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septiembre 2014 – Fiesta patronal : Capilla Ntra. Sra. Consolación –
Resonancias
Entrada al Paraíso
Vivencias de santos sobre el Rosario: “En el Rosario he
hallado los atractivos más dulces, más suaves, más eficaces y más poderosos
para unirme con Dios”, santa Teresa de
Jesús. “Si ustedes desean paz en sus corazones y en sus hogares, recen
diariamente el Rosario”, san Pío X.
“Cuando digo el Avemaría, los cielos sonríen, los ángeles
cantan y los demonios tiemblan y huyen”, san
Francisco de Asís.
Una vez fue a visitar al P. Pío un
obispo acompañado por un general del ejército italiano. El obispo le presentó a
su amigo que fue recibido con gran amabilidad por el santo. Después de hablar
sobre temas del momento, el obispo con una sonrisa de picardía dijo al P. Pío
que el general había venido con él para hacerle un pedido importante. — ¿De qué se trata?
Preguntó intrigado el P. Pío, prestando mucha atención. —Algo que para usted es
muy fácil. Respondió el obispo mientras intercambiaba miradas y risitas con el
general. Y prosiguió: —¡Bueno! Mi gran amigo desea que le consiga una entrada
gratis al Paraíso. —¡Oh, mire qué pedido! Y sacando rápidamente del bolsillo su
rosario, el santo lo puso en manos del general diciéndole: —Apreciado general,
aquí tiene la entrada al Cielo. Récelo cada día con su familia y le garantizo
que no va a equivocar el camino.
“El Rosario es el instrumento con el
cual se vence al demonio y se obtienen todas las gracias. Es la síntesis de
nuestra fe, el sostén de nuestra esperanza, la expresión y crecimiento de
nuestra caridad”, san Pío de
Pietrelcina. Pide la gracia de apreciar esta devoción.
Poderosa
protección
Cuando en 1945 explotó la bomba
atómica sobre Hiroshima, de una pequeña comunidad de ocho sacerdotes jesuitas,
situada en una casa parroquial distante sólo ocho manzanas del lugar de la
explosión de la bomba, todos quedaron ilesos junto con la casa, mientras que no
se salvó ninguna persona en el radio de un kilómetro y medio del centro de la
explosión.
El Padre Schiffer contó en el Congreso
Eucarístico de Filadelfia, en 1976, cuando aún vivían los ocho miembros
supervivientes, que 200 científicos y expertos investigaron durante varios años
las causas científicas por las cuales la casa parroquial y sus habitantes no
habían sido tocados en medio de la destrucción de toda clase de vida… Él decía
que en aquella casa había una cosa distinta a las demás que fueron destruidas:
se rezaba el Rosario diariamente en comunidad…
Cosas
de mamá...
Se cuenta que san Pedro, muy
preocupado al notar la presencia de algunas almas a las cuales no recordaba
haberlas hecho pasar al cielo, se puso a investigar y encontró un lugar por
donde entraban. Fue entonces ante el Señor y le dijo:
— Señor
Jesús, hace algún tiempo que venía observando que hay aquí algunas almas a las
que no recuerdo haberles abierto las puertas para que entraran a gozar de la
eterna felicidad. Hice algunas investigaciones y hallé un hueco por donde
entran. Yo quisiera que lo vieras... Aceptó Jesús acompañarlo y vio que del
hoyo descubierto colgaba hacia la tierra un inmenso rosario, por donde
constantemente subían muchas almas. Alarmado, le dijo san Pedro:
— Creo,
Señor, que debemos cerrar esa entrada.
—No, no, — le respondió Jesús, — ¡déjalo así!... Esas son cosas de mamá...
No consiste en vanas
repeticiones
Scott
Hahn, un gran teólogo presbiteriano convertido al catolicismo, un día rezó su
primer rosario. Y dice: Lo recé muchas veces más y, tres meses más
tarde, me di cuenta de que desde el día en que yo había comenzado a rezar el
rosario, aquella situación mía, aparentemente imposible, había cambiado. ¡Mi
petición había sido escuchada! Y volví a tomar el rosario, que no he dejado de
rezar desde aquel día.
Muchos
hermanos protestantes dicen que el rezo del rosario no es bíblico, porque Jesús
prohibió repetir oraciones. Y citan el texto de Mateo 6, 7; donde Jesús dice
que cuando
oren, no sean habladores como los gentiles, que piensan que serán escuchados
por su mucho hablar. Algunos traducen como vana
repetición, en vez de no sean habladores. Pero, al rezar el rosario,
no hacemos vanas repeticiones, sino repeticiones útiles y maravillosas con las
mismas palabras divinas que Dios nos enseña en el padrenuestro y en la primera
parte del avemaría. ¿Será vana repetición el repetir palabras divinas que Dios
mismo nos ha enseñado?
Por
eso, dice Scott Hahn: Mi mujer nunca se cansa de oírme decir “te quiero”. Mi
madre no se cansa de oír que le agradezco que me haya criado... Dios tampoco se
cansa nunca de oírnos repetir toda la serie de frases, que han sido veneradas
como oraciones por la
Escritura y la
Tradición cristiana. Los no católicos repiten mucho las palabras:
Amén, Aleluya y Alabad al Señor.
Ampère rezaba el Rosario
Cuando
Federico Ozanam, fundador de las Conferencias de san Vicente de Paúl, tenía 19
años, fue enviado por sus padres a estudiar a la universidad de París. Allí
tuvo la suerte de conocer al gran científico André Ampère. Y dice: Un día, en que estaba triste y abrumado por
mis problemas, entré en la iglesia de san Esteban para tranquilizarme. La
iglesia estaba en silencio y casi vacía. Arrodillado humildemente delante del
altar, estaba un hombre rezando el rosario. Me acerqué y pude reconocer a
Ampère. Después de contemplarle unos momentos, me retiré, profundamente conmovido
y más cerca de Dios. El rosario de Ampère me había convencido más que mil
sermones de la importancia de Dios y de la oración. Y así pude
volver a recobrar mi fe perdida
Juan Pablo II dice del Santo
Rosario:
- Meditar con el Rosario significa
poner nuestros afanes en los corazones misericordiosos de Cristo y de su Madre.
- Es una
alabanza constante a Cristo: “Bendito el fruto de tu vientre, Jesús”.
- La repetición del avemaría se
dirige directamente a María, pero el acto de amor con ella y por ella, se
dirige a Jesús. La repetición favorece el deseo de una configuración cada vez
más plena con Cristo: verdadero programa de la vida cristiana.
- El
Rosario bien rezado es realmente un itinerario espiritual en el que María se
hace madre, maestra, guía, y sostiene al fiel con su poderosa intercesión.
- El Rosario tiene la sencillez de
una oración popular, pero también la profundidad teológica de una oración
adecuada para quien siente la exigencia de una contemplación más intensa.
- La Iglesia ha visto siempre en
esta oración una particular eficacia, confiando las causas más difíciles a su
recitación comunitaria y a su práctica constante.
El alcázar de Toledo salvado
En
la guerra civil española (1936-1939), la ciudad de Toledo había sido ocupada
por los comunistas; pero quedaba por dominar el Alcázar de Toledo, que había
sido la Academia
militar para oficiales. Allí se refugiaron un total de 1.100 hombres con 800
mujeres y niños. Los atacantes los cercaron con 10.000 soldados, pero no
pudieron vencerlos. ¿Por qué? Los 1.100 hombres del Alcázar eran soldados de
María, se habían consagrado junto con su coronel Moscardó a María y
Ella, la vencedora de mil batallas, los defendió hasta el último momento.
Humanamente,
es inexplicable cómo pudieron resistir 71 días de asedio. Pero María velaba por
ellos. Organizaron el rosario perpetuo, día y noche, ante la imagen de la Virgen. Dos veces al
día se reunía toda la guarnición para rezar el rosario y así pudieron resistir
a pesar de que dinamitaron el Alcázar con cargas explosivas subterráneas, a
pesar de la falta de agua y de alimento y de que se acababan las municiones. A
los 72 días de asedio, el general Franco les mandó ayuda y fueron liberados. Al
ser preguntado el coronel Moscardó cómo había sido posible vencer en lucha tan
desigual, decía: Preguntádselo
a María. Ella era la Generala
del Alcázar. Ella daba valor a nuestros corazones. Ella fue la que nos salvó.
El amor a María nos une
En el
diario francés La Croix del 12 de septiembre de 1915, salía la
siguiente noticia: En el campo de batalla yacía gravemente herido un
soldado francés y, junto a él, también gravemente herido un soldado alemán. El
francés sacó, con mucho esfuerzo, un crucifijo de su bolsillo, lo besó y empezó
a rezar el avemaría en latín. El alemán también se unió y rezó el avemaría con
él. Después, el francés le tendió el crucifijo, el alemán lo besó, se dieron la
mano y así unidos y rezando el avemaría murieron. El amor a María había unido en la muerte a dos enemigos, que murieron como
hermanos, hijos de la misma madre.
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