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noviembre 2014 – Ordinario 33º A – Cultiva tus talentos – Resonancias
Mateo,
25, 14–30
El bambú japonés
La
única diferencia entre el adulto fracasado y el que ha tenido éxito está en la
diferencia de sus hábitos. Los buenos hábitos son la clave de todo éxito. Por
lo tanto valoriza el tiempo de formación, tiempo de espera fructuosa en que
pones la base de tu futuro. Persevera en el esfuerzo, aun si no ves los
resultados. Esto vale para los jóvenes y también para toda la vida.
Algo muy curioso sucede al bambú
japonés. Siembras la semilla, la abonas y te ocupas de regarla. Durante los
primeros meses no sucede nada apreciable; en realidad no pasa nada durante
siete años. Un cultivador inexperto pensará que las semillas eran infértiles.
Sin embargo, durante el séptimo año en un período de tan solo seis semanas la
planta de bambú crece hasta treinta metros. ¿Tardó solo seis semanas en crecer?
No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse.
Durante esos años de aparente inactividad el bambú estaba generando un complejo
sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener
después de siete años.
Tu crecimiento personal depende de
los hábitos buenos que vas incorporando a tu vida. Uno de estos hábitos es la
actitud de formación permanente, superándote de día en día, porque “crecer es un aprendizaje constante y culmina cuando
nos retiramos de esta fiesta que es la vida”. El Señor te acompañe con su
bondad. P. Natalio
El
jabalí y la zorra
El
futuro es un desafío a prepararte para superar los problemas que la vida te
presente. Empieza afrontando las dificultades de cada día como una invaluable
oportunidad para desarrollar las habilidades necesarias y así esperar tranquilo
las pruebas que vendrán. Un proverbio chino dice: “Excava el pozo antes de que
tengas sed”. Sabio y prudente consejo.
Un jabalí estaba de pie bajo un árbol
frotando sus colmillos contra el tronco. Una zorra que pasaba por allí le
preguntó por qué él afilaba sus dientes cuando no había ningún peligro inminente
de amenaza de cazador o de perros. Él contestó, —Lo hago deliberadamente; ya que así nunca tendré que afilar
mis armas justo en el momento que deberé usarlas. Esopo.
Apreciado amigo/a: considera siempre
los problemas como maestros disfrazados. Y lo más gratificante es que, cuando
resuelvas un problema, te sentirás satisfecho y contento por haber adquirido
una cuota más de capacidad que fortalecerá tu autoestima. Como el jabalí
previsor, desarrolla tus dones y talentos para los desafíos venideros. P.
Natalio.
Semillas: el Ángel vendedor
Te ofrezco hoy una hermosa parábola
moderna que ilustra una verdad de mucha trascendencia para la vida. Te aclarará
lo que Dios espera de ti. Lo que logra la oración y lo que no puedes esperar
con los brazos cruzados.
Anoche tuve un sueño raro. En la plaza
mayor de la ciudad habían abierto un negocio nuevo. El cartel decía:
"Regalos de Dios". Entré: un Ángel atendía a los clientes. Yo,
asombrado, le pregunté: —¿Qué es lo que vendes, ángel del Señor?
—Ofrezco cualquier don de Dios.
—¿Cobras muy caro?
—No, los dones de Dios son gratis. Miré los grandes estantes;
estaban llenos de ánforas de amor, frascos de fe, bultos de esperanza, cajas de
salvación y muchas cosas más. Yo tenía gran necesidad de todas aquellas cosas.
Cobré valor y le dije al Ángel:
—Dame, por favor, bastante amor a Dios; dame perdón de Dios;
un bulto de esperanza, un frasco de fe y una caja de salvación. Mucho me
sorprendí cuando observé que el Ángel, de todo lo que yo le había pedido, me
había hecho un solo paquete; y el paquete allí estaba en el mostrador, un
paquete tan pequeño como el tamaño de mi corazón. —¿Será
posible, esto es todo? —pregunté. El Ángel me explicó: —Es
todo, Dios nunca da frutos maduros; él sólo da pequeñas semillas, que cada uno
debe cultivar.
Querido
amigo/a, Dios te ayudará con sus gracias, pero te dejará un buen margen de
acción para que colabores con él. No te anula, sino que te invita a poner toda
tu buena voluntad con la libertad de un hijo de Dios, “creado a su imagen y
semejanza”. P. Natalio.
Sabiduría
indígena
El
filósofo Platón comparaba nuestra vida con un carruaje tirado por dos corceles:
uno dócil y brioso, otro rebelde y perezoso. Para que el carro avance el
conductor necesita armonizar esas fuerzas contrarias. San Pablo confiesa esa
lucha en su propia vida: la carne que quiere avasallar al espíritu. Un cacique
iroqués te expone su experiencia con una sugestiva parábola.
El viejo cacique de la tribu charlaba
junto al fuego con sus nietos acerca de la vida, y en ese momento les dijo: — ¡Una gran pelea está ocurriendo dentro de mí!... ¡es entre
dos lobos! Uno de los lobos es maldad, cobardía, ira, envidia, rencor,
avaricia, falsedad, orgullo, vagancia. El otro es bondad, valor, paciencia,
amistad, perdón, generosidad, sinceridad, humildad, laboriosidad. Esta misma
pelea está ocurriendo dentro de cada uno de ustedes y dentro de todos los
hombres de la tierra. Los indiecitos se quedaron pensando por un rato, hasta
que uno de los niños le preguntó a su abuelo: — ¿Y cuál
de los lobos crees que ganará? El viejo cacique respondió simplemente: —El que alimentes más, muchacho.
Excelente
respuesta: ¡no hay que alimentar los vicios! De este modo nuestras malas
inclinaciones no tomarán fuerza en nosotros. Y así será si nunca mentimos,
nunca criticamos, nunca nos quedamos con algo del prójimo, etc., sencillamente
no sabemos hacerlo porque no tenemos el mal hábito de hacerlo; pero, estemos
alerta para no comenzar. P. Natalio.
El
don de un hijo
Cuando Dios regala a una familia un
hijo, es porque confía que lo cuidarán con amor y responsabilidad hasta la edad
adulta. Se ha escrito mucho sobre cómo educar a los hijos. Por eso, cuando
encuentro sobre el tema una orientación luminosa, breve y perfecta, siento el
deseo de compartirla para que todos
aprovechen ese condensado de sabiduría. Lee y medita.
Si el supremo Creador te da un hijo:
Tiembla por el sagrado depósito que confía a tus cuidados. Haz que ese hijo
hasta los diez años, te admire. Hasta los veinte, te ame. Y hasta la muerte, te
respete. Sé para ese hijo hasta los diez años, su padre, hasta los veinte años,
su maestro y hasta la muerte, su amigo.
Qué
metas simples pero exigentes: ser para el hijo un padre, un maestro y un amigo,
poniendo sin embargo el acento hasta los diez años, en la paternidad
protectora, hasta los veinte en la docencia del difícil arte de vivir
honestamente, y hasta la muerte en la amistad que todo lo comparte con humildad
y sabiduría. Es una buena iluminación para orientarte. P. Natalio.
Nunca
en la otra orilla
Vivir feliz es un
arte. Y nada contribuye tanto a la paz del corazón como valorar todo lo bueno,
agradable y valioso de la propia situación. Serás positivo, optimista y lleno
de esperanza cuando te acostumbres a detectar cada día todo lo que te da
satisfacción y contento, todo lo que te gratifica. Y sencillamente lo agradeces
a Dios, sin compararte con los demás.
¿Por qué miras
siempre hacia el otro lado? ¿Por qué piensas siempre que los otros, amigos,
conocidos y vecinos, son más dichosos, y dices con ligereza: “A los otros les
va mucho mejor, y yo doy lo mejor de mí y no llego a nada?” La otra orilla
siempre es más bella. Yace muy lejos. Como petrificado, miras fijamente hacia
la bella claridad. Jamás tuviste en cuenta que también los de la otra orilla te
observan y piensan que posees mucha más felicidad, pues ellos solo ven tu parte
agradable. Tus pequeñas y grandes preocupaciones no las conocen. Vivir feliz es
un arte. Para ello conviene sentirse satisfecho. La felicidad no está en la
otra orilla. ¡Está en tu forma de ver tu orilla! Aprecia la orilla donde Dios te puso, y no
creas que la otra es la mejor, pues Dios te puso donde debes estar.
Enumera tus bienes, agradece los dones del Señor, y
aprende a agradecer incluso lo que encierra dolor y fracaso, porque hay también
la escondida sabiduría de convertir un menos en más, un fracaso en victoria y
una cruz en resurrección y vida. Que el Espíritu Santo te dé sabiduría y prudencia. Te espero mañana aquí mismo. P. Natalio.
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