domingo, 1 de enero de 2012

Semanario Nº 240º


Sorprendente testimonio
Cuando murió el hermano franciscano Pascual Bailón, se reunió en sus
funerales una multitud de fieles atraídos por la fama de sus virtudes.
En la misa de cuerpo presente, según costumbre de la época, el cadáver
estaba descubierto para que todos pudieran contemplar por última vez
el rostro sereno del humilde franciscano. Su vida había transcurrido
en la humildad, el sacrificio, y sobre todo en el amor ardiente a
Jesús Sacramentado.
En esa ocasión sucedió un milagro que fue visto por todos. Cuando en
el momento de la consagración el sacerdote levantó la Hostia, el
cuerpo yacente se animó, levantó la cabeza, abrió los ojos, y
fijándolos en Jesús Eucarístico lo adoró juntamente con los fieles,
asombrados por el prodigio...
Instantes después, durante la elevación del cáliz que contiene la
Sangre de Cristo, el muerto repitió la escena. Los que presenciaron el
milagro reconocían en San Pascual Bailón las virtudes de la santidad.
Poco después fue canonizado. Se lo representa adorando la Hostia
consagrada.

El mejor día
Esta mañana desperté emocionado por todas las cosas que tengo que
hacer antes de que el reloj marque la media noche. Tengo
responsabilidades que cumplir hoy, soy importante. Mi trabajo es
escoger qué clase de día voy a tener, hoy puedo quejarme porque el día
está lluvioso, o puedo dar gracias a Dios porque las plantas están
siendo regadas gratis.
Hoy puedo quejarme de mi salud o puedo regocijarme porque estoy vivo.
Hoy puedo lamentarme por todo lo que mis padres no me dieron mientras
estaba creciendo, o puedo sentirme agradecido de que me permitieran
haber nacido. Hoy puedo quejarme porque tengo que ir a trabajar o
puedo gritar de alegría porque tengo un trabajo.
Hoy puedo quejarme porque tengo que ir a la escuela, o puedo estudiar
y llenar mi mente de nuevos y ricos conocimientos. El día se presenta
ante mí esperando a que yo le dé forma, y ¡aquí estoy yo!... su
escultor. Lo que suceda hoy depende de mí, de nadie más. Yo debo
escoger qué tipo de día voy a tener.

Oración de San Buenaventura
Amado Corazón de Jesús, ¿por qué te dejaste atravesar por la lanza,
sino para mostrarme la abundancia de tu amor y para ser la morada de
mi alma? ¿Cuándo será el momento en que pueda entrar en ti, y
proclamar solemnemente “éste es mi descanso eterno; aquí viviré porque
yo mismo me elegí esta morada?” Jesús mío, introduce cuanto antes a
esta alma mía en la herida de tu abierto costado, en lo íntimo de tu
amable y amado Corazón, para que se purifique, para que se embellezca
e inflame toda en caridad; de modo que, desprendida de los halagos
terrenos, sólo piense amarte a ti, mi Dios crucificado. Amén.

Preguntas ingeniosas
- Se dice que sólo diez personas en el mundo entendían a Einstein. Si
nadie me entiende a mí, ¿soy un genio?
- Si una heladera está a no más de diez grados bajo cero, y en la
Antártida en un invierno muy frío la temperatura ambiente llega a 50
grados bajo cero, ¿no podrían calentarse las personas entrando a las
heladeras?

Pensamientos
- La esperanza es como una ventana abierta de par en par, que deja
entrar rayos de luz a raudales en una habitación oscura, triste y
cerrada.
- La sonrisa es una verdadera fuerza vital, la única capaz de mover lo
inconmovible. O. Marden.
La ira es como el fuego; no se puede apagar sino al primer chispazo.
Después es tarde. Giovanni Papini.
- Cuando la vida te presente razones para llorar, demuéstrale que
tienes mil y una razones para reír. Anónimo
- Lo mejor de la vida es el pasado, el presente y el futuro. Pier
Paolo Pasolini.
- La mayor muestra de agradecimiento a Dios es amar apasionadamente
nuestra condición de hijos suyos.
- Busca tiempo para viajar. Es una actividad que enriquece en gran
manera, porque estás en contacto con gentes y culturas diversas que te
pueden complementar.
- El que no esté seguro de su memoria debe abstenerse de mentir. Montaigne.


Semanario Nº 241º – 8 de enero 2012

El bordado de mamá
Cuando era pequeño, mi mamá solía coser mucho. Yo me sentaba cerca de
ella y le preguntaba qué estaba haciendo. Ella me respondía que estaba
bordando. Siendo yo pequeño, observaba el trabajo de mi mamá desde
abajo, por eso siempre me quejaba diciéndole que solo veía hilos feos.
Ella se sonreía, miraba hacia abajo y gentilmente me decía: —Hijo, ve
afuera a jugar un rato y cuando haya terminado mi bordado te pondré
sobre mi regazo y te dejaré verlo desde arriba. Me preguntaba por qué
ella usaba algunos hilos de colores oscuros y porqué me parecían tan
desordenados desde donde yo estaba. Más tarde escuchaba la voz de
mamá diciéndome: —Hijo, ven y siéntate en mi regazo.
Yo lo hacía de inmediato y me sorprendía y emocionaba al ver una
hermosa flor o un bello atardecer en el bordado. No podía creerlo;
desde abajo solo veía hilos enredados. Entonces mi mamá me decía:
—Hijo mío, desde abajo se veía confuso y desordenado, pero no te dabas
cuenta de que había un plan arriba. Yo tenía un hermoso diseño. Ahora
míralo desde mi posición, qué bello.

Amar es servir
El amor auténtico se manifiesta en servir, ayudar, proteger. “Obras
son amores, y no buenas razones”, dice el refrán español. Bajar a lo
concreto, aterrizar en la realidad de la vida, es el signo del amor
maduro. Evidentemente esto requiere sacrificio, entrega y olvido de ti
mismo.

Amar es decidirse a servir, porque servir es la exigencia imperiosa
de la dinámica del amor; por eso es fácil descubrir sin temor a
engañarnos, si amamos de veras o si somos falsos en nuestras protestas
de amor. Cuando uno se cansa de servir es porque se ha cansado de
amar; cuando uno deja de amar es porque previamente ha dejado de
servir.

Para aumentar el amor hay que mantener una actitud de servicio, pero
teniendo presente que si hay que amar a todos, —que es el primer
precepto de la Ley—, también hay que estar en disposición de servir a
todos, sin excepción, porque a todos debemos amar. El amor nunca puede
fallar, y si nos parece que falla, debemos examinar detenidamente y
con sinceridad si primero no hemos fallado en el servicio.

Cuánto puede ayudar la gracia del buen humor al corazón que se
encuentra abatido, la palabra serena al que está irritado, la dulzura
de una voz amable al que yace en el abismo de la desesperación. Creo
que no hay mayor alegría que saber que no pasamos en vano por la vida
de otra persona. La felicidad está más en dar que en recibir (Hechos
20, 35).

Mañana abriré
¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno a oscuras?

¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí!; ¡qué extraño desvarío,
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!

Cuántas veces el ángel me decía:
"Alma, asómate ahora a la ventana,
verás con cuanto amor llamar porfía"!

¡Y cuántas, hermosura soberana:
"Mañana le abriremos", respondía,
para lo mismo responder mañana!

¿Insulto o ayuda?
Un hombre viajaba muy tranquilo en su coche en una zona montañosa.
Sucedió que al entrar en una curva peligrosa, otro coche salía de ésta
dando volantazos y viniendo hacia él de manera muy peligrosa. Al pasar
a su lado casi rozando, gritó su conductor: —¡Cerdo!
El primer hombre indignado le respondió con otro insulto y continuó
como pudo entrando en la curva y, una vez que estaba en ella, se
encontró de repente con un enorme cerdo, que no pudo esquivar y al que
golpeó saliéndose de la carretera y quedando tirado en la cuneta.

Pensamientos
- Quien nunca ha cometido un error nunca ha probado algo nuevo. Albert Einstein.
- Estar preparado es importante, saber esperar lo es aún más, pero
aprovechar el momento adecuado es la clave de la vida. Arthur
Schnitzler.
- La vida sólo puede ser comprendida mirando hacia atrás, pero ha de
ser vivida mirando hacia adelante. Sören Kierkegaard.
- El arte de vivir mucho es resignarse a vivir poco a poco. Santiago
Ramón y Cajal.
- Una memoria ejercitada es guía más valiosa que el genio y la
sensibilidad. Schiller.
- La perfección consiste en pasar cada día, como sí tuviese que ser el
último, sin cobardías, sin inquietudes, sin disimulos. Marco Aurelio
- La perfección no está en la cabeza, sino en el corazón. Ludovico de Besse.

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