lunes, 29 de octubre de 2012

Semanario  Nº 126º
Juan XXIII, amigo de todos

Cuando fue nuncio en París se hizo amigo del presidente de la Asamblea
Nacional, Eduardo Herriot, anticlerical conocido y contumaz. —Vamos,
amigo mío —le decía—, ¿qué cree usted que nos separa? En el fondo...,
sólo las ideas. No es lo más importante, según creo; más bien, poca
cosa...  Si la discusión había ido un poco lejos, con peligro de
enfriarse el diálogo, las cosas volvían al buen camino con alguna
salida inesperada: —Vamos, hombre, si en el fondo usted y yo
pertenecemos al mismo partido. Al de los hombres ¡gordos!...

Y, entre sabrosas carcajadas, proseguía el diálogo. —Pero ¿no teme

usted que el Papa le llame la atención por hacerse amigo mío? Yo soy
la oveja negra del rebaño, monseñor. Éste lo miraba con su sonrisa
bonachona, iluminada con un atisbo de ternura. — ¿Y no sabe usted que
el Papa es el pastor universal? Él sabe, como yo sé, que a la oveja
negra, es decir, a la oveja perdida, hay que ir a buscarla dondequiera
que esté. Es lícito dejar el rebaño, que está seguro en el redil, para
rescatar a la oveja que se extravió...

Herriot lo miró molesto. —No soy ninguna oveja extraviada, monseñor.

No me gusta que me haga parábolas. —Tiene que perdonarme, amigo mío.
De todas maneras, comprenda que ése es mi oficio, ¿no?, predicar el
Evangelio. —Bien, pero no a mí. ¿Cree que me va a convencer? Pero
Herriot acababa riendo.

Anuncio urgente

Se necesita: un ejército pacífico y unido que crea en el valor de las
pequeñas cosas; gente que construya la historia y no se deje arrastrar
por los acontecimientos.; más corazones desarmados , en un mundo lleno
de guerras; almas magnánimas en una sociedad interesada; espíritus
fuertes para un siglo de mediocridades; más trabajadores y menos
personas que critiquen; más ciudadanos que digan: "voy a tratar de
hacer algo" y menos que se contenten con: "es imposible"; un número
mayor de audaces que se lancen al fondo del problema para resolverlo y
un número menor de fatalistas acomodados en la omisión; más amigos que
se arremanguen con nosotros y menos demoledores que apunten solo
defectos; más gente que almacene esperanza y menos frustrados que
acarreen toneladas de desánimos; más personalidades que perseveren y
menos colegas que comienzan y nunca acaban; más rostros sonrientes y
menos frentes nubladas; más compañeros bien asentados en la realidad y
menos soñadores pendientes de las ilusiones pasajeras.
Necesitamos con urgencia, sin falta un mundo de manos bienhechoras
encendiendo una luz para iluminar el pesimismo de la multitud con un
fósforo, en las manos... pequeño, pero tan importante, pequeño,
insignificante, pero que ilumine disipando la oscuridad.

Cristo está conmigo

Cristo está conmigo, junto a mí va el Señor;
me acompaña siempre en mi vida hasta el fin.

Ya no temo, Señor, la tristeza,

ya no temo, Señor, la soledad;
porque eres, Señor, mi alegría,
tengo siempre tu amistad.

Ya no temo, Señor, a la noche,

ya no temo, Señor, la oscuridad;
porque brilla tu luz en las sombras,
ya no hay noche, tú eres luz.

Ya no temo, Señor, los fracasos,

ya no temo, Señor, la ingratitud;
porque el triunfo, Señor, en la vida
tú lo tienes, tú lo das.

Ya no temo, Señor, los abismos,

ya no temo, Señor, la inmensidad;
porque eres, Señor, el camino
y la vida, la verdad. Amén.

Una buena y una mala

Un pintor exhibía algunas de sus obras en una galería de arte. Una vez
finalizado el período de exhibición, preguntó al dueño de la galería
si entre los visitantes había advertido interés por adquirir alguna de
sus pinturas. El dueño le contestó: —Bueno, creo que tengo una noticia
buena y una mala para ti. El pintor le dijo que quería escuchar
primero la buena. El dueño contestó: —La buena noticia es que un
elegante y rico caballero me preguntó si yo creía que luego de que
murieras tus pinturas adquirirían mucho valor y yo le respondí que sí,
que así lo creía yo, y de inmediato adquirió 15 de tus cuadros y pagó
en efectivo. —¿Y la mala noticia cuál es? —Bueno, el caballero me dijo
que era tu médico...

Pensamientos

- La llave que se usa constantemente reluce como plata: no usándola se
llena de herrumbre. Lo mismo pasa con el entendimiento. Benjamín
Franklin.
- La vida sin amor no vale nada. Pero donde hay amor, la vida rebosa
sentido. Dietrich Bonhoeffer.
- Sólo se tiran piedras al árbol cargado de frutos. Proverbio árabe.
- Cuando en la preciosa alfombra de Estambul cae una mancha, el necio
la señala con el dedo, el sabio la cubre con su manto. Refrán
oriental.
- La verdadera libertad consiste en el dominio absoluto de sí mismo. Montaigne.
- El fin de la educación es enseñar al hombre a educarse a sí mismo
cuando los demás hayan terminado de educarlo. Guizot.
- Encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la
enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro. Groucho Marx.

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