16 marzo 2014 – Cuaresma 2º A – Transfiguración –
Resonancias de la Palabra
Dirección equivocada
La vida es nuestro
máximo valor y, a la vez, nuestro máximo problema. Tememos perderla; nos
angustia la muerte física. Pero hay otra muerte más sutil que nos envuelve: no
encontrarle sentido, dirección acertada a la vida. ¿Para qué vivimos? ¿Vate la
pena vivir la vida? Esto que llamamos vida ¿es una oportunidad o un castigo?
Era un día de
invierno: Todas las veces que el colectivo paraba en una estación terminal, un
hombre se asomaba por la ventana, leía el nombre de la localidad y suspirando
fuertemente se dejaba caer de vuelta en su asiento. Después de la quinta vez le
preguntó un compañero de viaje, preocupado: “¿Le duele algo, señor? ¿Por qué
usted gime tan terriblemente?” Contestó el hombre: “A decir verdad tendría que
cambiar el colectivo. Todo el tiempo viajo ya en la falsa dirección. Pero,
¡aquí dentro es tan calentito y cómodo!”.
El egoísmo atrofia al hombre, que sólo en la donación generosa a los demás.encuentra su madurez y plenitud. Si te preocupas demasiado por ti
mismo, si vives para acumular dinero y comodidades, no te quedará tiempo para
los demás. Si no vives para los demás, la vida carecerá de sentido para ti,
porque la vida sin amor no vale nada.
Un
águila majestuosa
En un pueblecito de Suiza, al pie de
grandes montañas, un auto había arrollado un águila real. Esta ave majestuosa,
que vuela sobre las nubes, había sido arrollada por un auto que corre a ras del
suelo. ¿Por qué? Porque descubrió en la carretera un animal muerto y bajó a
darse un festín y se olvidó de todo lo que la rodeaba, no vio el peligro que la
amenazaba en tierra, no miraba el sol refulgente que la invitaba a
remontarse... Pues bien, tu alma es como un águila real llamada a volar por las
alturas, no te olvides de tu destino eterno y no vayas tras la carroña que te
rodea como la pornografía, el afán desmedido del dinero, los vicios y todo lo
que te ata a este mundo. No te olvides que tienes un alma inmortal, que desea
la inmensidad del cielo azul y aspira a la eternidad de Dios. No seas víctima
de tu propia mediocridad y de tus pecados. Levanta el vuelo a las alturas,
sueña con el aire puro de las cimas elevadas y no te dejes encerrar en la
cárcel de tus vicios y placeres.
Gracias
a un buen libro
Dios puede salir a tu
encuentro a través de la lectura de un buen libro. A este respecto se conoce la
historia de Eddie Doherty, un periodista norteamericano, que ganaba miles de
dólares al mes. Era rico y no creía en Dios. Un día se puso a leer el libro “Historia de un alma” de Sta. Teresita
del Niño Jesús, y nos dice:
“Esa noche, acostado en cama, tomé el libro con la sola intención de
echarle un vistazo. Pero, una vez que comencé a leer esas páginas tan
encantadoras, no pude dejarlo. A las tres de la mañana lo terminé. Pero seguí
apretándolo sobre mi pecho, pasando mis dedos bañados en lágrimas por su
cubierta. Ningún libro me había impresionado tanto jamás”.
Eddie se convirtió y
se hizo sacerdote católico. Algo parecido podemos decir de Sta. Edith Stein,
que se convirtió a la fe católica, leyendo el libro de la vida de Sta. Teresa
de Jesús. (P. A. Peña en “Ser hijos de Dios”).
Cambiar
el mundo
Las grandes
realizaciones han comenzado por algo simple, accesible, fácil. Para acercarse a
la cumbre de una alta montaña, da el primer paso para lograr tu objetivo, y
luego con paciencia y gran esperanza suma pasos en la misma dirección. Se trata
de hacer realidad un bello ideal comenzando de lo concreto e inmediato. Lee
ahora la experiencia de una persona.
Siendo joven yo era un
revolucionario y mi oración a Dios era: —Señor, dame la energía para cambiar al mundo. Al llegar a los cuarenta y
advertir que la mitad de mi vida se había ido sin que yo hubiese cambiado una
sola persona, modifiqué mi oración: —Señor, dame la gracia para cambiar a todos aquellos con quienes tengo
contacto, solamente mi familia y mis amigos y estaré satisfecho. Ahora, que ya
soy un anciano y mis días están contados, mi única oración es: —Señor, dame la gracia de cambiarme a mí
mismo. ¡Si hubiera orado de esta forma desde el principio, no hubiese
desperdiciado mi vida!
“Cambiarse a sí mismo”, es evidentemente lo
más accesible y cercano para comenzar,
¿verdad? Pero también es cuestión de lealtad consigo mismo y los demás.
Jesús señaló esto en los fariseos de su tiempo. No practicaban lo que
aconsejaban a los otros. “Las palabras mueven, pero los ejemplos arrastran”.
¿Quieres cambiar el mundo? Comienza por ti.
Rejuvenecer
“El Señor perdona todas tus culpas y cura
todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa, y te colma de gracia y
de ternura; el sacia de bienes tus anhelos, y como un águila se renueva tu
juventud”. (Salmo 103). Qué maravillosa es la oportunidad de rejuvenecer. El
hombre bíblico conocía lo que ahora la ciencia asegura que es verdad: las
águilas pueden rejuvenecer.
El águila a los 40
años está casi ciega, las plumas pesadas y feas, el pico se curva hacia dentro
lo mismo que las garras y no puede cazar para sobrevivir. Es cuando el águila
debe tomar una decisión radical: se somete a una renovación o se deja morir.
Las que deciden seguir viviendo, se retiran a lo alto de una roca en donde
construyen un nido. Estando allí, ella misma se arranca el pico viejo
golpeándolo contra la roca, y sale uno nuevo, con el cual arranca y destroza
una por una sus viejas garras. Luego le salen garras nuevas con las cuales
arranca sus plumas, hasta quedar pelona. Al mismo tiempo, un aceite le limpia
los ojos, devolviéndole la visión. Cuando le crecen estas nuevas plumas, con un
pico, garras y nueva visión el águila puede seguir en su vuelo diario por 30
años más. Es un proceso sumamente doloroso de unos 150 días, pero que le ofrece
una nueva juventud.
Tú
puedes ser feliz
Hellen Keller, a los dos años de
edad, sufrió un ataque de fiebre cerebral y quedó sorda y ciega para toda la
vida. Pero ella no se desanimó y aprendió a leer y escribir y realizó estudios
superiores. Fundó 50 escuelas para ciegos y escribió libros que se han
traducido a 50 idiomas. A sus 77 años, todavía seguía dando conferencias y
ayudando a sordos y ciegos del mundo entero. Y decía: “He luchado para descubrirme a mí misma una razón para vivir y un campo
en el que pudiera ser útil. Yo creo que podemos ser felices aquí y ahora, si
cumplimos fielmente nuestro deber. Hasta la más humilde ocupación es un arte,
si encierra esfuerzo y amor por los demás”.
Si ella pudo ser feliz y ser útil a tantos seres humanos ¿por qué tú,
que ves y oyes, no puedes serlo? Tú eres una persona única en el mundo. Tú no
eres fotocopia. Lucha contra tu sentido de inutilidad o de derrota, libérate de
la autocompasión. No te des por vencido, siempre hay algo que hacer por los
demás. Y tú puedes ser feliz, haciendo felices a los demás.
“Toda
la fuerza me viene de Jesús”
Santa Faustina
Kowalska decía: El día que no recibo la comunión, la vida me asusta, tengo
miedo de mí misma. Jesús, oculto en la hostia, es todo para mí. Del sagrario
tomo fuerza, poder, valor, luz. Allí busco alivio en los momentos de angustia. Toda
la fuerza me viene del Santísimo Sacramento. Solamente en la eternidad podremos
conocer qué gran misterio cumple en nosotros la santa comunión. ¡Son los
momentos mas preciosos de mi vida! Toda
mi fuerza la recibo de la comunión. Me sería difícil vivir un día sin recibir
la santa comunión. Él es mi escudo; sin Ti, Jesús, no sé vivir. El momento más
solemne de mi vida es cuando recibo la santa comunión.
Esto lo decía santa
Faustina por propia experiencia. ¿No podríamos hacer nosotros también la
experiencia de ir a Jesús Eucaristía siempre que tengamos algún problema que
resolver o dolores que sanar? Jesús nos espera como un amigo y nos ha prometido
alivio y consuelo: Vengan a Mí los que
están cansados y agobiados que yo los aliviaré (Mt 11,28).
Puedes leer todos los libros del P. Ángel
Peña en www.autorescatolicos.org
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