domingo, 1 de septiembre de 2013

Semanario  Nº 327º
Perdonar a todos
Hay que perdonar a todos, incluso a los difuntos. Dice la mística
María Simma que un día fue a visitarla un campesino y le dijo:
— Estoy construyendo un establo y cada vez que el muro llega a cierta
altura, se cae. Hay algo extraño y sobrenatural en esto. ¿Qué puedo
hacer?
— ¿Hay algún difunto que tiene algo contra ti, a quién guardas rencor?
— Oh sí, pensaba que no podía ser sino él. Me hizo mucho daño y no lo
puedo perdonar.
— Él quiere que lo perdones para estar en paz.
— ¿Perdonarlo yo? ¿A él que tanto daño me ha hecho de vivo? ¿Para que
vaya al cielo? No.
— Pues no te dará reposo hasta que lo hayas perdonado de corazón.
¿Cómo puedes decir en el Padrenuestro: Perdónanos como nosotros
perdonamos a los que nos ofenden? Es como si dijeras a Dios: No me
perdones como yo tampoco perdono.
El hombre se quedó pensativo y dijo: Tienes razón. En nombre de Dios
lo perdono para que Dios me perdone también a mí. Desde ese día, no
tuvo más problemas con el establo y pudo tener paz y amor en su
corazón.

No pienses en el otro camino

Una vez que escogemos un camino, es necesario que olvidemos todos los
otros, dijo el maestro a sus discípulos. Ariel, el discípulo que no
sabe aprender, escuchó con atención. A la salida de la conferencia,
Ariel fue invitado por un grupo de personas a dar una charla en un
bar. Rechazo todo pago, dijo Ariel. Hice mis estudios, soy un
servidor, y solo quiero divulgar las palabras que ayudarán a la gente.
El grupo se quedó contento, fueron hasta el bar, y Ariel dio su
conferencia.
Al terminar, preguntó: Nada más que por curiosidad, me gustaría saber
cuánto dinero rechacé. Al enterarse de la excelente paga que hubiera
recibido, Ariel se sintió explotado por el grupo que lo había
invitado, y fue a quejarse con su maestro.
Cuando la gente hace una elección, debe siempre olvidar las otras
alternativas. El hombre que sigue un camino, y se queda pensando en lo
que perdió al dejar de lado los otros, nunca llegará a ninguna parte,
fue la respuesta del maestro.

Pocas palabras, pero de corazón

La oración es la llave que abre los tesoros del cielo. Es el puente
siempre accesible por el que llegamos a Dios. El arte de orar es el
arte de amar al Señor. Pero orar bien es un regalo del Señor. Como los
apóstoles implorémoslo con frecuencia. Pidamos al Padre, por Jesús,
que derrame sobre nosotros un Espíritu de oración y de alabanza, (Zac.
12, 10). Al leer el Evangelio, aprendemos que no hacen falta muchas
palabras para orar, sino que bastan pocas, pero que salgan del
corazón. El leproso dijo: “Señor, si quieres, puedes limpiarme”,
(Lucas 5, 12). El ciego de Jericó dijo: “Señor, haz que pueda ver”,
(Lucas 18, 41). Los apóstoles a punto de zozobrar gritaron: “Sálvanos,
Señor, que perecemos”, (Mateo 8, 25). El publicano en el templó oraba:
“Ten piedad de mí, Señor, que soy un pecador”, (Lucas 18, 13). Pedro
dijo a Jesús: “Señor, tú lo sabes todo, tu sabes que te amo”, (Juan
21, 17). La samaritana pidió a Jesús: “Señor, dame de esa agua, para
que no tenga más sed”, (Juan 4, 15). Haz esto y vivirás…

Entre víboras

Dos víboras se arrastran por la selva. De repente pregunta la primera:
—Decime, ¿nosotras somos venenosas?
La segunda responde sorprendida:
—Puede ser que sí. ¿Pero por qué preguntás?
Contesta la primera:
—Porque recién me mordí en la lengua.

Pensamientos

- Si golpeas muy fuerte la cáscara de una nuez, corres el riesgo de
malograr la pulpa que esconde. Es necesario proceder con tacto y
precaución en todo.
- Los que se niegan a correr riesgos sanos y necesarios, pronto se ven
atacados por riesgos inútiles y locos. Gustave Thibon
- Anunciamos una sabiduría entre aquellos que son personas
espiritualmente maduras, pero no la sabiduría de este mundo. Lo que
anunciamos es una sabiduría de Dios. 1 Corintios 2,6-7
- El hombre es un ser en camino y necesitado de significado: mientras
no lo encuentra está triste, molesto, nervioso, irritado consigo mismo
y con los demás. Carlos Martini.
- Dormí y soñé que la vida era alegría. Desperté y ví  que la vida era
servicio. Y, en el servicio,  encontré la alegría. Rabindranath
Tagore.
- No hables demasiado, ni te entregues a distracciones. Ama la pureza
de conciencia. Entrégate a la oración. Ama la soledad, si quieres
llegar un día a la morada de la sabiduría. Santo Tomás de Aquino.

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