domingo, 18 de diciembre de 2011

Semanario Nº 238º


El mercader y la bolsa
Cierto día, un mercader ambulante iba caminando hacia un pueblo. Por
el camino encontró una bolsa con 800 dólares. El mercader decidió
buscar a la persona que había perdido el dinero para entregárselo,
pues pensó que el dinero pertenecía a alguien que llevaba su misma
ruta. Cuando llegó a la ciudad, fue a visitar a un amigo.

—¿Sabes quién ha perdido una gran cantidad de dinero?- le preguntó a
éste. —Sí, sí. Lo perdió Juan, nuestro vecino, que vive en la casa de
enfrente. El mercader fue a la casa indicada y devolvió la bolsa. Juan
era una persona avara, y apenas terminó de contar el dinero gritó:
—¡Faltan 100 dólares! Esa era la cantidad de dinero que yo iba a dar
como recompensa. ¿Cómo lo has tomado sin mi permiso? Vete de una vez.
Ya no tienes nada que hacer aquí. El honrado mercader se sintió
indignado por la falta de agradecimiento. No quiso pasar por ladrón y
fue a ver al juez.

El avaro fue llamado a la corte de justicia. Insistió ante el Juez que
la bolsa contenía 900 dólares. El mercader aseguraba que eran 800. El
juez, que tenía fama de sabio y honrado, no tardó en decidir el caso.
Le preguntó al avaro: —Tú dices que la bolsa contenía 900 dólares
¿verdad? —Sí, señor, respondió Juan. —Tú dices que la bolsa contenía
800 dólares, le preguntó el juez al mercader. —Sí, señor.

—Pues bien, dijo el juez, considero que ambos son personas honradas e
incapaces de mentir. Tú, porque has devuelto la bolsa con el dinero,
pudiéndote quedar con ella. Juan, porque lo conozco desde hace tiempo.
Esta bolsa de dinero no es la de Juan; aquella contenía 900 dólares.
Esta sólo tiene 800. Así pues, quédate tú con ella, hasta que
aparezca su dueño. Y tú, Juan, espera que alguien te devuelva la tuya.


Para que te levantaste hoy?
¿Alguna vez te has levantado en la mañana como por un acto reflejo,
sin saber por qué o cuáles motivos tienes para vivir? ¿Alguna vez has
dejado de lado tus sueños, para vivir tan sólo el acelerado ritmo de
hoy, sin poder detenerte a pensar? Tal vez hoy te levantaste sin
tiempo, como siempre, sin dar gracias al Creador, o encomendar tu día
a Dios. Tal vez porque sientes que no tienes motivos para vivir, más
que el cumplir con tus obligaciones.
Existe una razón más allá del trabajo, la responsabilidad, o el
simple hecho de estar vivo. Cada minuto que pasa es irrepetible,
precioso, único e incomparable. Pasar por la vida sin vivir, es algo
que a muchos les sucede hoy.
Por eso, toma tu tiempo, mira el cielo, disfruta de las aves, de tus
amigos, hasta de los embotellamientos. Disfruta de aquello que incluso
te saque de tus casillas, sabiendo que, a fin de cuentas, el motivo
principal por el que estás aquí... se llama: Jesús.

Oración por los que no nos aceptan
Te adoro, Señor, por todos los seres humanos, porque son tus criaturas
amadas y porque en ellos también hay reflejos de tu hermosura. Quiero
bendecir también a los que me envidian, me critican o me miran mal.
Quiero desearles que les vaya bien y que sean felices, que te
conozcan, te amen, y aprendan a vivir tu Palabra, que sean santos y
buenos. Yo los bendigo, Señor, con los mejores deseos de mi corazón,
porque así, tarde o temprano, podré estar en paz con ellos. Cólmalos
de alegría, de paz, de esperanza. Regálales el gozo de vivir y de
amar. Y ayúdame, Señor, para ser un instrumento de unidad y de paz a
mi alrededor, para que reine tu amor divino. Amén.

Caníbales
Dos exploradores que llegaron a una supuesta isla desierta, al ponerse
a caminar se encuentran con un letrero que los sorprende: “Peligro
caníbales vegetarianos”. Contundidos, los exploradores deciden
continuar, en eso se encuentran con un hombre que, todo ensangrentado,
les dice:
—¡Corran, corran! A lo que los exploradores preguntan:
—¿Por qué, si son caníbales vegetarianos? Y el hombre les responde:
—En efecto, son caníbales vegetarianos, ¡te comen la palma de tus
manos y la planta de tus pies!

Pensamientos
- Con tu risa todas las cosas quedan reducidas a su justa medida.
Ríete de tus fracasos y se desvanecerán en nubes de nuevos sueños;
ríete de tus éxitos y quedarán nivelados a su exacto valor. Og
Mandino.
- Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú. Donde haya un error
que enmendar, enmiéndalo tú. Donde haya un esfuerzo que todos
esquivan, hazlo tú. Sé tú el que aparta la piedra del camino. Gabriela
Mistral.
- La esperanza es la serena y gozosa mirada sobre el futuro, del que
siempre aguarda la oportunidad de la dicha.
- Un hombre debe vivir cerca de sus superiores como cerca del fuego:
ni tan cerca que se queme ni tan lejos que se hiele. Diógenes.
- Una vez llegada la desgracia, de nada sirve quejarse. Esopo.
- La suerte no es más que la habilidad de aprovechar las ocasiones
favorables. O. Marden.
- Para dialogar, pregunta primero; después escucha. Antonio Machado

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