domingo, 29 de mayo de 2011

Semanario Nº 209º

El mono y la naranja
Un mono, sin dejar de rascarse, alzó una naranja y la quiso comer.
Pero, primero la tenía que pelar. No queriendo dejar su ocupación,
tiró de la cáscara con los dientes, pero poco le gustó la amargura de
la cáscara y buscó otro medio.
Siempre rascándose con una mano, puso un pie sobre la
naranja, y con la otra mano la empezó a pelar. Posición cansadora. Se sentó entonces
y apretó la naranja entre las rodillas, sacando con la mano libre algo
de la cáscara; pero la fruta se le resbaló y rodó por el suelo, donde
se ensució toda.
Enojado, pero siempre rascándose, la limpió como pudo y la empezó a
chupar. Con una sola mano poco jugo podía exprimir y sus esfuerzos no
le daban resultado. Algo desconsolado, pestañeaba, mirando con sus
ojitos la naranja sucia y deshecha, buscando la solución del problema,
cuando de repente se le alegró la cara.

Había por fin encontrado el medio sencillo y seguro de poder pelar
ligero y bien una naranja. Dejó de rascarse por un rato, agarró fuerte
la fruta con una mano, la peló con la otra en un minuto, la partió, la
comió, la hizo desaparecer, y dando dos piruetas, se empezó a rascar
otra vez, pero ya con las dos manos.

Hacer dos cosas a la vez, no sirve, y siempre trabaja mal una mano sin
la ayuda de la otra. Godofredo Daireaux.

Ante situaciones críticas
Ante una crisis tenemos tres alternativas. La primera es ponernos a
maldecir de la vida, que nos ha jugado esta mala pasada, y buscar
alguna manera de expresar nuestro dolor y nuestra cólera. La segunda
es rechinar los dientes y aguantar. Y la tercera es aceptar los
hechos. La primera alternativa es inútil. La segunda, estéril y
agotadora. La tercera es la única racional.

Hagamos frente a la dificultad, al problema, a la pérdida; mirémosla
sin temblar, y luego agreguemos estas tres palabras y sin embargo...
Y sin embargo: estas palabras trasladan la atención desde lo que hemos
perdido hacia lo que aún nos queda, y a lo que todavía podemos
alcanzar.

La aceptación libera la voluntad porque la alivia de cargas
imposibles. "El Señor da las cartas, pero cómo se deben jugar, es cosa
de cada uno". La aceptación libera al hombre, porque rompe las cadenas
de la autocompasión. Una vez que se acepta el golpe, la desilusión,
uno está libre; libre para acometer nuevas empresas que pueden darle
resultados magníficos. “eñor concédeme fortaleza para cambiar lo que
requiere cambio; valor para aceptar lo que no se puede cambiar; y
sabiduría para reconocer la diferencia”

Aceptar, olvidar, seguir adelante. Observa que el águila se sirve de
la misma tormenta para remontarse al cielo.

Regálame, Señor, libertad interior
“Señor amado, sabes que me preocupa que me valoren, que me miren bien,
que no piensen mal de mí. Aunque me duela reconocerlo muchas veces
cuido mi apariencia y estoy muy pendiente de lo que opinen de mí. No
quisiera darle tanta importancia a los comentarios ajenos, no quisiera
estar tan atento a la forma corno me miran los demás. Quisiera ser más
libre, Dios mío.
Por eso vengo a tu presencia, Señor, me coloco ante tu mirada de amor,
para que me sanes y me liberes por dentro. Pongo en tus manos mi buena
fama y renuncio a la obsesión que eso me provoca. Dame tu gracia,
Señor, para que ya no viva preocupado por lo que digan de mí los
demás. A las palabras se las lleva el viento, y yo nunca podré
controlar lo que los demás hablen en sus conversaciones.
Dame ese don de la humildad para que ya no me interese lo que comenten
de mí o de mi familia. Regálame la libertad interior y la verdadera
sabiduría de los humildes. Amén.” Víctor M. Fernández.

Hoy no lo puedo ver
La secretaria comunica al siquiatra:
—Doctor, el hombre invisible está esperando.
—Está bien, dígale que hoy no lo puedo ver.....

Un caso de calvicie
—Doctor, doctor, ¡qué me aconseja para conservar los pelos que me quedan?
—Una cajita.

Hijo precavido
—Mamá, mamá, ¿tú castigarías a un niño que no ha hecho nada?
—No. Jamás.
— ¡Ah!, entonces te podré decir tranquilamente que no hice los deberes.

Pensamientos
- El trabajo del pensamiento se parece a la perforación de un pozo: el
agua es turbia al principio, más luego se clarifica. Proverbio chino.
- Cuando yo tenía catorce años, mi padre era tan ignorante que no
podía soportarlo. Pero cuando cumplí los veintiuno, me parecía
increíble lo mucho que mi padre había aprendido en siete años. Mark
Twain
- Sufrir una ligera palabra, reprimir un leve resentimiento,
condescender con la voluntad del prójimo, excusar una indiscreción,
mortificar un pequeño deseo, he aquí un elenco de actos virtuosos al
alcance de todo el mundo y que se nos presentan a cada paso. Alfonso
Milagro.
- El autodominio es importante para ser libre, pues de lo contrario
eres prisionero de ti mismo. No aceptes ser esclavo de tus vicios o de
tus sentimientos negativos: sublévate, sepáralos de tu vida. Decálogo
del esfuerzo.
- La esperanza no muere nunca. La ilusión acaba en desilusión. Pero la
esperanza es una fuerza estable, serena e inmortal que, cuando todo
está en el suelo, ella siempre responde: no importa, comencemos otra
vez, mañana será mejor, ¡arriba!, vamos adelante. Ignacio Larrañaga.
- La excelencia moral es resultado del hábito. Nos volvemos justos
realizando actos de justicia, templados realizando actos de templanza,
valientes realizando actos de valentía. Aristóteles.

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