hijo tiraban de las riendas. Al pasar por el tercer pueblo, la
gente comentaba: "¡Pobre hombre! Después de trabajar todo el día, debe
llevar a la mujer sobre el burro! ¿Y el pobre hijo? ¡Qué le espera con
esa madre!".
Se pusieron de acuerdo y decidieron subir al burro los tres para
comenzar nuevamente su peregrinaje. Al llegar al pueblo siguiente,
escucharon que los habitantes decían: "¡Son unas bestias, más bestias
que el burro que los lleva, van a partirle el espinazo!".
Por último, decidieron bajarse los tres y caminar junto al burro. Pero
al pasar por el pueblo siguiente no podían creer lo que las voces
decían sonrientes: "¡Mira a esos tres idiotas: caminan, cuando tienen
un burro que podría llevarlos!".

Creciendo…
Temía estar solo, hasta que aprendí a quererme a mí mismo.
Temía fracasar, hasta que me di cuenta que únicamente fracaso si no lo intento.
Temía lo que la gente opinara de mí, hasta que advertí que de todos
modos opinarán de mí.
Temía que me rechazaran, hasta que entendí que debía tener fe en mí mismo.
Temía al dolor, hasta que me convencí que éste es necesario para crecer.
Temía a la verdad, hasta que descubrí la fealdad de las mentiras.
Temía a la muerte, hasta que consideré que no es el final, sino más
bien el comienzo.
Temía al odio, hasta que medité que no es otra cosa que ignorancia.
Temía al ridículo, hasta que intenté reírme de mí mismo.
Temía hacerme viejo, hasta que comprendí que ganaba sabiduría día a día.
Temía al pasado, hasta que reflexioné que no podía herirme más.
Temía a la oscuridad, hasta que disfruté la belleza de la luz de una estrella.
Temía al cambio, hasta que observé que aún la mariposa más hermosa
necesitaba pasar por una metamorfosis antes de volar…

Para sanar malos recuerdos
Señor, hay cosas de mi pasado que me hacen sentir mal, recuerdos que
me producen vergüenza, aunque yo no sea culpable de todo eso. A veces
me angustio cuando recuerdo errores que cometí, humillaciones y malos
momentos. Ven, Señor, ven y sáname. Lléname de paz. Te necesito, ven a
mí una vez más para que mis recuerdos se serenen. Tú mismo has puesto
sed de ti en el fondo de mi ser. Ven, Espíritu Santo, y llena todos
los espacios de mi vida, invade mi interior y hazme reposar en los
brazos de Jesús, hazme descansar en su amor y átame a él con tus lazos
amorosos, para que ya no escape de ese amor bendito. Sopla suavemente
en mí, invade mi mente, mi cuerpo, todo mi ser. Tócame por dentro
sanando todos los malos recuerdos para que pueda estar en paz con mi
propia historia. Amén.

Lámpara del neurosiquiátrico
Entra un inspector de Salud Pública en un manicomio y se encuentra, de
repente, en la sala principal con un pobre demente colgado del techo.
Pregunta al director del establecimiento que lo acompaña:
—Pero, dígame una cosa, ¿qué hace ese internado allí?
—Y… él está siempre allí, como cree que es una araña, una lámpara,
siempre está allí…
—Hágalo bajar inmediatamente.
El director del instituto lo mira y le dice con aspecto de preocupación:
—¿En serio? ¿Y con qué nos alumbramos?

Las calificaciones de Jaimito

Llega Jaimito y su mamá le pregunta:
— ¿Cómo te fue con tus calificaciones, Jaimito?
— Como en el polo norte, mamá.
— ¿Y eso cómo es, Jaimito?
— ¡Todo estuvo bajo cero!

Pensamientos

- Lo que pensamos de la muerte sólo tiene importancia por lo que la
muerte nos hace pensar de la vida. Charles de Gaulle.
- El que miente necesita tener buena memoria. Marcus Quintiliano.
- El primer efecto del amor es inspirar un gran respeto; se siente
veneración por quien se ama. Blas Pascal.
- El respeto a la vida es fundamento de cualquier otro derecho,
incluidos los de la libertad. Juan Pablo II.
- Cuando odiamos a alguien, odiamos en su imagen algo que está dentro
de nosotros. Hermann Hesse.
- Hay que abandonar el pasado a la misericordia de Dios, el presente a
nuestra fidelidad, y el porvenir a la divina providencia. San
Francisco de Sales.
- Una prueba es una ocasión ofrecida a un ser libre para sacrificarse
ante el deber o para sacrificar el deber ante los propios caprichos.
Lacordaire

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