domingo, 10 de junio de 2012

Semanario  Nº 263º

La rosa y el poeta
El poeta alemán Rilke vivió un tiempo en París. En su trayecto a la
universidad, todos los días pasaba junto con una amiga francesa por
una calle muy frecuentada. En una esquina de esta calle estaba siempre
una mujer que pedía limosna a los transeúntes.
La mujer se sentaba en el mismo lugar, inmóvil como una estatua, con
la mano extendida y los ojos fijos en el suelo. Rilke nunca le daba
nada... mientras que su compañera solía darle alguna moneda.
Un día, la joven francesa, asombrada, le preguntó al poeta: —¿Por qué
nunca le das nada a esta pobrecilla? —Le tendríamos que regalar algo a
su corazón, no solo a sus manos —respondió el poeta.
Al día siguiente, Rilke llegó con una espléndida rosa, la puso en la
mano de la mujer y se disponía a continuar el camino. Entonces sucedió
algo inesperado... la mujer alzó su vista, miró al poeta, se levantó
como pudo del suelo, tomó su mano y la besó... luego se fue,
estrechando la rosa contra su cuerpo.
Durante una semana nadie la volvió a ver. Pero ocho días después, la
anciana apareció de nuevo sentada en la misma esquina, silenciosa e
inmóvil como siempre. —“¿De qué habrá vivido todos estos días que no
recibió nada?” —preguntó la joven francesa. —“De la rosa” —respondió
el poeta.
* Rainer María Rilke (1875-1926), escritor checo en lengua alemana.
Poeta de extraordinaria personalidad, uno de los grandes del siglo XX.

El tren equivocado

Muchos se quejan, ¡porque entraron no en el tren que debían, sino en
el que les dio la gana de elegir en el camino de la vida! ¡Cuántas
veces hemos presenciado el caso de hombres maduros que, con lágrimas
en los ojos, confiesan su fracaso en la vida!
Tuvieron miedo a mirar de frente su camino… siguieron la política del
avestruz de enterrar su cabeza en la arena para creerse libres de lo
que no querían ver. Pero llega fatalmente el momento en que las
consecuencias de sus actos los alcanzan.
Nuestros actos nos siguen... Nuestros actos no terminan cuando creemos
que han terminado: nos siguen, nos seguirán toda la vida. No hay más
que un camino para acertar: mirar con coraje nuestros problemas, sin
pestañear; pedir luz a Dios para conocer la solución y fuerzas para
seguir la luz,  para no pecar contra la luz. Alberto Hurtado.

Crecer en libertad interior
Señor amado, sabes que me preocupa que me valoren, que me miren bien,
que no piensen mal de mí. Aunque me duela reconocerlo muchas veces
cuido mi apariencia y estoy muy pendiente de lo que opinen de mí. No
quisiera darle tanta importancia a los comentarios ajenos, no quisiera
estar tan atento a la forma como me miran los demás. Quisiera ser más
libre, Dios mío. Por eso vengo a tu presencia, Señor, me coloco ante
tu mirada de amor, para que me sanes y me liberes por dentro. Pongo en
tus manos mi buena fama y renuncio a la obsesión que eso me provoca.
Dame tu gracia, Señor, para que ya no viva preocupado por lo que digan
de mí los demás. Dame el don de la humildad para que ya no me interese
lo que comenten de mí o de mi familia. Regálame la libertad interior y
la verdadera sabiduría de los humildes. Amén.

Más rápido

La maestra le pregunta a Luisito;
—A ver, Luisito, conjuga el verbo “andar”.
—Este…
—Yo… Yo ando.
—Este…
—Tú… andas.
—¡Más rápido, Luisito!
—¡El corre, nosotros corremos, ellos corren!

Pensamientos

- El hombre que ha perdido la aptitud de borrar sus odios está viejo,
irreparablemente. José Ingenieros.
- El sabio no se sienta nunca para lamentarse: se pone alegremente a
trabajar para reparar el daño. Shakespeare
- La plegaria no es un entretenimiento ocioso para alguna anciana.
Entendida y aplicada adecuadamente, es el instrumento más potente para
la acción. Mahatma Gandhi.
- Dios te lleva siempre de la mano y si te deja tropezar alguna vez,
es para que, comprendiendo que si caminas solo te caerás, le des mas
fuerte la mano. San Francisco de Sales.
- Callando se permite hablar a la persona que tenemos delante,
expresarse a sí misma; y a nosotros no permanecer aferrados sólo a
nuestras palabras o ideas, sin una oportuna ponderación. Benedicto
XVI.
- Escucha y serás sabio: el comienzo de la sabiduría es el silencio. Pitágoras.

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