16 febrero 2014 – Domingo 6º A – Libres de verdad – Resonancias de la Palabra
El
odio esclaviza
Una de las esclavitudes más fuertes es
la del odio. Hay muchas personas en el mundo que no quieren perdonar a quienes
les han ofendido y el odio, que tienen por dentro, los lleva a ser violentos y
a vengarse en los que les han hecho daño o en otras personas que encuentran en
su camino. Y lo peor de todo es que la falta de perdón produce en muchos casos
serias enfermedades, que aumenta su infelicidad. El odio los esclaviza, los
enferma y les impide ser felices. Pero muchos prefieren vivir con esa cadena a
sentirse tontos o débiles por perdonar.
La cultura pagana del ambiente en que
vivimos nos invita a la venganza a través de tontas películas, donde se
confunde el amor con el sexo, la fortaleza con la venganza y el perdón con la
debilidad. Y muchos jóvenes se contagian de este sida espiritual que nos rodea.
Les faltan defensas ante tantos ataques al amor y al perdón. Están
desprotegidos por la falta de Dios en su vida y caen en las redes de cualquier
líder sectario o mago, que les pide venganza y les enseña cómo realizarlas.
¡Cuántos acuden a brujos para que hagan daño a otras personas! P. Ángel Peña.
El
vicio y la virtud
Ser
bueno es ser feliz. Por eso, podemos hablar de la alegría de la virtud o de la
alegría de ser buenos. Veamos lo que decía Jenofonte, siglos antes de Cristo,
sobre Hércules, el gran héroe de las leyendas griegas en sus Memorias. Un día, cuando Hércules era jovencito, se le presentaron dos mujeres.
Una de ellas le dijo: Sígueme y te llevaré por un camino agradable y, mientras
vivas, no tendrás sino placeres. Yo conozco el camino del placer sin el dolor. Al preguntarle cuál era su nombre, ella respondió: Mis amigos me
llaman felicidad; mis enemigos, vicio.
La
segunda mujer le dijo: No le creas, no existe la felicidad sin trabajo y sin
esfuerzo. Si me sigues, tendrás dolores, trabajos y sacrificios, pero serás
feliz. Pero el vicio respondió: Ya ves lo que ella te
ofrece, yo en cambio te llevaré fácilmente a la felicidad sin tanto sacrificio.
Mentira, dijo la virtud, ¿Qué felicidad puedes dar tú? Comes antes de
tener hambre y bebes antes de tener sed. Empujas a tus seguidores al amor antes
de la edad determinada por la naturaleza. Les acostumbras a divertirse por la
noche y a dormir durante el día... Los dioses te arrojan de su compañía y los
hombres de bien te desprecian... Por eso, los que me siguen, sólo comen cuando
tienen hambre y beben solamente cuando tienen sed. Así el pan y el vino tienen
un gusto agradable. El sueño les es más dulce, porque no sacrifican ninguno de
sus deberes y, cuando les llega el último momento, no caen en el olvido, sino
que su recuerdo les sobrevive.
Leonardo
pinta a Jesús y a Judas
Recuerda
lo que le pasó a Leonardo da Vinci, el famoso pintor italiano. Un día quiso
encontrar un modelo para el Cristo de su Última Cena y
fue recorriendo las calles de la ciudad. Por fin, encontró a un joven hermoso,
cantando en el coro de una iglesia y lo llevó a su estudio para que representara
a Cristo. El joven se llamaba Pietro Bandinelli. Dos años más tarde, queriendo
encontrar un modelo para Judas, se fue por las calles de mala fama de Milán y,
al fin, encontró un joven cuyos rasgos revelaban maldad y corrupción. Cuando el
artista lo llevó a su estudio, el joven se echó a llorar amargamente. Entonces,
Leonardo se dio cuenta de que era el mismo Pietro Bandinelli, que había sido su
modelo para el Cristo de su Última Cena.
Liberada del enemigo
El
padre Roberto De Grandis cuenta la siguiente historia: Había una muchacha de
18 años, que fue a un retiro. Oramos por ella. No usamos ninguna oración de
exorcismo, ni agua bendita ni óleo santo, sino mucha alabanza y amor a la Virgen María para que
intercediera ante Jesucristo, nuestro liberador. Después de media hora de
oración, la habitación se iluminó con la presencia del Espíritu Santo. Todos
sentimos la fuerte presencia de Jesús y, el espíritu maligno, que no la dejaba
ser feliz, la dejó libre. Ella se levantó con una sonrisa y pudo unirse a
nuestra alabanza, por primera vez, quizás en su vida. El aspecto de su cara era
distinto, estaba libre, libre en el Señor. Para ella, ese día fue un gran
regalo del Señor y para nosotros un día de agradecimiento y gozo, porque el
Señor nos enseñó que la oración de liberación no tiene que ser tan
desagradable, aunque siempre es difícil. Él quiso mostrarnos que nadie tiene
que vivir bajo la tiranía de Satanás, porque su victoria sobre la muerte es
nuestra victoria.
Sé libre como las águilas
Nunca
mientas ni hagas trampas. Sé libre de verdad. Libre de tus caprichos, que
buscan siempre excusas para seguir tus gustos solamente. Libre de tu flojera
para el estudio o el trabajo. Libre de tus pasiones y de tus vicios. Libre de
tus sentimientos negativos, especialmente del rencor. No seas esclavo de la
pereza o del egoísmo. Tienes un corazón grande y hermoso para amar. No lo
malgastes en buscar solamente las cosas de la tierra.
Sé
libre como las águilas, que dominan los aires. No seas como “Vicente que va
donde va la gente”, no seas un hombre sin personalidad, que hace y dice lo que
hacen y dicen los demás. Piensa por ti mismo. Decide por ti mismo. No te dejes
manipular por la moda o por las ideas de tus amigos. Sé un hombre de verdad.
Vive con autenticidad. No hagas de la mentira una norma de tu vida. No engañes
a nadie. No trates de justificar tus errores. Reconócelos y rectifícalos.
Aprende
a ser libre, rompiendo las cadenas de tus vicios, porque en nombre de la
libertad se han cometido muchos crímenes. En nombre de la libertad, muchos
hombres y mujeres desprecian la fidelidad conyugal y matan a niños inocentes
por el aborto. No permitas que tu libertad esté encadenada por tus errores y
pecados. No confundas libertad con irresponsabilidad. Ser libre es ser responsable.
Ser libre es amar de verdad y hacer felices a los demás. P. Ángel Peña.
Mahatma Ghandi
Un ejemplo
vivo de la alegría que da la virtud nos lo da Ghandi, un no cristiano, que a
los 30 años hizo voto de castidad perpetua en unión con su esposa. Y nos
dice en su Autobiografía:
No
se piense que la castidad es imposible, porque es difícil. La castidad es el
más alto ideal y, por eso, no debe maravillar que requiera de un alto esfuerzo
para alcanzarla. A mí una vida sin castidad me parecía insípida y parecida al
animal. El animal no tiene control de sí mismo, mientras que el hombre es
hombre, porque tiene auto-control... Cuando miro atrás, me siento lleno de
alegría. La libertad y la alegría llenaron mi alma después de haber hecho el
voto de castidad en 1906. Esta alegría no la había nunca experimentado antes.
El
voto fue para mí como un escudo contra las tentaciones impuras. Cada vez, se me
hace ahora más claro el poder de la castidad. La castidad es una protección del
cuerpo y del alma y de la mente. La castidad ha sido para mí una alegría
siempre... Uno que aspira a servir a los demás de modo total no puede menos de
hacer el voto de castidad. El voto de castidad me hizo libre y disponible para
todo servicio al prójimo.
El caballo escondido
Hay en nuestras vidas hábitos que nos
esclavizan e impiden ser la obra maestra que a veces soñamos. Todo es posible
con la ayuda del Señor, a pesar de que no sea fácil. Procede con paciencia pues
“nadie se desembaraza de un hábito o de un vicio tirándolo de una vez por la
ventana; hay que sacarlo por la escalera, peldaño a peldaño”, (Mark Twain).
Cuentan
de un niño que un día entró en el taller de escultura de un vecino, y allí
encontró un gran bloque de piedra. A los pocos meses volvió a entrar, y en el
mismo sitio encontró la escultura de un caballo. Entonces le preguntó al
escultor: — ¿Cómo sabías tú que dentro había un caballo? — Ésta es la
especialidad del artista: encontrar el caballo (o lo que sea) que hay dentro.
Ir quitando toda la piedra que sobra hasta encontrar el caballo.
Sin duda dentro de ti mismo hay una
obra de arte que debes sacar a luz con persistente labor. Se trata de ir
quitando lo que sobra, lo que impide ser un hombre cabal, un hijo de Dios tal
como él lo soñó. “Si todos los años extirpáramos un solo
vicio, pronto llegaríamos a ser hombres perfectos”, (Kempis). El Señor te
asiste, pon manos a la obra. P. Natalio
Varias
notas se han seleccionado de “¿Eres realmente libre” del P. Ángel Peña.
Te
recomiendo sus libros, que puedes leeros en: www.autorescatolicos.org
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