domingo, 12 de febrero de 2012

Semanario Nº 246º

San José de Cupertino
Hasta el mismo Papa manifestó deseos de conocerlo, y, conducido por el
Padre Ministro General, fue recibido en audiencia particular por el
papa Urbano VIII; pero hete aquí que, nada más que ver al Vicario de
Cristo, se quedó extático Fray José y, en suave levitación, permaneció
suspenso en el aire por largo rato, hasta que su superior le mandó que
descendiera. Al terminar la audiencia, el Papa dijo al General: «Si
este fraile muriese durante nuestro pontificado, Nos mismo daríamos
testimonio de lo sucedido hoy».

Pero aún hay otro testimonio de más valía, dado por la boca de un
pequeñuelo que apenas sabía hablar. Cuando se lo presentó su madre al
Santo, acarició éste al niñito, rogándole que repitiera: «Fray José es
un pecador, que merece el infierno», y con voz clara el chiquitín
dijo: «Fray José es un gran santo, que merece el cielo»...

Pregunta importante
Toda persona es digna de consideración, y merece tu respeto y el mío.
Alguien escribió que el sonido más dulce y querido para cualquiera de
nosotros es el propio nombre y apellido. Ahí tienes un camino para
llegar al corazón de los demás. Pon atención en recordar los nombres.
Lee ahora la anécdota de este día. Es una historia real.

Aquel año, durante el segundo semestre en la escuela, nuestro profesor
nos tomó un examen sorpresa. Yo era un estudiante consciente y leí
rápidamente todas las preguntas, hasta que leí la última: ¿Cual es el
nombre de la mujer que limpia la escuela? Seguramente esto será algún
tipo de broma, pensé. Yo había visto muchas veces a la mujer que
limpiaba la escuela. Era alta, cabello oscuro, como de cincuenta
años, pero, ¿cómo iba yo a saber su nombre? Entregué mi examen,
dejando la última pregunta en blanco. Antes de que terminara la
clase, alguien le preguntó al profesor si la ultima pregunta contaría
para la nota del examen. Evidentemente, dijo el profesor. En sus
carreras ustedes conocerán muchas personas. Todas son importantes.
Ellos merecen su atención y cuidado, aunque solo les sonrían y digan
!Hola! Yo nunca olvidé esa lección. También aprendí que su nombre era
Elena.

Había un señor que en las fiestas recibía a los invitados y les
preguntaba su nombre. Al final del banquete repetía nombre y apellido
de los cien o más presentes. Un aplauso interminable ovacionaba a este
prodigio de retentiva, Harry Lorrayne, autor de “Cómo desarrollar una
supermemoria”. Algo puedes hacer para mejorar tu memoria. Vale la pena
intentarlo. P. Natalio.

Reina y Madre
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y
esperanza nuestra; Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos
de Eva; a ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos
misericordiosos; y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto
bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen
María! Ruega por nosotros, santa Madre de Dios, para que seamos dignos
de alcanzar las promesas y gracias de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Un nuevo empleo
Conversaban dos mujeres en la feria:
- Por fin mi marido consiguió trabajo en una fábrica.
- Y ¿cómo anda en su nuevo empleo?
- Como pez en el agua.
- ¿Qué hace?
- Nada.

Pensamientos
- Cuando el error se hace colectivo adquiere la fuerza de una verdad.
Gustavo Le Bon.
- Aprendí que no se puede dar marcha atrás, que la esencia de la vida
es ir hacia adelante. La vida, en realidad, es una calle de sentido
único. Agatha Christie.
- La vida es como una leyenda: no importa que sea larga, sino que esté
bien narrada. Séneca.
- Como las llamas se alimentan con las matas espinosas, el amor divino
crece en medio de las tribulaciones, mucho mejor que cuando abundan
las satisfacciones. San Francisco de Sales.
- El que no se sabe hijo de Dios, desconoce su verdad más íntima, y
carece en su actuación del dominio y del señorío propios de los que
aman al Señor por encima de todas las cosas. Josemaría Escrivá.
- Viajar enseña tolerancia. Benjamin Disrael.
- Todo el mundo se queja de no tener memoria y nadie se queja de no
tener talento. Rochefoucauld.
- Una piedad sin espíritu de sacrificio es un organismo sin espina
dorsal. Columba. Marmión.
- Hay que comenzar por el sacrificio para poner buenos fundamentos al
amor. Antoine de Saint-Exupéry.

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