domingo, 13 de enero de 2013

Semanario  Nº 294º

La bolsa de clavos…

Había un muchacho que tenía muy mal carácter. Su padre le dio una
bolsa de clavos y le dijo que cada vez que perdiera la paciencia,
debería clavar un clavo detrás de la puerta. El primer día, el
muchacho clavó 37 clavos detrás de la puerta. Las semanas que
siguieron, a medida que él aprendía a controlar su genio, clavaba cada
vez menos clavos detrás de la puerta. Descubría que era más fácil
controlar su genio que clavar clavos detrás de la puerta. Llegó el día
en que pudo controlar su carácter durante todo el día. Después de
informar a su padre, éste le sugirió que retirara un clavo cada día
que lograra controlar su carácter. Los días pasaron y el joven pudo
finalmente anunciar a su padre que no quedaban más clavos para retirar
de la puerta. Su padre lo felicitó, lo tomó de la mano y lo llevó
hasta la puerta. Le dijo: "Has trabajado duro, hijo mío, pero mira
todos esos hoyos en la puerta. Nunca más será la misma. Cada vez que
tu pierdes la paciencia, dejas cicatrices exactamente como las que
aquí ves".

Sé responsable con tu dinero

Salda tus deudas. Intenta pagar siempre que puedas al contado;
gastarás menos. Haz ajustes para vivir dentro de tus posibilidades.
Analiza y recorta tus gastos. Calcula cuánto podrías ahorrarte si no
compraras ciertos productos de marca. Que tu austeridad sea desde la
alegría. Motívate con un compromiso solidario: lo que te sobra es lo
que otra persona necesita para llevar una vida digna. (Juan Yzuel).

Aceptar a los padres
Dios mío si alguna vez sentí vergüenza o aversión por mis padres, en
este día yo los acojo con cariño y amor. Pido perdón por mi
ingratitud; y de tus manos yo los acepto con gratitud y emoción. Si
acaso ellos ya fallecieron, igualmente yo los acojo, los abrazo, los
amo, los acepto profunda y totalmente en el misterio de tu Santa
Voluntad. Gracias por el regalo de mis padres, y bendita sea su
memoria para siempre. (Ignacio Larrañaga).

Lloraba sin consuelo

Un profesor de química al mismo tiempo que hacía experimentos solía
dejar enseñanzas inolvidables. Una vez que tenía en la mano una
botella de leche, la dejó caer en la batea del agua. Quedaron los
vidrios y toda la leche se escurrió por el desagüe. “La leche está
perdida, dijo. No podemos rescatarla más. Seamos más cuidadosos y no
lloremos nunca por la leche derramada”.

Un borracho estaba en el cementerio tomando una botella de vino y de
repente se le cayó y se rompió. El bebedor desconsolado se puso a
llorar. Un hombre que pasaba por allí lo vio, sintió lástima ante tal
dolor y le preguntó: —¿Era familiar? El borracho respondió: —¡No, de
un litro no más.

Hay una oración muy buena para recordar cuando nos sucedan esas cosas
desagradables que no tienen más solución: “Señor, concédeme fortaleza
para solucionar lo que tiene solución; valor para aceptar lo que ya no
tiene solución; y sabiduría para reconocer la diferencia”. Es una
buena lección que se resume así: “Aceptar, olvidar, y seguir
adelante”. P. Natalio.


Pensamientos
- Primero mis dientes, y después mis parientes.
- Pelos y dientes son accidentes, arrastrar los pies, eso es vejez.
- A pan duro, diente agudo.
- A caballo regalado, no se le miran los dientes.
- Dime con quién andas y te diré quién eres.
- Genio y figura hasta la sepultura.
- No por mucho madrugar amanece más temprano.
- La unión hace la fuerza.
- Más vale pájaro en mano que cien volando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu visita!!!