domingo, 14 de septiembre de 2014

14 septiembre 2014 – Fiesta patronal : Capilla Ntra. Sra. Consolación – Resonancias

Entrada al Paraíso
Vivencias de santos sobre el Rosario: “En el Rosario he hallado los atractivos más dulces, más suaves, más eficaces y más poderosos para unirme con Dios”, santa Teresa de Jesús. “Si ustedes desean paz en sus corazones y en sus hogares, recen diariamente el Rosario”, san Pío X.Cuando digo el Avemaría, los cielos sonríen, los ángeles cantan y los demonios tiemblan y huyen”, san Francisco de Asís.

Una vez fue a visitar al P. Pío un obispo acompañado por un general del ejército italiano. El obispo le presentó a su amigo que fue recibido con gran amabilidad por el santo. Después de hablar sobre temas del momento, el obispo con una sonrisa de picardía dijo al P. Pío que el general había venido con él para hacerle un pedido importante. — ¿De qué se trata? Preguntó intrigado el P. Pío, prestando mucha atención. —Algo que para usted es muy fácil. Respondió el obispo mientras intercambiaba miradas y risitas con el general. Y prosiguió: —¡Bueno! Mi gran amigo desea que le consiga una entrada gratis al Paraíso. —¡Oh, mire qué pedido! Y sacando rápidamente del bolsillo su rosario, el santo lo puso en manos del general diciéndole: —Apreciado general, aquí tiene la entrada al Cielo. Récelo cada día con su familia y le garantizo que no va a equivocar el camino.

“El Rosario es el instrumento con el cual se vence al demonio y se obtienen todas las gracias. Es la síntesis de nuestra fe, el sostén de nuestra esperanza, la expresión y crecimiento de nuestra caridad”, san Pío de Pietrelcina. Pide la gracia de apreciar esta devoción.  

Poderosa protección
Cuando en 1945 explotó la bomba atómica sobre Hiroshima, de una pequeña comunidad de ocho sacerdotes jesuitas, situada en una casa parroquial distante sólo ocho manzanas del lugar de la explosión de la bomba, todos quedaron ilesos junto con la casa, mientras que no se salvó ninguna persona en el radio de un kilómetro y medio del centro de la explosión.
El Padre Schiffer contó en el Congreso Eucarístico de Filadelfia, en 1976, cuando aún vivían los ocho miembros supervivientes, que 200 científicos y expertos investigaron durante varios años las causas científicas por las cuales la casa parroquial y sus habitantes no habían sido tocados en medio de la destrucción de toda clase de vida… Él decía que en aquella casa había una cosa distinta a las demás que fueron destruidas: se rezaba el Rosario diariamente en comunidad…

Cosas de mamá...
Se cuenta que san Pedro, muy preocupado al notar la presencia de algunas almas a las cuales no recordaba haberlas hecho pasar al cielo, se puso a investigar y encontró un lugar por donde entraban. Fue entonces ante el Señor y le dijo:
Señor Jesús, hace algún tiempo que venía observando que hay aquí algunas almas a las que no recuerdo haberles abierto las puertas para que entraran a gozar de la eterna felicidad. Hice algunas investigaciones y hallé un hueco por donde entran. Yo quisiera que lo vieras... Aceptó Jesús acompañarlo y vio que del hoyo descubierto colgaba hacia la tierra un inmenso rosario, por donde constantemente subían muchas almas. Alarmado, le dijo san Pedro:
Creo, Señor, que debemos cerrar esa entrada.
No, no, le respondió Jesús, ¡déjalo así!... Esas son cosas de mamá...

No consiste en vanas repeticiones
Scott Hahn, un gran teólogo presbiteriano convertido al catolicismo, un día rezó su primer rosario. Y dice: Lo recé muchas veces más y, tres meses más tarde, me di cuenta de que desde el día en que yo había comenzado a rezar el rosario, aquella situación mía, aparentemente imposible, había cambiado. ¡Mi petición había sido escuchada! Y volví a tomar el rosario, que no he dejado de rezar desde aquel día.

Muchos hermanos protestantes dicen que el rezo del rosario no es bíblico, porque Jesús prohibió repetir oraciones. Y citan el texto de Mateo 6, 7; donde Jesús dice que cuando oren, no sean habladores como los gentiles, que piensan que serán escuchados por su mucho hablar. Algunos traducen como vana repetición, en vez de no sean habladores. Pero, al rezar el rosario, no hacemos vanas repeticiones, sino repeticiones útiles y maravillosas con las mismas palabras divinas que Dios nos enseña en el padrenuestro y en la primera parte del avemaría. ¿Será vana repetición el repetir palabras divinas que Dios mismo nos ha enseñado?

Por eso, dice Scott Hahn: Mi mujer nunca se cansa de oírme decir “te quiero”. Mi madre no se cansa de oír que le agradezco que me haya criado... Dios tampoco se cansa nunca de oírnos repetir toda la serie de frases, que han sido veneradas como oraciones por la Escritura y la Tradición cristiana. Los no católicos repiten mucho las palabras: Amén, Aleluya y Alabad al Señor.

Ampère rezaba el Rosario
Cuando Federico Ozanam, fundador de las Conferencias de san Vicente de Paúl, tenía 19 años, fue enviado por sus padres a estudiar a la universidad de París. Allí tuvo la suerte de conocer al gran científico André Ampère. Y dice: Un día, en que estaba triste y abrumado por mis problemas, entré en la iglesia de san Esteban para tranquilizarme. La iglesia estaba en silencio y casi vacía. Arrodillado humildemente delante del altar, estaba un hombre rezando el rosario. Me acerqué y pude reconocer a Ampère. Después de contemplarle unos momentos, me retiré, profundamente conmovido y más cerca de Dios. El rosario de Ampère me había convencido más que mil sermones de la importancia de Dios y de la oración. Y así pude volver a recobrar mi fe perdida

Juan Pablo II dice del Santo Rosario:
- Meditar con el Rosario significa poner nuestros afanes en los corazones misericordiosos de Cristo y de su Madre.
- Es una alabanza constante a Cristo: “Bendito el fruto de tu vientre, Jesús”.
- La repetición del avemaría se dirige directamente a María, pero el acto de amor con ella y por ella, se dirige a Jesús. La repetición favorece el deseo de una configuración cada vez más plena con Cristo: verdadero programa de la vida cristiana.
- El Rosario bien rezado es realmente un itinerario espiritual en el que María se hace madre, maestra, guía, y sostiene al fiel con su poderosa intercesión.
- El Rosario tiene la sencillez de una oración popular, pero también la profundidad teológica de una oración adecuada para quien siente la exigencia de una contemplación más intensa.
- La Iglesia ha visto siempre en esta oración una particular eficacia, confiando las causas más difíciles a su recitación comunitaria y a su práctica constante.

El alcázar de Toledo salvado
En la guerra civil española (1936-1939), la ciudad de Toledo había sido ocupada por los comunistas; pero quedaba por dominar el Alcázar de Toledo, que había sido la Academia militar para oficiales. Allí se refugiaron un total de 1.100 hombres con 800 mujeres y niños. Los atacantes los cercaron con 10.000 soldados, pero no pudieron vencerlos. ¿Por qué? Los 1.100 hombres del Alcázar eran soldados de María, se habían consagrado junto con su coronel Moscardó a María y Ella, la vencedora de mil batallas, los defendió hasta el último momento.
Humanamente, es inexplicable cómo pudieron resistir 71 días de asedio. Pero María velaba por ellos. Organizaron el rosario perpetuo, día y noche, ante la imagen de la Virgen. Dos veces al día se reunía toda la guarnición para rezar el rosario y así pudieron resistir a pesar de que dinamitaron el Alcázar con cargas explosivas subterráneas, a pesar de la falta de agua y de alimento y de que se acababan las municiones. A los 72 días de asedio, el general Franco les mandó ayuda y fueron liberados. Al ser preguntado el coronel Moscardó cómo había sido posible vencer en lucha tan desigual, decía: Preguntádselo a María. Ella era la Generala del Alcázar. Ella daba valor a nuestros corazones. Ella fue la que nos salvó.

El amor a María nos une
En el diario francés La Croix del 12 de septiembre de 1915, salía la siguiente noticia: En el campo de batalla yacía gravemente herido un soldado francés y, junto a él, también gravemente herido un soldado alemán. El francés sacó, con mucho esfuerzo, un crucifijo de su bolsillo, lo besó y empezó a rezar el avemaría en latín. El alemán también se unió y rezó el avemaría con él. Después, el francés le tendió el crucifijo, el alemán lo besó, se dieron la mano y así unidos y rezando el avemaría murieron. El amor a María había unido en la muerte a dos enemigos, que murieron como hermanos, hijos de la misma madre.

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