domingo, 16 de noviembre de 2014



16 noviembre 2014 – Ordinario 33º A – Cultiva tus talentos – Resonancias
Mateo, 25, 14–30

El bambú japonés
La única diferencia entre el adulto fracasado y el que ha tenido éxito está en la diferencia de sus hábitos. Los buenos hábitos son la clave de todo éxito. Por lo tanto valoriza el tiempo de formación, tiempo de espera fructuosa en que pones la base de tu futuro. Persevera en el esfuerzo, aun si no ves los resultados. Esto vale para los jóvenes y también para toda la vida.

Algo muy curioso sucede al bambú japonés. Siembras la semilla, la abonas y te ocupas de regarla. Durante los primeros meses no sucede nada apreciable; en realidad no pasa nada durante siete años. Un cultivador inexperto pensará que las semillas eran infértiles. Sin embargo, durante el séptimo año en un período de tan solo seis semanas la planta de bambú crece hasta treinta metros. ¿Tardó solo seis semanas en crecer? No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse. Durante esos años de aparente inactividad el bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años.

Tu crecimiento personal depende de los hábitos buenos que vas incorporando a tu vida. Uno de estos hábitos es la actitud de formación permanente, superándote de día en día, porque “crecer es un aprendizaje constante y culmina cuando nos retiramos de esta fiesta que es la vida”. El Señor te acompañe con su bondad. P. Natalio

El jabalí y la zorra
El futuro es un desafío a prepararte para superar los problemas que la vida te presente. Empieza afrontando las dificultades de cada día como una invaluable oportunidad para desarrollar las habilidades necesarias y así esperar tranquilo las pruebas que vendrán. Un proverbio chino dice: “Excava el pozo antes de que tengas sed”. Sabio y prudente consejo.

Un jabalí estaba de pie bajo un árbol frotando sus colmillos contra el tronco. Una zorra que pasaba por allí le preguntó por qué él afilaba sus dientes cuando no había ningún peligro inminente de amenaza de cazador o de perros. Él contestó, Lo hago deliberadamente; ya que así nunca tendré que afilar mis armas justo en el momento que deberé usarlas. Esopo.

Apreciado amigo/a: considera siempre los problemas como maestros disfrazados. Y lo más gratificante es que, cuando resuelvas un problema, te sentirás satisfecho y contento por haber adquirido una cuota más de capacidad que fortalecerá tu autoestima. Como el jabalí previsor, desarrolla tus dones y talentos para los desafíos venideros. P. Natalio.

Semillas: el Ángel vendedor
Te ofrezco hoy una hermosa parábola moderna que ilustra una verdad de mucha trascendencia para la vida. Te aclarará lo que Dios espera de ti. Lo que logra la oración y lo que no puedes esperar con los brazos cruzados.

Anoche tuve un sueño raro. En la plaza mayor de la ciudad habían abierto un negocio nuevo. El cartel decía: "Regalos de Dios". Entré: un Ángel atendía a los clientes. Yo, asombrado, le pregunté: ¿Qué es lo que vendes, ángel del Señor? 
Ofrezco cualquier don de Dios.
¿Cobras muy caro?
No, los dones de Dios son gratis. Miré los grandes estantes; estaban llenos de ánforas de amor, frascos de fe, bultos de esperanza, cajas de salvación y muchas cosas más. Yo tenía gran necesidad de todas aquellas cosas. Cobré valor y le dije al Ángel:
Dame, por favor, bastante amor a Dios; dame perdón de Dios; un bulto de esperanza, un frasco de fe y una caja de salvación. Mucho me sorprendí cuando observé que el Ángel, de todo lo que yo le había pedido, me había hecho un solo paquete; y el paquete allí estaba en el mostrador, un paquete tan pequeño como el tamaño de mi corazón. ¿Será posible, esto es todo? —pregunté. El Ángel me explicó: Es todo, Dios nunca da frutos maduros; él sólo da pequeñas semillas, que cada uno debe cultivar.

Querido amigo/a, Dios te ayudará con sus gracias, pero te dejará un buen margen de acción para que colabores con él. No te anula, sino que te invita a poner toda tu buena voluntad con la libertad de un hijo de Dios, “creado a su imagen y semejanza”. P. Natalio.

Sabiduría indígena
El filósofo Platón comparaba nuestra vida con un carruaje tirado por dos corceles: uno dócil y brioso, otro rebelde y perezoso. Para que el carro avance el conductor necesita armonizar esas fuerzas contrarias. San Pablo confiesa esa lucha en su propia vida: la carne que quiere avasallar al espíritu. Un cacique iroqués te expone su experiencia con una sugestiva parábola.

El viejo cacique de la tribu charlaba junto al fuego con sus nietos acerca de la vida, y en ese momento les dijo: ¡Una gran pelea está ocurriendo dentro de mí!... ¡es entre dos lobos! Uno de los lobos es maldad, cobardía, ira, envidia, rencor, avaricia, falsedad, orgullo, vagancia. El otro es bondad, valor, paciencia, amistad, perdón, generosidad, sinceridad, humildad, laboriosidad. Esta misma pelea está ocurriendo dentro de cada uno de ustedes y dentro de todos los hombres de la tierra. Los indiecitos se quedaron pensando por un rato, hasta que uno de los niños le preguntó a su abuelo: ¿Y cuál de los lobos crees que ganará? El viejo cacique respondió simplemente: El que alimentes más, muchacho.

Excelente respuesta: ¡no hay que alimentar los vicios! De este modo nuestras malas inclinaciones no tomarán fuerza en nosotros. Y así será si nunca mentimos, nunca criticamos, nunca nos quedamos con algo del prójimo, etc., sencillamente no sabemos hacerlo porque no tenemos el mal hábito de hacerlo; pero, estemos alerta para no comenzar. P. Natalio.

El don de un hijo
Cuando Dios regala a una familia un hijo, es porque confía que lo cuidarán con amor y responsabilidad hasta la edad adulta. Se ha escrito mucho sobre cómo educar a los hijos. Por eso, cuando encuentro sobre el tema una orientación luminosa, breve y perfecta, siento el deseo de compartirla para que todos  aprovechen ese condensado de sabiduría. Lee y medita.

Si el supremo Creador te da un hijo: Tiembla por el sagrado depósito que confía a tus cuidados. Haz que ese hijo hasta los diez años, te admire. Hasta los veinte, te ame. Y hasta la muerte, te respete. Sé para ese hijo hasta los diez años, su padre, hasta los veinte años, su maestro y hasta la muerte, su amigo.

Qué metas simples pero exigentes: ser para el hijo un padre, un maestro y un amigo, poniendo sin embargo el acento hasta los diez años, en la paternidad protectora, hasta los veinte en la docencia del difícil arte de vivir honestamente, y hasta la muerte en la amistad que todo lo comparte con humildad y sabiduría. Es una buena iluminación para orientarte. P. Natalio.

Nunca en la otra orilla
Vivir feliz es un arte. Y nada contribuye tanto a la paz del corazón como valorar todo lo bueno, agradable y valioso de la propia situación. Serás positivo, optimista y lleno de esperanza cuando te acostumbres a detectar cada día todo lo que te da satisfacción y contento, todo lo que te gratifica. Y sencillamente lo agradeces a Dios, sin compararte con los demás.

¿Por qué miras siempre hacia el otro lado? ¿Por qué piensas siempre que los otros, amigos, conocidos y vecinos, son más dichosos, y dices con ligereza: “A los otros les va mucho mejor, y yo doy lo mejor de mí y no llego a nada?” La otra orilla siempre es más bella. Yace muy lejos. Como petrificado, miras fijamente hacia la bella claridad. Jamás tuviste en cuenta que también los de la otra orilla te observan y piensan que posees mucha más felicidad, pues ellos solo ven tu parte agradable. Tus pequeñas y grandes preocupaciones no las conocen. Vivir feliz es un arte. Para ello conviene sentirse satisfecho. La felicidad no está en la otra orilla. ¡Está en tu forma de ver tu orilla!  Aprecia la orilla donde Dios te puso, y no creas que la otra es la mejor, pues Dios te puso donde debes estar.

Enumera tus bienes, agradece los dones del Señor, y aprende a agradecer incluso lo que encierra dolor y fracaso, porque hay también la escondida sabiduría de convertir un menos en más, un fracaso en victoria y una cruz en resurrección y vida. Que el Espíritu Santo te dé sabiduría y prudencia. Te espero  mañana aquí mismo. P. Natalio.

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