domingo, 20 de marzo de 2011

Semanario Nº 199º
 

“También esto pasará”

Un rey convocó a la corte a todos los magos del reino y les dijo: “Querría ser siempre un buen ejemplo para mis súbditos. Presentarme siempre como un hombre fuerte y seguro, sereno e impasible frente a las vicisitudes de la vida. Pero, me ocurre a veces que me encuentro triste o deprimido por una mala noticia. Otras veces una alegría imprevista o un gran éxito me ponen en un estado de euforia anormal. Todo eso no me gusta. Me hace sentir como una brizna que lleva el viento. Tráiganme un amuleto que me proteja de esos estados de ánimo y cambios de humor”.
Uno tras otro, los magos se echaron atrás. Sabían hacer amuletos de todas las clases para los incautos que se acercaban a pedirles ayuda, pero no era fácil engatusar a un rey. Y a un rey que, además, pretendía un amuleto de efecto tan difícil. El rey estaba a punto de estallar de ira, cuando se adelantó un viejo sabio que dijo: “Majestad, mañana te traeré el anillo que buscas. Cada vez que lo mires, si estás triste te pondrás alegre y si te encuentras nervioso, podrás calmarte. Simplemente bastará que leas la frase mágica grabada en el anillo”.
Al día siguiente, el sabio volvió y, en medio de un silencio general, ya que todos tenían curiosidad por conocer la frase mágica, alargó el anillo al rey. El rey lo miró y leyó la frase grabada sobre el aro de plata: “También esto pasará”.


Éxito y fracaso

En cierta ocasión se realizó un estudio para detectar qué había hecho posible que los hombres más ricos del mundo llegaran a sobresalir entre los demás. ¿La causa principal? Su gran capacidad para “hacerse los sordos” ante las palabras negativas o de freno... y en cambio cualquier palabra de estímulo y ánimo parecía amplificarse dentro de sus mentes. De igual manera un estudio realizado sobre más de 25.000 fracasados, demostró que el denominador común, la causa que les hacía fracasar una y otra vez, era que poseían un enorme “temor a la crítica”. Su inseguridad era tal que basaban todas sus acciones en lo que les aconsejaban sus amistades, eran incapaces de tomar una decisión por sí mismos y mantenerla. Ellos estaban listos para arrojar todas sus esperanzas e ilusiones por la borda a la mínima palabra de desaliento por parte de otra persona.


¿Usted es de los que se rinden antes de empezar... o de los que luchan pase lo que pase y alcanza el éxito? ¡Luche y bajo ningún concepto se pare a esperar el fracaso! ¡Siga luchando! ¡Tenga el valor de pelear y trabajar por aquello que desee en la vida, sea lo que fuere!


Señor, bendice a mis amigos
Señor Jesús: te presento a mis amigos para que los bendigas, los cuides y les enseñes a vivir. Tú que sabes lo que pasan, lo que les preocupa, lo que sienten, lo que piensan, lo que anhelan, y lo que les falta. Tú que sabes cuando lloran, cuando ríen, cuando están en soledad. Cuídalos, protégelos, dales ánimo para seguir adelante, acompáñalos siempre. A mí Señor, enséñame a presentir lo que sienten dentro de ellos, a estar disponible cuando más me necesiten, a ser amable cuando más deba amarlos, a verlos cuando sea oportuno, a oírlos cuando necesiten ser oídos, a darles seguridad cuando necesiten seguridad, ayudarlos cuando necesiten ser ayudados. a llorar cuando tengan necesidad de desahogarse. a sentirme orgullosa de ellos, a aprender cuanto pueda de ellos. Tú has sido, Señor, el gran amigo incondicional de tantos. Yo pido hoy por mis amigos y por mí, por nuestra amistad, y la relación que nos une a todos. Bendícenos y únenos en tu amor. Amén


Secretos en reunión

Dos familias amigas estaban comiendo en un restaurante, cuando una niñita de unos seis años se levantó para decir algo al oído de su madre. El papá, un poco disgustado, le dijo a la niña:
—Hija, ten siempre presente que secretos en reunión, son de mala educación.
Enseguida, ella respondió muy decididamente:
—Pero, papá, secretos en la infancia, no tienen importancia.
Muy sorprendido el padre le preguntó:
—¿Quién te enseñó eso?
—Nadie. Sólo es defensa personal.


Pensamientos

- El estudio y la contemplación de la naturaleza es el natural alimento de la inteligencia y del corazón. Profundizar esas grandes y misteriosas verdades contiene un poderoso encanto. Cicerón.
- Odiar es un despilfarro del corazón, y el corazón es nuestro mayor tesoro. Noel Clarasó.
- No enumeres jamás en tu imaginación lo que te falta. Cuenta, por el contrario, todo lo que posees. Verás, en suma, que la vida ha sido espléndida contigo. Amado Nervo.
- No existe realización profunda ni fecundidad sin riesgos ni sacrificios. La prudencia consiste en escoger el riesgo. Gustavo Thibon
- Ser veraz es la más alta máxima del arte y de la vida, el secreto de la elocuencia, de la virtud y de toda autoridad moral. Henri Amiel.
- No es la categoría del oficio la que nos hace grandes, sino la intensidad del amor con que obramos. Santiago Alberione.
- Es gran virtud del hombre sereno oír todo lo que censuran de él, para corregir lo que sea verdad y no alterarse por lo que sea mentira. Goethe.

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