domingo, 24 de marzo de 2013

Semanario  Nº 304º
Carrera de sapos
Érase una vez una carrera de sapos en el país de los sapos. El
objetivo consistía en llegar a lo alto de una gran torre que se
encontraba en aquel lugar. Todo estaba preparado y una gran multitud
se reunió para vibrar y gritar por todos los participantes.
En su momento se dio la salida y todos los sapos comenzaron a saltar.
Pero como la multitud no creía que nadie llegara a la cima de aquella
torre pues ciertamente, era muy alta, todo lo que se escuchaba era:
“no lo van a conseguir”, “qué lástima, está muy alto, es muy difícil,
no lo van a conseguir”. Así la mayoría de los sapitos empezaron a
desistir.
Pero había uno que persistía, pese a todo, y continuaba subiendo en
busca de la cima. La multitud continuaba gritando: “es muy difícil, no
lo van a conseguir”, y todos los sapitos se estaban dando por
vencidos, excepto uno que seguía y seguía tranquilo cada vez con más
fuerza. Finalmente fue el único que llegó a la cima con todo su
esfuerzo.
Cuando fue proclamado vencedor muchos fueron a hablar con él y a
preguntarle como había conseguido llegar al final y alcanzar semejante
proeza. Cual sería le sorpresa de todos los presentes al darse cuenta
que este sapito era sordo.
Sé siempre sordo cuando alguien duda de tus sueños.

Decálogo del respeto
1 Respetar a una persona es tratarla como se merece, de acuerdo a su
dignidad de ser humano (todos somos iguales en este sentido), y a la
posición que ocupa en una colectividad.
2. Vivir los buenos modales, y las normas de educación son señales
claras de respeto a los demás.
3. El respeto implica no apropiarse de ideas ajenas, lo cual sería un
robo; también reconocer los méritos de los demás, sin apropiarse del
éxito ajeno, lo cual es otra injusticia.
4. El respeto implica valorar a cada persona, su fama, su tiempo y sus
pertenencias.
5. Cuando no se puede hablar bien de una persona es mejor callar.
Evite juzgarla, si no tiene obligación de ello.
6. La murmuración destruye el ambiente de trabajo, pues daña las
relaciones interpersonales. No inicie ni propague chismes bajo ninguna
excusa.
7. El respeto es también tolerancia. Es decir no atropellar a otras
personas y valorar las diferencias. Pero hable claro de sus ideas.
8. La cortesía, la amabilidad, el agradecimiento, la puntualidad, las
caras amables... son formas de mostrar respeto.
9. Separar los hechos de las personas está en la raíz del auténtico
respeto: la conducta inapropiada se debe corregir; en cambio a las
personas se les comprende.
10. Valentía para expresar y defender las ideas propias. Respeto y
consideración por las ideas ajenas. El equilibrio entre estas dos
posturas es señal de madurez.

Para sanar ansiedades

Dios mío, mira mis nerviosismos, mi inquietud interior y pacifícame,
Señor, calma mi corazón perturbado, derrama en él tu paz divina. No
dejes que me llene de ansiedades y obsesiones, porque nada de este
mundo vale tanto, nada es divino. Jesús, cura mi ansiedad con tu
mirada paciente. Ayúdame a luchar con paz y gozo, caminando firme,
sereno sin prisas. Quiero trabajar bajo tu luz, sabiendo que
comprendes mis errores y que siempre puedo empezar de nuevo. Porque tú
tienes confianza en mí, me esperas, y deseas que viva sanamente.
Contigo todo será para bien, aunque yo no pueda verlo. Aplaca mi
interior inquieto, seréname y pacifícame. Amén.
Víctor Fernández.

La taza de te

Una señora estaba de cama con gripe. Su hijita quería ser su
enfermera. Le acomodó las almo-hadas y le trajo una revista para que
leyera. Y hasta apareció con una taza de té.
—Eres buenísima.  Le dijo la madre, mientras se tomaba la confortante bebida.
—Ni siquiera sabía que supieras preparar té. —Ah, sí. Le dijo la
niñita. —Aprendí viéndote. Puse las hojas en la tetera, luego le eché
el agua y lo hice hervir, después lo colé en la taza. Pero como no
encontré el colador usé el matamoscas. —¿Qué? Exclamó la madre. Y la
niña agregó:
—Mamá, no te preocupes; no usé el matamoscas nuevo. Usé el viejo.

Pensamientos

- La vida desperdiciada, la vida frustrada, la vida llena de
descontento, y muy a menudo la vida trágica es la vida carente de
decisión. Una vida sin rumbo fijo, nunca puede ser una vida feliz.
William Barclay.
- Una mala inclinación empieza por ser un transeúnte, luego, un
huésped y finalmente el amo. Talmud.
- Sin la humildad que nace del propio conocimiento, no puede haber
ninguna virtud. Porque la humildad es la base de la caridad y de todas
las demás virtudes. Santa Catalina de Siena.
- Los ideales se parecen a las estrellas, porque nunca los alcanzamos;
pero, como los navegantes en alta mar, dirigimos por ellos el curso de
nuestras vidas. Albert Schweitzer.
- Nuestra imaginación nos agranda tanto el tiempo presente, que
hacemos de la eternidad una nada, y de la nada una eternidad. Blas
Pascal.
- Tienes derecho a aferrarte de un extremo del ensueño para seguir
adelante, pero jamás para alejarte de la realidad. Michel Quoist.

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