domingo, 22 de julio de 2012

Semanario  Nº 269º
La estrella de mar
Había una vez un escritor que vivía a orillas del mar; una enorme
playa solitaria donde tenía una casita. Allí pasaba temporadas
escribiendo y buscando inspiración para su libro. Era un hombre
inteligente y culto y con sensibilidad acerca de las cosas importantes
de la vida.
Una mañana mientras paseaba en la playa vio a lo lejos una figura que
se movía de manera extraña como si estuviera bailando. Al acercarse
vio que era un muchacho que se dedicaba a levantar estrellas de mar de
la orilla y arrojarlas al mar. El hombre preguntó al joven qué estaba
haciendo. Este le contestó:
 "Recojo las estrellas y las devuelvo al mar; la marea ha bajado
demasiado y muchas morirán". Dijo entonces el escritor." Pero esto que
haces no tiene sentido, primero es su destino, morirán y serán
alimento para otros animales y además hay miles de estrellas en esta
playa, nunca tendrás tiempo de salvarlas a todas". El joven miró
fijamente al escritor, recogió una estrella de mar de la arena, la
lanzó con fuerza por encima de las olas y exclamó, " para ésta... ¡sí
tiene sentido!".
El escritor se marchó un tanto desconcertado, no podía explicarse una
conducta así. Esa tarde no tuvo inspiración para escribir y en la
noche no durmió bien, soñaba con el joven y las estrellas de mar por
encima de las olas. A la mañana siguiente corrió a la playa, buscó al
joven y le ayudó a salvar estrellas.

Amar es servir

 Amar es decidirse a servir, porque servir es la exigencia imperiosa
de la dinámica del amor; por eso es fácil descubrir sin temor a
engañarnos, si amamos de veras o si somos falsos en nuestras protestas
de amor. Cuando uno se cansa de servir es porque se ha cansado de
amar; cuando uno deja de amar es porque previamente ha dejado de
servir. Para aumentar el amor hay que mantener una actitud de
servicio, pero teniendo presente que si hay que amar a  todos, que es
el primer precepto de la Ley, también hay que estar en disposición de
servir a todos, sin excepción, porque a todos debemos amar. El amor
nunca puede fallar, y si nos parece que falla, debemos examinar
detenidamente y con sinceridad si primero no hemos fallado en el
servicio.

Preocupación por la propia imagen

Señor, dame la gracia de liberarme de mi imagen, de la preocupación
por mi apariencia. Eso no tiene importancia si pienso en la eternidad,
en la vida sin fin que nos espera, donde todo eso quedará en el
olvido. Toca mi interior, Señor, para que ya no esté pendiente de mi
imagen y viva con serenidad y confianza bajo tu mirada divina. Porque
siempre me miras con ternura y compasión, porque valoras todo lo que
hay de bueno en mi vida, porque me miras con paciencia, no me buscas
para juzgarme sino para sacarme adelante. Por eso puedo andar por
todas partes con la cabeza alta. Tengo una dignidad inmensa porque tú
me amas infinitamente, y lo que digan los demás no podrá hacerme daño
ni hacerme caer. Me rodeas con tu amor en la calle y en todas partes.
Esa es mi grandeza y mi seguridad. Gracias, Señor. Amén. (Víctor M.
Fernández).

Ruinas de un templo

Junto a las ruinas de un antiguo templo griego, una señora posa para
una fotografía.
- Procure no fotografiar mi automóvil - dice al fotógrafo – mi marido
creería que he sido yo quien ha destruido todo esto.

En un juicio

-¿Cuántos años tiene, señorita? - pregunta en un juicio, el presidente
del tribunal a una solterona.
- Veinticinco recién cumplidos, señor.
- Bien, ahora que ya ha dicho su edad, jure decir la verdad, toda la
verdad, y nada más que la verdad.

Pensamientos

- Cuando hayamos aprendido a orar, habremos encontrado el secreto de
vivir bien. San Agustín
- Las convicciones adquiridas en la oración, son las únicas que no se
derrumban. Reinhoid Schneider.
- Nuestra crítica normalmente consiste en reprochar a los demás no
tener las cualidades que nosotros creemos tener. Jules Renard.
- Escuchar con paciencia es a veces mayor caridad que dar. San Luis,
Rey de Francia.
- Cuando se necesitan brazos, el socorro de las palabras no sirve de
nada. Esopo.
- A veces sentimos que lo que hacemos es tan sólo una gota en el mar,
pero el már sería menos sin esa gota. Madre Teresa de Calcuta.
- Si es cierto que en cada amigo hay un enemigo potencial, ¿por qué no
puede ser que cada enemigo oculte un amigo que espera su hora?
Giovanni Papini.
- El amor propio sólo acaba con la vida; es imposible no sentir sus
ataques, basta, pues, esmerarse en corregirlo y reprimirlo poco a
poco. San Francisco de Sales.

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