domingo, 23 de enero de 2011

Semanario Nº 191º

Violines especiales
Tres jóvenes vecinos, Salvatore, Julio y Antonino, vivían y jugaban en
Cremona, Italia, a mediados del siglo XVII. Salvatore tenía una voz
hermosa, y Julio lo acompañaba tocando el violín, mientras tocaban en
las plazas o llevaban serenatas a las prometidas de los novios
ocasionales que recurrían a sus servicios. Aunque a Antonino le
encantaba la música, su voz chirriante hacía que la gente se burlara
de él. No obstante, Antonino no carecía de talento. Su posesión más
valiosa era una navaja de bolsillo, con la que hacía unas preciosas
figuras en trozos de madera.
Un día de fiesta, los tres amigos salieron para la plaza de la
catedral. Mientras caminaban, Antonino reflexionaba respecto a su
incapacidad para cantar. Eso hacía llorar su corazón, porque amaba la
música tanto como los otros. Una vez en la plaza, Julio tomó el
violín, en tanto que Salvatore cantaba con su potente voz de tenor. La
gente se detenía a escucharlos, y la mayoría dejaba una o dos monedas
para los andrajosos muchachos. Un anciano salió de la multitud, los
felicitó y puso una brillante moneda en la mano de Salvatore.

El muchacho abrió la mano y exclamó: ¡Miren! es una moneda de oro. Los
tres muchachos estaban entusiasmados y se pasaban la moneda entre sí.
- Pero ese anciano muy bien puede permitirse dar limosnas de esa
cantidad -dijo Julio- es el gran Amati. - ¿Y quién es Amati?, ¿y por
qué es grande? - preguntó tímidamente Antonino. - Amati es el gran
"promotor de música" -respondió Salvatore-, él fabrica los mejores
violines de Italia, y vive en nuestra ciudad. Su corazón empezó a
latir fuertemente y una idea cruzó por su mente.
A la mañana siguiente, el joven salió de casa llevando consigo su
preciosa navaja y algunas cosas que con ella había hecho: un bello
pájaro, un cofre, una flauta, varias estatuillas y un precioso barco
de madera. Tocó a la puerta del gran maestro, y le dijo: - Traje estas
cosas para que usted las vea, señor -mientras mostraba el producto de
sus manos- ¿seré digno de ser su aprendiz?

El maestro Amati, con cuidado, recogió y examinó cada pieza,
deteniéndose en la exquisitez de los detalles del pequeño barco, e
invitó a Antonino a entrar a su casa. - ¿Y por qué quieres hacer
violines? Inquirió el anciano artista. • Porque amo la música, pero no
puedo cantar, pues mi voz suena como una bisagra que rechina. Ayer
usted dio una moneda a mis amigos, en la plaza de la Catedral. Yo
también quiero hacer que la música tome vida - concluyó Antonino.
En muy poco tiempo se convirtió en discípulo del gran artista. Después
de muchos años no había secreto en la fabricación de un violín, de sus
setenta diferentes partes, que él no conociera. Cuando cumplió 22 años
de edad, su maestro le permitió poner su propio nombre en un violín
que había fabricado. Durante su vida Antonino fabricó más de mil cien
de ellos, tratando de hacer cada uno mejor y más bello que el
anterior. Cualquier persona que posea un violín fabricado por Antonino
Stradivarius es dueño de un tesoro, de una obra maestra

Los niños aprenden lo que viven
Si un niño vive con tolerancia, aprenderá a ser paciente. Si un niño
vive con aliento, aprenderá a tener confianza. Si un niño vive entre
críticas, aprenderá a condenar. Si un niño vive entre hostilidad y
pleitos, aprenderá a pelear.
Si un niño vive en el ridículo, aprenderá a ser tímido. Si un niño
vive con vergüenza, aprenderá a sentirse culpable. Si un niño vive con
lástima, aprenderá a compadecerse de sí. Si un niño vive con celos,
aprenderá a ser inseguro y a desconfiar. Si un niño vive con miedo,
aprenderá a ser aprensivo. Si un niño vive con reconocimiento y
estímulo, aprenderá a apreciar y a tener un objetivo.
Si un niño vive con rectitud, aprenderá lo que es justicia. Si un niño
vive con seguridad, aprenderá a tener fe. Si un niño vive con
aprobación, aprenderá a quererse a sí mismo y a encontrar amor en el
mundo. Si un niño vive con amor y amistad, aprenderá a amar a los
demás.

Oración de las cosas
Señor, ayúdame a encontrarte más cada día por el sendero de las cosas.
Dame ese sentido delicado que permite amar sabiamente a todas tus
criaturas, comprenderlas y aceptar sus dulces y fuertes lecciones.
Puesto que tú, Verbo de Dios, quisiste hacerte hombre, para parecerme
a ti no tendré que ser menos hombre, sino más y más divinamente
hombre. Con la santa sencillez cristiana, querría pasear mi oración
contigo, Señor, por todas las cosas de este mundo que es tuyo. Y en
ellas te encontraré; porque no es demasiado difícil saber dónde estás;
lo imposible es saber dónde no estás.
Me acostumbraré a mirar con admiración, interés y agradecimiento el
bosque y los trigos ondulados. Escucharé el murmullo del arroyo y el
canto del zorzal. Sentiré la frescura de la tierra recién arada y el
perfume de los campos. Tocaré delicadamente la rosa que se abre y el
fruto que madura. Aguzaré mis sentidos por la experiencia y la
observación, para llegar también por ellos hasta ti, Creador del
universo.

¿Electricista o mago?
- Mamá, mamá mi papá es mago.
- No, hijito, es electricista.
- Mamá, mamá, mi papá es mago.
- No, hijito, es electricista.
- ¡Mamá, mamá, mi papá es mago!
- Está bien, hijo, ¿por qué lo dices?
- Porque juntó dos cables, ¡hechó chispitas y desapareció....!

Pensamientos
- Decir que somos sinceros no transforma en bueno lo que es malo.
Mons. Fulton Sheen
- Los que creen que el dinero lo consigue todo, son capaces de todo
con tal de conseguirlo. Dante Alighieri.
- El que espera tener algo de sobra para dárselo a los pobres, nunca
les dará nada. Refrán chino.
- Sufrimos demasiado por lo poco que nos falta, y gozamos poco por lo
mucho que tenemos. Sakespeare.
- La capacidad de una persona se pone de manifiesto cuando se mide con
el obstáculo. Saint- Exupéry.
- El hombre necesita a Dios como necesita agua y oxígeno. Alexis Carrel.
- El sol no es más que la sombra de Dios. Miguel Ángel.
- No intenten evitar a sus hijos las dificultades de la vida:
enséñenles a superarlas. Pasteur.
- Lo mismo que resulta desagradable volver a una casa abandonada y en
ruinas, también cuesta volver a nuestro mundo interior cuando está
frío, lleno de polvo y telarañas. Lacordaire.

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