Vive el momento presente
Un profesor fue
invitado a dar una conferencia en una base militar, y en el aeropuerto lo
recibió un soldado llamado Daniel. Mientras se encaminaban a recoger el
equipaje, Daniel se separó del visitante en tres ocasiones: primero para ayudar
a una anciana con su maleta; luego para levantar a dos pequeños a fin de que vieran
a Papá Noel, y después para orientar a una persona. Cada vez regresaba con una
sonrisa en el rostro. "¿Dónde aprendió a comportarse así?", le
preguntó el profesor. "En la guerra", contestó Daniel. Entonces le
contó su experiencia en Vietnam. Allá su misión había sido limpiar campos
minados. Durante ese tiempo había visto cómo varios amigos suyos, uno tras
otro, encontraban una muerte prematura. "Me acostumbré a vivir paso a
paso" explicó. "Nunca sabía si el siguiente iba a ser el último; por
eso tenía que sacar el mayor provecho posible del momento que transcurría entre
alzar un pie y volver a apoyarlo en el suelo. Me parecía que cada paso era toda
una vida”.
Nadie puede saber lo que habrá
de suceder mañana. Qué triste sería el mundo si lo supiéramos. Toda la emoción
de vivir se perdería, nuestra vida sería como una película que ya vimos.
Ninguna sorpresa, ninguna emoción. Pienso que lo que se requiere es ver la vida
como lo que es: una gran aventura. Al final, no importará quién ha acumulado
más riqueza ni quién ha llegado más lejos. Lo único que importará es quién
vivió en plenitud de servicio y amor cada día.
Toma en serio tu vida
Había un príncipe que era muy feliz
en su palacio, pero un amigo lo convenció para darse una vuelta por el mundo y
así disfrutar de los placeres de la vida. Un día, él solo, se escapó de su
castillo y empezó a divertirse sin freno para experimentar todo aquello que le
estaba prohibido en su palacio. Pero, poco a poco, se fue quedando sin dinero y
tuvo que pedir limosna.
Al fin, cayó gravemente enfermo de
una enfermedad contagiosa y nadie lo quería atender y lo tiraron sin piedad en
un estercolero para que muriera. Allí estaba, esperando la muerte y sin ganas
de vivir, cuando una viejecita lo vio y se compadeció de él y lo llevó a su
casa sin miedo a contagiarse. Lo atendió como a un hijo y ella misma, que era
muy pobre, pedía limosna para darle de comer.
Después de intensos cuidados y
mucho amor, se fue recuperando y, arrepentido de su mala vida, regresó a su
palacio. Su padre lo seguía esperando y celebró una gran fiesta en su honor, a
la cual invitaron a la viejecita, a quien llevaron a vivir con ellos para
siempre. El príncipe estaba feliz, había renacido de nuevo. La experiencia del
mal y el haberse visto al borde del abismo, le había hecho madurar y tomar en
serio su vida.
Atiman:
una historia de amor
En una familia muy pobre de África
negra sufrían mucho por el hambre y las enfermedades. Uno de los hijos, Atiman,
fue raptado por unos negreros árabes, que lo llevaron muy lejos. Lo maltrataban
sin piedad, le obligaban a trabajos forzados, era un juguete, propiedad de sus
dueños. Su vida era muy triste y sin esperanzas. Creía que Dios lo había
abandonado. Pero Dios siempre vela sobre
sus hijos queridos y escribe derecho con renglones torcidos.
Sus dueños lo vendieron como
esclavo en el mercado público. Unos misioneros católicos lo compraron para
darle la libertad. Su vida cambió: ahora era libre y podía reír, cantar y
alegrarse con los demás. Los misioneros le enseñaron nuestra fe y comenzó a
creer en el amor y en el poder de Dios. Y era feliz. Como era inteligente, le
pagaron sus estudios y, después de varios años, se diplomó en Medicina. Era
doctor en Medicina, nunca lo hubiera imaginado en su tribu.
En 1888 entregó su
vida al servicio de los demás y trabajó como médico en los lugares más
apartados para servir a los pobres. Se fue con los misioneros a orillas del
lago Tanganica. Era el único médico en un inmenso territorio. Sólo Dios sabe cuántos
fueron sanados y bendecidos por él durante 70 años ininterrumpidos, junto a los
enfermos como un padre con sus hijos. Se ganó la estima y el cariño de todos y
murió cargado de días y de amor en 1956. Quizás algún día lo tengamos en el
catálogo de los santos.
Aprovecha intensamente tu vida
Un sacerdote francés, enamorado de
su vocación, se fue de capellán militar al Norte de Africa para ayudar a los
soldados que estaban en la guerra de Marruecos. Al poco tiempo, tuvo que volver
a casa para recuperarse de las graves heridas recibidas. Una tarde, estaba
dando un paseo por las afueras del pueblo, cuando se sintió muy mal. Aimé Duval
lo encontró cerca de su casa, con el rostro pálido y la boca llena de sangre. Y
nos cuenta : “Me acerqué a él y me dijo: Muchacho, has llegado a tiempo. Estaba
pidiendo a Dios que alguien me reemplazase como sacerdote. Yo tenía, entonces,
doce años y aquí estoy. Me conmovió su deseo de no dejar vacío su puesto“. El Padre
Duval se hizo después famoso como cantante con su guitarra, llevando un mensaje
de amor y paz a todos los jóvenes.
¿Estás tú dispuesto a seguir las huellas de los que te
han precedido como luz en tu camino? ¿Serás capaz de ser luz para los demás?
Dios siempre te sigue esperando y te ama con infinito amor. No dudes de Él,
pero no puede salvarte, si tú no quieres.
“Espíritu Santo, dame un corazón
nuevo”
Ven, Espíritu Santo, sobre mí y
renuévame, cámbiame, transfórmame. Hazme un hombre nuevo. Quiero experimentar
tu amor. Abre mi corazón a tus carismas y dame un corazón nuevo para conocerte
y amarte más y más. Llena mi alma de tu amor en plenitud para ser verdadero
hijo de mi padre celestial. Dame una nueva lengua para alabarte, dame un amor
grande y profundo a Jesús Eucaristía y a Maria nuestra madre. Úngeme, libérame
de todo lo que no es tuyo. Ven, Espíritu santo, ilumíname, guíame, dime lo que
debo hacer en cada instante. Yo prometo someterme a todo lo que quieras de mí y
aceptar todo lo que permitas que me suceda. Haz solamente que conozca tu
voluntad y dame fuerza para cumplirla. Ven, Espíritu Santo, lléname de tu amor
y hazme santo. ¡Dios mio, dame tu Espíritu santo! Amén.
Vive sabiamente
Un discípulo
preguntó al filósofo: “Quiero saber qué es lo más divertido de los seres
humanos”. El filósofo contestó: "Piensan siempre al contrario. Tienen
prisa por crecer, y después suspiran por la infancia perdida. Pierden la salud
para tener dinero y después pierden el dinero para tener salud. Piensan tan
ansiosamente en el futuro que descuidan el presente, y así, no viven ni el
presente ni el futuro. Viven como si no fueran a morir nunca y mueren como si
no hubieran vivido."
Toma
la decisión de amar
La incomprensión
entre las personas es una realidad cotidiana. Entre los mismos miembros de la
familia, en las asociaciones apostólicas y grupos humanos sucede lo que la Reina de la Paz señaló en un mensaje:
“Hijitos, oren y no permitan que Satanás actúe en sus vidas con malentendidos,
incomprensiones y faltas de aceptación entre unos y otros”.
Un esposo fue a visitar a un sabio consejero y le dijo
que ya no quería a su esposa y que pensaba separarse. El sabio lo escuchó, y
solamente le dijo una palabra: “ámela”. —Pero..., es que ya no siento nada por
ella. —Ámela, –insistió el sabio. Y ante el desconcierto del
señor, agregó: “Amar es una decisión, no un sentimiento; amar es dedicación y
entrega. El amor es como un ejercicio de jardinería: prepare el terreno,
siembre, sea paciente, riegue y cuide. Esté preparado porque habrá plagas,
sequías o excesos de lluvia, mas no por eso abandone el jardín. Ame a su
pareja, es decir, acéptela, valórela, dele afecto y ternura, admírela y
compréndala. Eso es todo, Ámela”. Gonzalo Gallo.
“El amor todo lo
puede. No hay dificultad por muy grande que sea, que el amor no la supere. No
hay puerta por muy cerrada que esté, que el amor no la abra. No hay muro por
muy alto que sea, que el amor no lo derrumbe. No hay distancias por extremas
que sean, que el amor no las acorte. No hay situación por desesperada que sea,
que: el amor no la resuelva”.
Rompe el círculo del odio
Cuentan que un
importante señor gritó al director de su empresa, porque estaba enfadado en ese
momento. El director llegó a su casa y gritó a su esposa, acusándola de que
estaba gastando demasiado, porque había un abundante almuerzo en la mesa. Su
esposa gritó a la empleada porque rompió un plato. La empleada dio una patada
al perro porque la hizo tropezar. El perro salió corriendo y mordió a una
señora que pasaba por la acera, porque le cerraba el paso.
Esa señora fue al
hospital para ponerse la vacuna y que le curaran la herida, y gritó al joven
médico, porque le dolió la vacuna al ser aplicada. El joven médico llegó a su
casa y gritó a su madre, porque la comida no era de su agrado. Su madre,
tolerante y un manantial de amor y perdón, acarició sus cabellos diciéndole:
"Hijo querido, prometo que mañana haré tu comida favorita. Tú trabajas
mucho, estás cansado y precisas una buena noche de sueño. Voy a cambiar las sábanas
de tu cama por otras bien limpias y perfumadas, para que puedas descansar en
paz. Mañana te sentirás mejor". Bendijo a su hijo y abandonó la
habitación, dejándolo solo con sus pensamientos...
En ese momento, se interrumpió el círculo del odio,
porque chocó con la tolerancia, la dulzura, el perdón y el amor.
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