domingo, 8 de agosto de 2010

Semanario Nº 167º – 8 de agosto 2010


Regalo de bodas
No es común captar la fuerza transformadora que tiene el sacrificio generoso para ayudarnos a crecer espiritualmente. El motivo es simple: porque nos ayuda a vencer nuestro egoísmo, el mayor obstáculo que impide amar de verdad. Una anécdota para ejemplificarlo.

Narró la Madre Teresa de Calcuta que una vez dos jóvenes fueron a verla y donaron mucho dinero para dar de comer a la gente. Ella en Calcuta daba de comer a nueve mil personas al día. Querían que el dinero se destinara para alimentar a esta gente. Cuando les preguntó de dónde sacaron tanto dinero, ellos le respondieron: “Nos acabamos de casar hace dos días. Antes de la boda, decidimos que no compraríamos trajes para la ceremonia ni para la fiesta. Queremos darles a ustedes el dinero”. Para un hindú de clase alta esto es un escándalo. Después les preguntó: “¿Por qué lo han hecho?”. Ésta fue la extraña respuesta que le dieron: “Nos amamos tanto que queríamos dar algo a otros para comenzar nuestra vida en común con un sacrificio”. Madre Teresa comentaba: “Me impresionó mucho el constatar cómo estas personas estaban hambrientas de Dios”.

Cada uno tiene algo para dar. Dinero, talento, tiempo o una simple oración. La generosidad es una virtud que nos eleva y nos pone en sintonía con nuestra semejanza divina. ”Dios, que da el fruto y la luz, sirve. Pudiera llamársele así: «El que sirve». Y tiene sus ojos fijos en nuestras manos y nos pregunta cada día: ¿Serviste hoy? ¿A quién? ¿Al árbol, a tu amigo, o a tu madre?”. P. Natalio.

Cultiva la alegría
“Felices los que están atentos a las necesidades de los demás, porque serán distribuidores de alegría…” Y la alegría de los otros volverá a ti para reforzarla y multiplicarla. Cuando la tristeza empiece a infiltrarse en tu espíritu, interprétalo como una señal de que es el momento de salir de ti mismo para donarte gratuitamente a los que te rodean. Lee un fragmento de Michel Quoist.
Estás triste. ¿Por qué? Nadie ha notado tu trabajo, tu éxito, tus esfuerzos. Tienes algo que decir y no te escuchan, no te quieren. Pide perdón a Dios por tu tristeza, y luego presta atención a los demás. Hazles preguntas, escúchalos, interésate por sus trabajos, admira sus cualidades, comprueba sus méritos… y los demás, sin saberlo, te librarán de tu pena y te ofrecerán la alegría. ¿Por qué no estás contento hoy? No lo sabes. Ofrece al Señor tu fatiga, cansancio y preocupaciones Y luego sonríe a los demás: a tu mujer, a tu hermano, al vecino, al compañero, a la portera, al comerciante… sonríe y tu sonrisa llamará a la alegría que se había alejado.

Defiende, pues, y cultiva la alegría. La risa y el buen humor te liberarán de aquella lúgubre seriedad que vuelve los problemas pesados como el plomo, te liberarán además de la triste inquietud cotidiana. La risa y el buen humor crean espacios nuevos para alegrías desconocidas.
Es un precepto de Dios estar alegres: “Estén siempre alegres” (1 Tes. 5,16). P. Natalio.

Corazón simple y humilde
Me presento ante ti, Padre amado. Quiero ofrecerte con cariño lo que puedo hacer cada día, aunque sea imperfecto. Es tan pequeño al lado de tu infinita gloria y del regalo de tu amistad. Pero sé que te gozas cuando me entrego al servicio de tu Hijo. Tú mereces esta ofrenda de mi trabajo cotidiano. Yo no puedo saber qué valor ha tenido mi tarea. Pero dejo en tus manos los frutos de mi trabajo. Señor mío, dame un corazón humilde y libre, que no esté atado a las vanidades, reconocimientos y aplausos. Dame un corazón simple que sea capaz de darlo todo, pero dejándote a ti la gloria y el honor. Regálame la belleza de un corazón humilde y liberado. Amén.

Por favor, una sonrisa
-¡Papá! ¿Cómo se sabe cuándo uno está borracho?
-¿Ves aquellos dos hombres en la calle de enfrente? Pues, si estuvieras borracho verías cuatro.
-¡Pero, papá, si no hay más que un hombre!...

- Después del frontal, ¿qué hueso viene? – pregunta el profesor.
- El temporal – responde el alumno.
-¿Y después del temporal?
- Después del temporal viene la calma...

Pensamientos
- Nunca la naturaleza dice una cosa y la sabiduría otra. Juvenal.
- Mezcla a tu prudencia un grano de locura. Horacio.
- El respeto humano es una falta de respeto para consigo mismo. Una bandera que escondemos en el bolsillo deja de ser una bandera, para convertirse en un pañuelo con el que nos limpiamos la nariz. Emile de Girardin.
- No hables mal del puente hasta haber cruzado el río. Proverbio.
- No lo hagas, si no conviene. No lo digas, si no es verdad. Marco Aurelio.
- En el camino de la sabiduría, el primer paso es hacer silencio; el segundo, escuchar; el tercero, recordar; el cuarto practicar; y el quinto, enseñar a otros. Anónimo.
- El riesgo cristiano consiste en saber arriesgar por Dios todo lo que no es Dios. Gustave Tbibon
- Si nos preocupamos demasiado por nosotros mismos, no nos queda tiempo para los demás. Si no se vive para los demás la vida carece de sentido. Beata Teresa de Calcuta.
- Hay algo tan necesario como el pan de cada día: es la paz de cada día, sin la cual el mismo pan es amargo. Amado Nervo.

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