domingo, 21 de septiembre de 2014

21 septiembre 2014 – Domingo 25º A – Obreros de la última hora – Resonancias
Mateo 19, 30 20, 16

Racionalista, masón y ateo
“Yo era racionalista, masón y ateo. Tampoco estaba bautizado, pero mi mujer Claude estaba enferma y decidimos ir a Lourdes. Mientras ella estaba en las piscinas, el frío me obligó a refugiarme en la cripta, donde asistí, con interés, a la primera misa de mi vida. Cuando el cura, al leer el Evangelio, dijo: ‘Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá’, se produjo una conmoción tremenda en mí, porque esta frase la oí el día de mi iniciación en el grado de Aprendiz y la solía repetir cuando, ya Venerable, iniciaba a los profanos en la masonería.
En el silencio posterior -pues no había homilía- oí claramente una voz que me decía: `Bien. Pides la curación de Claude. Pero, ¿qué ofreces?´. Instantáneamente, y seguro de haber sido interpe-lado por Dios mismo, sólo me tenía a mí mismo para ofrecer. Al final de la misa acudí a la sacristía y pedí inmediatamente el bautismo al cura.
Éste, estupefacto, cuando le conté mi pertenencia masónica y mis prácticas ocultistas, me dijo que fuera a ver al arzobispo de Rennes. Ese fue el inicio de mi itinerario espiritual” (Cf. Confesiones de un antiguo masón, ZENIT 6.11.2008). Un obrero de la última hora.

Famoso médico abortista
Stojan Adasevic durante 26 años fue el ginecólogo abortista más famoso de Belgrado, en Serbia. Llegó a practicar más de 48 mil abortos durante el régimen comunista y ni el ultrasonido que le permitía ver al feto le hizo cambiar su opinión y sus prácticas.
Pero, una noche soñó “con un hermoso campo, lleno de niños y de jóvenes que jugaban y reían, de 4 a 24 años, pero que huían aterrados de él”. En sus sueños también veía a un hombre de hábito blanco y negro que le miraba. Y el sueño se repitió muchas noches. Al fin, en uno de esos sueños, el monje le dijo que era Tomás de Aquino. Stojan jamás había oído hablar del santo dominico. “¿Por qué no me preguntas quiénes son estos niños? –le dijo Tomás–. Son los niños que tú has ayudado a abortar”.
A partir de ese momento Adasevic jamás volvió a hacer ningún aborto. Pero le seguían viniendo presiones para que lo hiciera. Dos años más tarde, Tomás de Aquino, según dice Adasevic, se le volvió a aparecer en sueños para animarlo a perseverar. Otro obrero de la última hora.

La hormiga y el escarabajo
Llegado el verano, una hormiga que rondaba por el campo recogía los granos de trigo y cebada, guardándolos para alimentarse durante el invierno. La vio un escarabajo y se asombró de verla tan ocupada en una época en que todos los animales, descuidando sus trabajos, se abandonan a la buena vida. Nada respondió la hormiga por el momento; pero más tarde, cuando llegó el invierno y la lluvia deshacía las boñigas, el escarabajo hambriento fue a pedirle a la hormiga una limosna de comida. Entonces sí respondió la hormiga: Mira escarabajo, si hubieras trabajado en la época en que yo lo hacía y tú te burlabas de mí, ahora no te faltaría el alimento. (Esopo).

Aprecia la virtud de la laboriosidad. Laboriosa es la persona que ama el trabajo y trata de hacerlo bien. La laboriosidad lleva consigo la decisión de aprovechar el tiempo, de concentrarte en el trabajo y de no abandonar actividades a medio hacer. Haz hoy tu trabajo con entusiasmo, de buena gana, con empeño, y así crecerás en esta virtud con traje de faena. No te quedes ocioso todo el día

El trabajo es salud
 Saluda con gozo y agradecimiento el don inapreciable de este nuevo día. Trata con ternura cada hora porque no retornará jamás. Elude con empeño todo aquello que mata el tiempo. No escuches a labios ociosos, ni te quedes donde hay manos inactivas”, (Mandino). Valiosos consejos para evitar la pereza que frustra tus propósitos y aleja tus mejores metas. Una visión de santa Faustina Kowalska te puede motivar más.

En cierta ocasión vi a Satanás que tenía prisa y estaba buscando a alguien entre las hermanas, pero no la encontraba. Sentí en el alma la inspiración de ordenarle en nombre de Dios que me dijera a quién buscaba entre las hermanas. Y confesó, aunque de mala gana: "Busco las almas perezosas". Cuando volví a ordenarle en nombre de Dios que me dijera a qué almas del convento tenía el acceso más fácil, me confesó otra vez de mala gana que: "A las almas perezosas y ociosas". Que se alegren las almas fatigadas y abrumadas por el trabajo.

El trabajo honrado y responsable nos libera del aburrimiento, de entregarnos a los vicios, y nos proporciona lo necesario para vivir. Es una bendición de Dios. Trabaja con gusto y acabarás sintiendo gusto por el trabajo. “El que no quiera trabajar, que no coma”, escribió san Pablo a los de Tesalónica. Que tengas un día de mucha acción.

El escarabajo y el picaflor
En el trabajo, en los grupos humanos, en las luchas políticas y sindicales, en el mundo profesional y artístico la envidia es la yerba más amarga y frondosa de las relaciones humanas. Probablemente, es la causa principal por la que más sufre la gente. Lo que pasa es que ella se disfraza como víbora bajo el follaje de razones y explicaciones.

Cada uno, en este mundo, tiene su modo de ser, sus cualidades y sus defectos. El escarabajo es útil como estercolero, el picaflor es bonito. Pero el escarabajo envidiaba al picaflor, de quien todos ponderaban la gracia y la gentileza, la hermosura y el brillante plumaje. Es un haragán presumido –decía–, incapaz de trabajar; saquea a las flores, pero no sabe hacer miel. Dicen que es bonito; será, pero no piensa sino en lucirse. Yo no soy así –agregaba–,  siempre trabajo calladito, sin tratar de lucirme  Pero  todo el mundo sabe que un escarabajo vale más que un picaflor. Y así lo creía él. (G. Daireaux – adaptación).

Es fundamental convencerme que si quiero ser yo mismo, el único punto de referencia para superarme soy yo. No necesito compararme con nadie más. Lo correcto es conocer mis talentos y habilidades, alegrarme de lo que tengo y cultivarlo. Aceptaré, por otra parte, mis límites y carencias. Piénsalo… y vive en armonía y paz tu propia realidad.  

La luciérnaga y las arañas
No envidies a los poderosos, o a las estrellas o astros del cine, del deporte, o de la vida social. La envidia es como un resentimiento irracional causado por desear el bien ajeno, un disgusto oscuro que provoca la elevada posición de una persona. Detrás de la envidia hay una incapacidad de reconocer en paz los propios límites y carencias. 

Una luciérnaga, entre los yuyos, brillaba, y esta luz ofuscaba a las arañas escondidas en sus rincones obscuros. Tácitamente se coaligaron las envidiosas para siquiera tapar, ya que no la podían apagar, esa lámpara molesta. Sin ruido, la fueron envolviendo poco a poco con tantas y tan espesas telas, que, aunque siguiese prendida, no podían sus rayos traspasar el velo, y que para todos quedó como si no existiera. El silencio suele ser a veces arma tan malévola como la maledicencia. Gustavo Daireaux.

El envidioso no percibe que su infelicidad no proviene de lo que no tiene, sino de la falta de aprecio por lo que sí posee. Hay además una falta de compromiso y responsabilidad con la propia vida, porque el celoso, pendiente de la vida de otros, no asume la propia con sus fortalezas y posibilidades reales. El Señor te libre de la dañosa envidia.  

El Señor es cariñoso con todos
Una vez vino a visitar a la M. Teresa de Calcuta un padre de familia, desesperado, porque su hijo estaba gravemente enfermo y para curarse necesitaba una medicina muy cara que sólo se encontraba en Inglaterra. Todavía estaba hablando, cuando le regalaron una cesta de medicinas y... ¡Qué alegría! Precisamente, encima de todas, estaba la medicina que necesitaba aquel hombre para su hijo. La M. Teresa comentaba: “Hay tantos millones de niños en el mundo y, sin embargo, Dios tiene tiempo para pensar en este pequeñito”. Así es nuestro Dios, bueno y “cariñoso con todas sus criaturas” (Sal 145,9). Él te ama a ti también y “Él te colmará de gracia y de ternura” (Sal 103,4). El dueño de la viña pagó con generosidad al obrero de la última hora.

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