domingo, 12 de mayo de 2013

Semanario  Nº 311º
Clase de medicina
Un amigo de la ciudad, solía ayudar trayendo diversos grupos de
jóvenes para hacer una experiencia misionera en la zona. En uno de
estos grupos llegó un estudiante de medicina que ofreció atender
gratis a quienes lo necesitaran. Era un joven altruista y alegre, pero
poco practicante. Nunca había cultivado su fe. Después de atender a
quienes acudieron, le pedí que se encargara del grupo de niños
pequeños durante un momento y que les enseñara algo sencillo. Él me
dio a entender enseguida que no sabía mucho de la fe, así que le pedí
que, ya que era médico, les explicara el crucifijo. Era un crucifijo
de estilo realista y aún conservaba vivos los colores.

—A ver, niños, ¡vengan todos! –dijo  con soltura– voy  a explicarles
las heridas del crucifijo. Los niños se sentaron en el suelo de la
Iglesia, bien apretaditos uno junto a otro y bombardearon al doctor
con miradas curiosas. Después de carraspear un poco, mi amigo médico
comenzó con aire de experto catedrático: —¿Ven este corte?... pues se
debe a un golpe muy fuerte en la cara... y esta contusión en la rótula
debe ser el efecto de una caída... La explicación del médico procedía
con la desenvoltura de una lección universitaria y, por ello, con un
acento más bien indiferente. —Aquí tenemos hematomas transversales
causados por diferentes instrumentos que a veces incluso, como vemos
aquí, podían desgarrar la piel... Los niños escuchaban inmóviles y uno
de ellos empezó a llorar porque no sabía qué era un "hematoma".

Enseguida llegó una viejecita a consolarlo y se quedó con los niños.
—Y esto es la sangre que cae de la cabeza debido a las espinas...
debería estar un poco más negra, pero en fin... vemos a continuación
la herida del costado... La viejecita escuchaba con más atención que
nadie, pero los niños tampoco perdían palabra. Paseaban continuamente
sus ojos sobre el crucifijo al ritmo de la mano del médico. —Y por
último... los clavos –la  viejecita dio un suspiro– Están  clavados de
tal manera que taladran los nervios y producen un dolor atroz, de
hecho no creo que nadie pueda resistir por más de unas horas... ¿qué
más quieren que les explique?

—¡Y además se estaban burlando de él ¿verdad?! –dijo el niño más pequeño–.
—Sí, sí... –contestó el joven médico– Creo que sí... algunos... se burlaban.
— ¡Y le decían cosas muy feas! –añadió una niña casi con indignación
de adulto–.
— Sí, también "cosas feas"... –dijo el médico, algo embarazado–. Y
mientras los demás niños daban la razón a sus compañeros con
argumentos que sólo ellos entienden y algunos comenzaban a sollozar,
el joven escuchó a la viejecita que decía con un hilo de voz: —Pero,
mira, ahí está... clavado, como diciendo "nada de todo esto podrá
impedirme que te ame..." Por la noche, el joven estudiante de medicina
estaba sentado en un rincón. Noté que estaba llorando.

Amigos

Cada día nos encontramos con cientos de personas que pasan por nuestro
lado. Unos, regalan una sonrisa cálida y una mirada amable
Brindándonos la energía para iniciar un arduo día. Otros, atraviesan
por nuestra vida sin dejar huellas en el camino. Personas del montón,
de esas que nunca recordamos sus rostros ni la forma en que estaban
vestidas; esas que no nos hacen daño pero tampoco ayudan.

Uno de estos días conocemos hermosos seres humanos, aquellos que calan
en lo más profundo del corazón y a quienes con orgullo llamamos
amigos. Quienes nos hacen reír con sus historias y ocurrencias, pero
también nos alientan y escuchan cuando la vida nos golpea. Esos que
nos atienden aunque el sueño casi los venza. Los que nos confían sus
secretos con la misma seguridad que descubrimos los nuestros.

Amigos... aquellos que nos permiten descubrir el lado hermoso de la
vida y todo lo mejor que podemos ser y brindar a otros. Para mí es un
honor llamarte mi amigo y creo que mi vida sería muy triste si no
estuvieras ahí. Porque de las maravillas existentes en esta vida
ninguna sobrepasa el amor y la amistad verdadera.

Nunca me falta el amor de Dios
“Mira Señor ese dolor inútil que a veces se apodera de mí. Sufro por
el amor que no me dan, por las desilusiones, por las agresiones
ajenas, porque a veces no me comprenden, porque no pude lograr cosas
que mi corazón deseaba. Toca esas necesidades y deseos insatisfechos
con tu amor, Dios mío, y enséñame a gozar serenamente de tu divina
ternura, del fuego de tu amor que nunca me falta. Regálame, Señor, la
libertad interior, no dejes que me haga esclavo de mis sensaciones y
sentimientos que me enferman y me abruman. Y enséñame a reconocer tu
amor en las cosas simples de cada día. Porque siempre tengo el pan de
tu ternura. Amén.” Víctor Fernández.

Anciano optimista

Un anciano de 90 años va al barbero la víspera de su cumpleaños.
—Ojalá – le dice el barbero,  —pueda arreglarlo también la víspera de
sus 100 años.
—Tiene usted buen aspecto, –le replica el anciano- cuídese bien y podrá...
¿Matrimonio por amor?
Anuncio:
"Estanciero de 38 años desearía contraer matrimonio con joven de 30
años que posea tractor. Mande foto del tractor"...

Pensamientos

- El éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse.
Winston Churchill.
- Hemos preparado a los hombres para pensar en el futuro como una
tierra prometida que alcanzan los héroes, no como lo que cualquiera
alcanza a un ritmo de sesenta minutos por hora, haga lo que haga.
Clive Staples Lewis
- Cuesta más mantener un solo vicio que alimentar a una familia. Balzac.
- Donde está la humildad está también siempre la caridad. San Agustín.
- El sufrimiento depende no tanto de lo que se padece cuanto de
nuestra imaginación, que aumenta nuestros males. Fenelón.
- La lectura hace al hombre completo; la conversación, ágil, y el
escribir, preciso. Sir Francis Bacon.
- El futuro nos tortura y el pasado nos encadena. He ahí por qué se
nos escapa el presente. Gustavo Flaubert.

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