domingo, 26 de agosto de 2012

Semanario  Nº 274º

Miedo de abrir la puerta

En una tierra en guerra, había un rey que causaba espanto. Siempre que
hacía prisioneros, no los mataba, los llevaba a una sala donde había
un grupo de arqueros de un lado y una inmensa puerta de hierro del
otro, sobre la cual se veían grabadas figuras de calaveras cubiertas
de sangre.
En esta sala el rey les hacía formar un círculo y les decía
entonces... "Ustedes pueden elegir entre morir atravesados por las
flechas de mis arqueros o pasar por esa puerta misteriosa".  Todos
elegían ser muertos por los arqueros. Al terminar la guerra, un
soldado que por mucho tiempo sirvió al rey se dirigió al soberano y le
dijo: —"Señor, ¿puedo hacerle una pregunta?"  Y le responde el rey:
—"Dime soldado".  —"¿Qué había detrás de la horrorosa puerta?". —"Ve y
mira tú mismo", respondió el rey.
El soldado entonces, abrió temerosamente la puerta y, a medida que lo
hacía, rayos de sol entraron y aclararon el ambiente... y, finalmente,
descubrió sorprendido que la puerta se abrió sobre un camino que
conducía a la libertad. El soldado admirado sólo miro a su rey que le
decía: —"Yo daba a ellos la elección, pero preferían morir que
arriesgarse a abrir esta puerta".

La gran cosecha

De la vehemencia y el entusiasmo deben surgir la paz y la serenidad.
De la ilusión debe brotar la lucidez. Del optimismo, la esperanza. De
la risa fácil y de la alegría ruidosa, el apacible y agudo sentido del
humor. De la capacidad de asimilación ha de nacer la riqueza interior.
Del interés abierto a todo, tiene que llegarse a la experiencia
abierta a todo. El ímpetu y el vigor deben producir la paciencia y la
dulzura. La búsqueda inquieta de la felicidad ha de concluir en el
aprecio y la armonía con todo lo que nos rodea. De la fe en los demás
hemos de llegar a la indulgencia y la comprensión de todos. De la
alegría de vivir hay que sacar el gozo de haber vivido. De la
necesidad de amar y ser amado tiene que surgir la derrota de todos los
egoísmos y un amor, al fin, plenamente desprendido.  José Luis Martín
Descalzo.

El don de alabar a Dios

Gloria a ti, mi Dios infinito y bello. Señor deslumbrante, vestido de
inmensa luz. Esta pequeña criatura quiere adorarte y reconocer tu
grandeza. Me postro ante ti, Señor, y te pido que toques mi corazón,
que abras mis labios y me regales el don de saber adorarte. No
permitas, Dios mío, que me encierre en mis preocupaciones y penas, no
dejes que mi boca se llene sólo de lamentos. Ayúdame a salir de mí
mismo para alabarte a ti, que eres digno de toda alabanza, mi Dios y
mi Señor amado. Santo eres, bendito seas, alabado y glorificado seas
por tu hermosura, por tu fuerza, por tu bondad, por tu inmensa paz. ¡A
ti sea la gloria por siempre! Amén. (V. M. Fernández).

Condena máxima

Están juzgando a un hombre por asesinato múltiple:
Habla el fiscal:
—Vean, señores del jurado, a este hombre frío y cruel que asesinó a su
esposa, a sus hermanos y a sus padres. Pido para él la pena máxima.
A continuación habla el abogado defensor:
—Señoras y señores del jurado, ¡les pido que tengan un poco de
clemencia para este pobre huérfano!

Pensamientos

- Si una persona es perseverante, aunque sea dura de entendimiento, se
hará inteligente; y aunque sea débil se transformará en fuerte.
Leonardo da Vinci.
- La cosa más difícil es conocernos a nosotros mismos, la cosa más
fácil, hablar mal de los demás. Epitecto.
- La cortesía es el más exquisito perfume de la vida, y tiene tal
nobleza y generosidad que todos la podemos dar. Amado Nervo.
- La cortesía nada cuesta y con ella se compra todo. Bacon.
- Si te vienen a decir que alguno ha hablado mal de ti: no te
preocupes en negar lo que ha dicho; responde solamente que ignora
todos los otros defectos que tienes y que, si los conociera, hubiera
tenido material para hablar mucho más de ti. Epitecto
- Cuando se siente herida, la ostra hace una perla. Emerson.
- Es maravilloso el número de cosas imposibles que la gente decidida
logra realizar. Nosotros deberíamos formar parte de ese equipo. Raúl
Plus.
- Cuando debemos hacer una elección y no la hacemos, esto ya es una
elección. W. James.
- Un asno puede rebuznar cuanto quiera, pero no podrá hacer temblar a
las estrellas. G. Eliot.

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