domingo, 3 de abril de 2011

Semanario Nº 201º

Las semillas del rey
En un pueblo lejano, el rey convocó a todos los jóvenes a una
audiencia privada con él, en donde les daría un importante mensaje.
Muchos jóvenes asistieron y el rey les dijo: "Os voy a dar una semilla
diferente a cada uno de vosotros, al cabo de 6 meses deberán traerme
en una maceta la planta que haya crecido, y la planta más bella ganará
la mano de mi hija y, además, el reino". Así se hizo, pero había un
joven que plantó su semilla y ésta no germinaba; mientras tanto, todoslos demás jóvenes del reino no paraban de hablar y mostrar las
hermosas plantas y flores que habían sembrado en sus macetas.

Llegaron los seis meses y todos los jóvenes desfilaban hacia el
castillo con hermosísimas y exóticas plantas. El joven esta­ba
demasiado triste pues su semilla nunca germinó, ni siquiera quería ir
al palacio, pero su madre insistía en que debía ir pues era un
participante y debía estar alli. Con la cabeza baja y muy avergonzado,
desfiló al último hacia el palacio, con su maceta vacía. Todos los
jóvenes hablaban de sus plantas, y al ver a nuestro amigo soltaron las
risas y burlas; en ese momento el alboroto fue interrumpido por el
ingreso del rey, todos hicieron su respectiva reverencia mientras el
rey se paseaba entre todas las macetas admirando las plantas.

Finalizada la inspección hizo llamar a su hija, y llamó de entre todos
al joven que llevó su maceta vacía; atónitos, todos esperaban la
explicación de aquella acción. El rey dijo entonces: "Éste es el nuevo
heredero del trono y se casará con mi hija, pues a todos ustedes se
les dio una semilla infértil, y todos trataron de engañarme plantando
otras plantas; pero este joven tuvo el valor de presentarse y mostrar
su maceta vacía, siendo sincero y valiente, cualidades que un futuro
rey debe tener y que mi hija merece".

Espero unas palabras…
¡Hola ! Cuando te levantaste esta mañana, te observaba y esperaba que
me dijeras aunque solo fuera unas pocas palabras, preguntando mi
opinión o agradeciéndome por algo bueno que te haya sucedido ayer.
Pero noté que estabas muy ocupado buscando la ropa adecuada para ir al
trabajo. Seguí esperando. Mientras corrías por la casa arreglándote,
supe que habría unos cuantos minutos para que te detuvieras y me
dijeras ¡Hola!, pero estabas demasiado ocupado.
Te observé mientras ibas rumbo al trabajo y espeté pacientemente todo
el día. Con todas tus actividades supongo que estabas demasiado
concentrado para decirme algo. Pero está bien, aún queda mucho tiempo.
Después encendiste el televisor. Esperé pacientemente mientras veías
el televisor y cenabas, pero de nuevo te olvidaste de hablar conmigo y
nada.
A la hora de dormir, creo que ya estabas muy cansado. Después de
decirle buenas noches a tu familia, caíste en tu cama y casi de
inmediato te dormiste. No hay problema, porque quizás no te das cuenta
de que siempre estoy ahí para ti. Tengo más paciencia de la que te
imaginas. Te amo tanto que espero todos los días una oración, un
pensamiento o un poco de gratitud de tu corazón. Bueno, te estás
levantando de nuevo, y otra vez esperaré sin nada más que mi amor por
ti, esperando que el día de hoy me dediques un poco de tiempo. ¡Que
tengas un buen día! Tu amigo, Jesús.

Antes de un examen
Señor, voy a rendir un examen, dame tu paz y ven conmigo. Concédeme la
simplicidad y la alegría de cosechar el fruto de las semillas que
sembré en largas horas de silencio y de estudio. Que este examen sea
el amén de todo este esfuerzo de estudiar cada día, poniéndolo ante
tus ojos como ofrenda y oración. Que no me enorgullezca el saber
mucho, ni me paralice el terror de olvidar lo aprendido. No te pido
milagros, sólo la lucidez que dinamice y dé fuerzas a mi corazón, y
que te vengas conmigo. Y de paso, tú que más de una vez fuiste puesto
a prueba, concédeme que quienes han de examinarme sean razonables y
justos; que se acuerden de que la historia trasciende sus materias; y
hasta gocen poniendo un toque de buen humor. Porque ellos y yo sabemos
que un examen no decide la vida, y es apenas un instante especial de
la misma. Señor, mi único Maestro, escúchame y ven conmigo.

Jugando a las cartas
Un señor entra en un bar y observa que en una mesa hay tres hombres y
un perro jugando a las cartas. Muy admirado se acerca a la mesa y
pregunta:
—Este dálmata, ¿puede realmente jugar a las cartas?
—Sí.
— ¡Es algo impresionante!
—No crea. Cada vez que le tocan buenas cartas, mueve la cola y todos
nos damos cuenta.

Pensamientos
- Hay muchos que se quejan de que no logran hallar la felicidad. Y es
que no la buscan donde está: la única manera de conseguir la propia
felicidad, es vivir para darse a los demás. Alfonso Milagro.
- El azar, la casualidad, son quizá seudónimos de Dios, cuando no
quiere firmar con su nombre. Teófilo Gautier.
- Hay que abandonar el pasado a la misericordia de Dios, el presente a
nuestra fidelidad, y el porvenir a la divina providencia. San
Francisco de Sales.
- Una prueba es una ocasión ofrecida a un ser libre para sacrificarse
ante el deber o para sacrificar el deber ante los propios caprichos.
Lacordaire.
- No pidas que las cosas sean como tú deseas; deséalas como son. Epicteto.
- No hay nubarrón tan sombrío que no esté forrado de plata. Proverbio inglés.
- De nada sirve al hombre lamentarse de los tiempos en que vive. Lo
único bueno que puede hacer es intentar mejorarlos. Thomas Carlyle.

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