domingo, 5 de mayo de 2013

Semanario  Nº 310º

Misa en una cárcel comunista

El arzobispo vietnamita Nguyen Van Thuan nos relata su experiencia:
“Cuando me arrestaron, tuve que marcharme enseguida, con las manos
vacías. Al día siguiente me permitieron escribir a los míos para pedir
lo más necesario: ropa, dentífrico, etc. Les puse: Por favor, envíenme
también un poco de vino como medicina contra el dolor de estómago. Los
fieles comprendieron enseguida. Me enviaron una botellita de vino de
misa, con la etiqueta: Medicina contra el dolor de estómago, y hostias
hábilmente escondidas en el paquete.

 Nunca podré expresar mi gran alegría: diariamente con tres gotas de
vino y una de agua en la palma de la mano, celebré la misa. ¡Éste era
mi altar y ésta mi catedral! Era la verdadera medicina del alma y del
cuerpo. A cada paso tenía ocasión de extender los brazos y clavarme en
la cruz con Jesús, de beber con él el cáliz más amargo. Cada día al
recitar las palabras de la consagración confirmaba con toda el alma un
nuevo pacto eterno entre Jesús y yo, mediante su sangre mezclada con
la mía. ¡Han sido las misas más hermosas de mi vida!”

Acuérdate de lo bueno

Cuando el cielo está gris, acuérdate cuando lo viste profundamente
azul. Cuando sientas frío, piensa en un sol radiante que ya te ha
calentado. Cuando sufras una temporal derrota, acuérdate de tus
triunfos y de tus logros, acuérdate de lo que has vivido y de lo que
has dado con alegría. Recuerda los regalos que te han hecho, los besos
que te han dado, los paisajes que has disfrutado y las risas que de ti
han emanado.

Si esto has tenido, lo podrás volver a tener y lo que has logrado, lo
podrás volver a ganar. Alégrate por lo bueno que tienes y por lo de
los demás; desecha los recuerdos tristes y dolorosos, no te lastimes
más. Piensa en lo bueno, en lo amable, en lo bello y en la verdad.
Recorre tu vida y detente en donde haya bellos recuerdos y emociones
sanas y vívelas otra vez. Visualiza aquél atardecer que te emocionó.

Revive esa muestra de afecto que te dieron. Disfruta nuevamente de la
paz que ya has conocido, piensa y vive el bien. Allí en tu mente están
guardadas todas las imágenes. Y sólo tú decides cuáles has de volver a
mirar.

Un corazón generoso

Señor, mira mi corazón. Tú sabes que a veces pierdo el entusiasmo
porque a mi vida le falta generosidad, sensibilidad frente al mal
ajeno, y estoy demasiado pendiente de mí mismo. A veces me desanimo
porque no recibo elogios o no veo los frutos de mis esfuerzos. Dame un
corazón más generoso, para que realmente me interese la felicidad de
la gente, para que de verdad me duelan los problemas ajenos, y no
solamente los míos. Libérame del egoísmo y de la indiferencia. Así
pondré toda mi pasión para ayudar a los demás y me entregaré con
entusiasmo. Tómame, Señor, utilízame para derramar tu poder y tu luz
en el mundo. Amén. Víctor Fernández.

Padre e hijo

—¡Papá! ¿Cómo se sabe cuándo uno está borracho?
—¿Ves aquellos dos hombres de allá? Pues, si estuvieras borracho verías cuatro.
—¡Pero, papá, si no hay más que un hombre!...

Huesos del cráneo

—Después del frontal, ¿qué hueso viene? – pregunta el profesor.
—El temporal – responde el alumno.
—¿Y después del temporal?
—Después del temporal viene… la calma.

Pensamientos

- Si por la noche lloras porque no ver el Sol, las lágrimas te
impedirán ver las estrellas. Rabindranath Tagore.
- Pocos carceleros guardan a sus presos tan estrechamente como el
vicio guarda a los suyos. Hoornaert.
- Si hablas de ti que sea en beneficio de los demás, para aclararles
algo, tranquilizarlos, pero nunca para hacerte notar, para eclipsar,
para desanimar, para aplastar. Michel Quoist.
- La violencia es el miedo a los ideales de los demás. Mahatma Gandhi.
- Hay más motivos de alarma que de sufrimiento, y sufrimos más por la
imaginación que por la realidad. Nos atormentamos demasiado, o
demasiado pronto, o sin ningún motivo. Séneca.
- La verdadera universidad de hoy en día es una colección de libros.
Tomas Carlyle.
- Las desgracias de los hombres provienen de una sola fuente: no saben
estar a solas en su habitación. Blas Pascal.
- Grabad esto en vuestro corazón: cada día es el mejor del año. Ralph
Waldo Emerson

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