domingo, 12 de agosto de 2012

Semanario  Nº 272º

El chofer de Einstein

Einstein, tras obtener el premio nobel de Física (por cierto, no por
su creación de la teoría de la relatividad, sino por sus trabajos
sobre el efecto fotoeléctrico), era invitado constantemente a dar
conferencias en universidades y organismos científicos.
Él solía viajar en coche y con chofer, y se dice que en cierta ocasión
le comentó al chófer que era tremendamente aburrido repetir siempre lo
mismo. El chofer le contestó: "He oído su conferencia tantas veces que
me la sé de memoria; si usted quiere, cualquier día puedo sustituirle
y darla yo". Einstein le tomó la palabra y accedió un día en que
suponía poco probable que alguien en la sala de conferencias pudiera
reconocerle.
Todo iba de maravilla (nadie le había reconocido, el chofer había
expuesto muy bien la conferencia) hasta que alguien le hizo una
pregunta sobre cuya respuesta el chofer no tenía ni idea. Tuvo sin
embargo la ocurrencia de contestar: "Su pregunta, caballero, es tan
sencilla que estoy seguro de que hasta mi chofer podría contestarla,
así que dejaré que sea él mismo quien lo haga".

El regalo de cada día

Si un día al despertar, encuentras al lado de tu cama, un lindo
paquete envuelto con sumo esmero, probablemente lo abrirás aún antes
de lavarte el rostro, curioso por ver lo que hay dentro... Si hay allí
algo que no te gusta mucho, entonces lo guardarás pensando qué hacer
con aquel regalo, aparentemente, “inútil”...
Pero, si al día siguiente recibes otra caja, una vez más la abrirás
corriendo y quizá esta vez encuentres algo que te guste mucho, un
recuerdo de alguien distante, un lindo traje que viste en una tienda,
un exquisito perfume, o simplemente un ramo de flores de alguien que
se acordó de ti. Pero hay algo que ocurre todos los días, y nosotros
no lo percibimos. Todos los días cuando despertamos ahí está, frente a
nosotros, una caja de regalo enviada por Dios: ¡un día entero para
usarlo de la mejor forma posible! A veces, viene lleno de problemas,
tristezas, decepciones, lágrimas...

Pero otras veces, viene lleno de sorpresas, alegrías, victorias y
conquistas... Lo más importante es que, todos los días, Dios envuelve
con todo cariño para nosotros, mientras dormimos, nuestro regalo del
día siguiente. Él nos acerca los días con cintas de colores, no
importa lo que esté por venir. Ese día cuando despertamos recibimos el
regalo de Dios para nosotros. No siempre nos regala lo que esperamos o
queremos.
Pero él siempre, siempre nos manda lo mejor, lo que precisamos, que es
más de lo que merecemos. Abre tu regalo todos los días, agradeciendo
primero a quien te lo envía, sin importar lo que viene dentro de la
caja. Sin duda, él no se engaña en la remesa de los paquetes. Si no
vino hoy lo que deseabas, espera. Ábrelo mañana con más cariño, pues
en cualquier momento, los sueños y planes de Dios llegarán para ti
envueltos en el regalo.

Por los que sufren

Señor, quiero hacer un acto de cariño y compasión. Quiero dedicar este
momento de oración a las personas que necesitan ayuda. Dejo en tus
manos a todos los que están sufriendo mucho. Te entrego todas esas
personas que están llorando de dolor, y te ruego que toques su
interior y les regales tu consuelo. Te pido por todos los que se
sienten solos, ayúdales a descubrir tu presencia y concédeles que
alguien se acerque a darles tiempo y afecto. Mira, Señor, a los que
viven en la pobreza, ayúdalos a salir de esa situación e ilumina a los
que puedan acompañarlos en su liberación. Mira también a los que están
llenos de odio o de rencor y derrama en ellos el deseo del perdón, la
paz interior, el amor. Contempla, Señor, este mundo lleno de
sufrimiento e infunde en esta tierra un poco más del fuego de tu
Espíritu, para que su calor mitigue el frío, su luz domine la
oscuridad, y su presencia devuelva la esperanza. Amén. (Víctor  M.
Fernández).

Borrachos frente al farol

Dos borrachos discutían frente al farol de una plaza.
—Mire, amigo, yo le digo que es tarde porque ya salió la luna… Y
tambaleante señala el farol.
—No, compañero, usted está mareado. Eso es el sol.
Como no se ponían de acuerdo convienen en preguntar al primero que
pase por allí. Después de un rato pasa un señor que estaba tan
borracho como ellos, y le preguntan:
—Señor, ¿sería tan amable de decirnos, si esto que estamos viendo es
el sol o la luna?
—Mire, viejo, tendrán ustedes que perdonarme, no puedo saberlo porque
yo no soy de este barrio.

Pensamientos

- La envidia en los hombres muestra cuán desdichados se sienten; y su
constante atención a lo que hacen o dejan de hacer los demás, muestra
cuánto se aburren.  Arthur Schopenhauer.
- Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una
oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber.
Albert Einstein.
- No hay madera de santo en un alma melancólica; la alegría es como un
misionero que predica a Dios haciéndolo amar. P. Federico Faber.
- El amigo verdadero demuestra su autenticidad en las horas adversas. Cicerón.
- No basta compartir las ideas con el prójimo. Se ha de compartir la
vida. Rabindranath Tagore.
- Si una espina me hiere, me aparto de la espina pero no la aborrezco.
Amado Nervo.
- Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces,
pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir juntos como
hermanos. Martin Luther King
- La bondad es la única inversión que nunca quiebra. Henry David Thoreau.
- Todo cabe en lo breve. Pequeño es el niño y encierra al hombre;
estrecho es el cerebro y cobija el pensamiento; no es el ojo más que
un punto y abarca leguas. Alejandro Dumas.

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