domingo, 15 de julio de 2012

Semanario  Nº 268º
Más que un anillo de compromiso...

El muchacho entró con paso firme a la joyería y pidió que le mostraran
el mejor anillo de compromiso que tuviera. El joyero le presentó uno.
La hermosa piedra, solitaria, brillaba como un diminuto sol
resplandeciente. El muchacho contempló el anillo y con una sonrisa lo
aprobó. Preguntó luego el precio y se dispuso a pagarlo. ¿Se va usted
a casar pronto? Le preguntó el joyero. No, respondió el muchacho. Ni
siquiera tengo novia.
La muda sorpresa del joyero divirtió al comprador. Es para mi mamá,
dijo el muchacho. Cuando yo iba a nacer estuvo sola; alguien le
aconsejó que me matara antes de que naciera, así se evitaría
problemas. Pero ella se negó y me dio el don de la vida. Y tuvo muchos
problemas, muchos. Fue padre y madre para mí, y fue amiga y hermana, y
fue mi maestra. Me hizo ser lo que soy... Ahora que puedo, le compro
este anillo de compromiso. Ella nunca tuvo uno. Yo se lo doy como
promesa de que, si ella hizo todo por mí, ahora yo haré todo por ella.
Quizás después entregue otro anillo de compromiso. Pero será el
segundo.
El joyero no dijo nada. Solamente ordenó a su cajera que hiciera al
muchacho el descuento aquel que se hacía sólo a los clientes
importantes.

Para vivir el momento presente

“En la oscuridad de la noche, en medio de este océano de ansiedad, de
pesadilla, poco a poco me despierto: debo afrontar la realidad. Estoy
en la cárcel. Si espero el momento oportuno de hacer algo
verdaderamente grande, ¿cuántas veces en mi vida se me presentarán
ocasiones semejantes? No, aprovecho las ocasiones que se presentan
cada día para realizar acciones ordinarias de manera extraordinaria.
Jesús, no esperaré; vivo el momento presente colmándolo de amor. La
línea recta está formada por millones de puntitos unidos entre sí.
También mi vida está integrada por millones de segundos y de minutos
unidos entre sí. Dispongo perfectamente de cada punto y mi línea será
recta. Vivo con perfección cada minuto y la vida será santa. El camino
de la esperanza está enlosado de pequeños pasos de esperanza. La vida
de esperanza está hecha de breves minutos de esperanza”. Cardenal
Nguyen Van Thuan, en la cárcel comunista.

Comprensión y compasión

Señor, muchas veces me entretengo lamentándome por los pecados ajenos
o por las cosas que me hacen los demás. Hoy quiero declararlos
inocentes por todas las cosas que me molestan de ellos. Libérame de
condenarlos y de prejuzgarlos. Esas personas que me molestan, que me
perturban, que me interrumpen, en el fondo no buscan hacerme daño,
sólo me necesitan. O simplemente expresan sus sufrimientos, sus
miedos, sus angustias internas. Las bendigo y te pido que me liberes
de todo lo que me lleva a rechazar a los demás. Sé que algunas veces
tendré que defenderme con astucia para que no me hagan daño, pero
quiero hacerlo sin odio. Libérame, Señor, para que no alimente la
impaciencia y el desprecio. Te contemplo a ti, Jesús, tan comprensivo
con los pecadores, tan paciente y compasivo con las debilidades de tus
discípulos, tan cercano a todos. Ayúdame a reaccionar como lo harías
tú, para que no me aleje del camino del amor. Amén. (Víctor M.
Fernández).

Insultos nocturnos

- Ayer, mientras dormías, me insultaste – dice la esposa al marido.
-¿Y quién te ha dicho que yo estaba durmiendo?...

En un neurosiquiárico

Un visitante entra en un manicomio. El director se ofrece a enseñarle
los distintos compartimentos.
- Tenemos ocho plantas - le dice - En la planta baja está la sala de
espera; en la segunda y tercera, hay unos locos que se pueden tratar;
en la cuarta y quinta, son más peligrosos; en la sexta y séptima, son
intratables, y en la octava planta está mi despacho.

Pensamientos

- El más poderoso es aquel que sabe juntar las manos. Kierkegaard.
- La oración no está hecha para inducir a Dios a que cambie sus puntos
de vista. Canónigo Bullens.
- La caridad es ingeniosa para encontrar siempre motivos de alabanza. Don Bosco.
- El silencio es el verdadero lenguaje de las almas. Maeterlinck.
- Quien de verdad sabe de qué habla, no encuentra razones para
levantar la voz. Leonardo da Vinci.
- El insulto deshonra a quien lo infiere, no a quien lo recibe. Diógenes.
- Si un hombre cualquiera, incluso vulgar, supiera narrar su propia
vida, escribiría una de las más grandes novelas que jamás se haya
escrito. Giovanni Papini.
- Jamás tomes tan a pecho una empresa, que el temor del fracaso llegue
a inquietarte: deja el resultado en manos de Dios. San Francisco de
Sales.

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