domingo, 15 de septiembre de 2013

Semanario  Nº 329º
La silla vacía
En cierta parroquia, un anciano estaba gravemente enfermo y el párroco
fue a visitarlo. Apenas entró en la habitación, el sacerdote advirtió
una silla vacía. Estaba al lado de la cama como algo misterioso, como
si estuviera ocupada por un ser invisible. El enfermo le dijo:
— Padre, pienso que en esta silla está sentado Jesús. Hace muchos
años, cuando no sabía rezar, descubrí que orar era hablar
amigablemente con Jesús. Así que ahora me imagino que Jesús está
sentado en esta silla. Le hablo, lo escucho, le cuento mis cosas y le
digo que lo amo. Y me siento contento.
Unos días más tarde, se presentó en el despacho parroquial la hija del
enfermo y le comunicó al párroco que su padre había muerto. Y le dijo:
— Lo dejé solo un par de horas. Al volver a su habitación, lo encontré
muerto, con la cabeza apoyada en la silla vacía, que tenía siempre al
lado de su cama.
El sacerdote comprendió que había muerto en los brazos de Jesús.

Me gusta que mis amigos...

Sepan guardar los secretos que les confío.
Se interesen por mis problemas.
Me escuchen con atención, sin criticarme ni retarme.
Me sacudan cuando me hace falta, aunque yo me enoje.
Me consuelen y alienten después, si quedé muy triste.
Se acuerden de mi cumpleaños, aunque no me regalen nada.
Se sientan cómodos en mi casa y con mi familia.
Me entiendan cuando yo no quiero hablar.
Sean sinceros y confidentes conmigo.
Se jueguen por mí, si llega la ocasión.
Me respeten en las cosas en que pensamos distinto.
Me quieran desde el corazón y para siempre...

Oración por los jóvenes

Señor, ayuda a los jóvenes.
Ellos poseen los tesoros del porvenir.
Son los maestros del entusiasmo y la esperanza.
Tienen sed de vivir un mundo
sin superhombres, y sin subhombres.
Tú sabes, Padre, que se trata de la juventud auténtica.
Ningún facilismo venga a corromper a nuestros jóvenes.
Que ninguna dificultad los desanime.
Que salgan victoriosos de las más terribles pruebas:
el peligro de instalarse, de perder el fuego,
de ser jóvenes por fuera, y viejos por dentro.

Humor: un nombre al bautizado

Un padre misionero que llegó al pueblito, se dedicaba no sólo a cuidar
la salud espiritual de los fieles sino también la salud física. Una
tarde un paisano llegó del campo para hacer bautizar a su hijito.
—Mire, padrecito, ando con ganas de cristianar a mi niñito.
—Cómo no, mi amigo, para eso estamos.
Al empezar la celebración el sacerdote vio una infección en el bracito
del nene y pensando que era necesaria una curación inmediata, dijo al
paisano:
—Mire, señor, a este chico hay que ponerle penicilina.
A lo que el paisano un poco enojado le respondió:
—No, no, no, usted a mi hijo le pone “Ruperto” o ya mismo lo llevo a otro cura.

Pensamientos

- La puerta de la sabiduría nunca está cerrada. Benjamín Franklin.
- Si el hombre no ha descubierto nada por lo que morir, no es digno de
vivir. Martin Luther King.
- La virtud de la paciencia es la que nos asegura la mayor perfección.
San Francisco de Sales.
- Una sola guerra será siempre absolutamente justa: la guerra contra
la miseria. Abbé Pierre.
- El que llega al final de una vida egoísta y vacía, se queda solo,
vacío, como la vida que llevó. Y se cumplirá la sentencia de Jesús: El
que quiera salvar su vida la perderá; y el que pierda su vida por mí y
por la Buena Noticia, la salvará (Mateo 8,35).
- El silencio está tan lleno de sabiduría y espiritualidad en
potencia, como el mármol está lleno de posibles esculturas. Aldous
Huxley.
- Son siempre más sinceras las cosas que decimos cuando el ánimo se
siente airado que cuando está tranquilo. Marco Tulio Cicerón
- Cuando todos te abandonan, Dios se queda contigo. Mahatma Gandhi.
- Vivir solos con Dios, es vivir en una soledad suficientemente
poblada, como para vivir en ella felices.

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