domingo, 13 de julio de 2014



13 julio 2014 – Ordinario 15º A – Semilla de la Palabra – Resonancias

El pan de cada día
La Biblia contiene la palabra sagrada escrita por autores elegidos e inspirados por Dios. Sabía él muy bien en medio de qué tinieblas se encontrarían sus hijos en los años venideros, y por amor a cada uno de nosotros asistió con dones especiales a los escritores del libro santo para que escribieran todo y solo lo que él les inspiraba. Son cartas de amor de Dios a nosotros.

Cuentan que el emperador romano había prohibido con la amenaza de severos castigos a los cristianos que tuvieran una Biblia en su casa. Pero muchos cristianos la guardaban a pesar de todo y la leían a escondidas. Un día entró al pueblo un contingente de policías para revisar casa por casa. Una mujer que los veía llegar tuvo una idea ingeniosa. Ya que estaba justo preparando la masa para hornear el pan para la semana tomó la Biblia la envolvió en la masa y la introdujo en el horno. Cuando entraron los policías a la casa no encontraron Biblia alguna en la casa. Vieron nada más que pan horneándose. Al día siguiente la madre sacó el pan del horno para servirlo a la familia. En medio del pan la Biblia estaba perfectamente conservada.
Vigorízate cada día con el pan de la Palabra. Te sugiero que pongas en un lugar visible el libro sagrado. Elige un rinconcito de Dios en tu casa. En una mesita con algunas imágenes o estatuas de tus santos, que esté también la Biblia adornada con flores, velas, o ikevanas… Y que de día en día crezcas en amor y vivencia de la Palabra de Dios. P. Natalio.

Antes de leer la Biblia
Dios está vivo en su Palabra para iluminarte, consolarte, fortalecerte… Pero debes acercarte a ella con verdadera fe. Antes de leerla es adecuado que te pongas en la presencia del Señor con alguna oración que te ambiente en un clima de devoción y acogida cordial del don de Dios. Puede servirte la que sigue.

Dios, mi Padre bondadoso. Estoy rodeado de ruidos y voces. Estoy cansado de escuchar palabras sin verdad, sin el calor de la intimidad personal, sin la eficacia del amor comprometido. Tú, Señor, me hablas con una Palabra nueva. Por eso quiero escucharte. Porque tu Palabra me muestra la verdad, me revela la eficacia de tu amor, me ofrece la participación en tu misma vida. Señor, que tu Palabra se haga carne en mi vida. Te ofrezco un corazón pobre y abierto. Siembra en mí tu Palabra, que tu Espíritu la haga fecunda, como en el seno de María, la santísima Virgen y Madre de Jesús. Y seré en el mundo el eco de tu voz, la proclamación de tu Evangelio. Amén.

La actitud de humilde escucha es decisiva para leer con provecho, pero es un don que debes pedirle al Señor con la confianza de un hijo. Y el libro sagrado te animará con promesas de vida sin fin, será para ti una escalera para subir al cielo, te ofrecerá normas simples de vida inocente  y  te descubrirá el amor entrañable de Dios por ti. Que sea tu alimento cotidiano. P. Natalio.

Lugar de honor
María, Reina de la Paz, hace más de veinticinco años que se aparece en Yugoslavia (Medjugorje) para ayudarnos a vivir mejor el Evangelio de Jesús. Hoy te presento un mensaje que dio el 25 de enero de 2007. Bondadosamente te pide tengas en un lugar de honor y a la mano el libro de la Palabra de Dios. Es luz celestial para disipar las tinieblas del corazón. 

 “¡Queridos hijos! Pongan la Sagrada Escritura en un lugar visible en su familia y léanla. Así conocerán la oración con el corazón y sus pensamientos estarán en Dios. No olviden que son pasajeros como una flor de campo, que se ve de lejos, pero desaparece en un instante. Hijitos, dondequiera que vayan, dejen un signo de bondad y amor, y Dios los bendecirá con la abundancia de su bendición. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado! ”

La Virgen María te está comentando con mucha dulzura lo que escribió san Pablo a los primeros cristianos: “Ya que ustedes han resucitado con Cristo, anhelen los bienes del cielo donde Cristo está sentado a la derecha de Dios. Tengan el corazón puesto en las cosas celestiales y no en las de la tierra”, (Col 3, 1-2). Que la Biblia, leída y meditada, te ayude a buscar los bienes del cielo.
Decisión importante
Napoleón, desterrado en el islote de Santa Elena, hacia el final de su vida dijo un día a uno de los oficiales que lo acompañaban: “¡Ah, si yo volviera a tener 20 años, no dejaría ni un solo día de mi vida sin leer una página de la Biblia!” Lástima que para él fue demasiado tarde.

Dicen las estadísticas que una persona común lee a lo largo de su vida unas 200.000 páginas de diarios con todo lo que sabemos que hay allí de chismes, escándalos, violencia, vanidad, frivolidad, politiquería, etc. (también hay algunas noticias rescatables y edificantes); y en cambio, la mayor parte de las personas del mundo mueren sin haber leído la Biblia, que no pasa de 1.500 páginas. Tuvieron ojos para leer 200.000 páginas de materialismo, sensacionalismo y banalidades, y no les alcanzó la vista para comer con sus ojos las 1.500 páginas de Maná venido del cielo, del Pan de vida eterna, para tomar fuerza cada día y ser mejores personas: más generosas, más pacientes, más responsables y llenas de fe en Dios.

Tienes tiempo todavía…con la ayuda del Señor. Toma la mejor decisión: leer cada día una página de la Biblia. Puedes comenzar con leer el Evangelio que la Iglesia propone para ese día.

Cómo conocer un billete falso
El Gobierno de los Estados Unidos no le enseña a los agentes del Ministerio de Hacienda a detectar billetes falsos mediante el estudio cuidadoso de un sinnúmero de billetes falsificados. Al contrario, les muestra una y otra vez los billetes genuinos hasta que retengan en su memoria el diseño en sus menores detalles. Entonces, cuando un billete falsificado es colocado delante de ellos, lo reconocen al instante porque no está de acuerdo con el diseño que sus ojos buscan.

Hermano/a, ¿conoces la voz del Señor? La única manera que puedes saber si la palabra que lees o escuchas es la de Dios, es leerla o escucharla con tanta frecuencia que, cuando leas o escuches una palabra extraña, la puedas reconocer de inmediato. Es mil veces más sabio dedicar tiempo para aprender la única palabra verdadera que tratar de aprender a detectar una multitud de palabras o voces falsas.

Escalera de cuatro peldaños
Para cualificar la lectura diaria de la Biblia con una breve meditación, se han señalado cuatro pasos de una mística escalera que, apoyada en la tierra, penetra hasta el mismo cielo. Este método de los monjes, llamado “lectio”, tiene cuatro momentos: lectura, meditación, oración y contemplación.

1. Lectura: lee el fragmento elegido, que podría ser el evangelio del día, con calma varias veces, e intenta responder a esta pregunta: ¿Qué dice este texto? Fíjate las personas que intervienen, sus sentimientos, el lugar y el tiempo del suceso, etc. Subraya algunas palabras que están cargadas de significado en la Biblia.
2. Meditación: te preguntas: ¿Qué me dice Dios hoy en este texto? ¿A qué cambios me invita, qué desafíos me sugiere? Puedes tomar alguna frase que te impresionó y repetirla como “rumiando” su denso contenido.
3. Oración: ¿Qué le digo yo a Dios? Quizá debo agradecerle mucho, o bien pedirle perdón, o elevarle alguna súplica, o bien las tres cosas. Apóyate en las mismas palabras del texto para elaborar con sencillez tu propia oración.
4. Contemplación: Es un regalo de la gracia de Dios que se manifiesta como una alegría, una decisión, una nueva mirada sobre la vida y el mundo, una esperanza y amor nuevos, quizá el don de lágrimas…Y un propósito muy firme.

La Palabra de Dios es…
Maná del cielo, rocío celestial, luz que viene de lo alto, consuelo en las penas, fortaleza en los abatimientos, esperanza verdadera, semillas de vida nueva, promesas de vida sin fin, escala del cielo, normas de vida inocente y pura, revelación del amor de Dios, maravillosos ejemplos de fe, paternales reclamos de Dios al alma, llamados penitenciales, caminos de salvación, alegría del corazón, descanso del alma, himnos de la Jerusalén eterna…

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